Llevo alrededor de una hora esperando al autobús. Me he levantado mucho antes de tiempo para no coincidir con Acacia y mi padre. Ayer me dijeron que iba a tener el desayuno listo en cuanto me levantara, así que decidí escaquearme poniendo la alarma antes de tiempo. Le escribí una nota a mi padre y la dejé sobre la encimera de la cocina como hace él. Le puse que ya había desayunado y ya, sin más. Aunque es mentira, no he comido. Intento no odiar a mi propio padre, pero en este momento me es un poco imposible. Quiero hacer desaparecer esta rabia que le tengo, sin embargo sé que no va a poder ser. Así que viviré con ellos esquivándolos todo lo que puedo hasta cumplir mi mayoría de edad. He pensado en trabajar en algo este verano para poder tener mi dinero propio y librarme de mi casa. No voy a vivir bajo el mismo techo. Por lo tanto seguiré yendo al instituto hasta terminar el último trimestre de clases que nos queda y ya después como tendré mis dieciocho podré dejar los estudios sin que pueda hacerme nada mi padre. Porque me obliga a estudiar que si no lo hubiese dejado hace ya. Sé que con mi inteligencia no llegaré a poder hacer ni primer año de carrera. No valgo, no tengo ánimos ni ganas. Además que yo pienso que tengo que ir a la universidad y conocer a gente nueva, rodearme de desconocido que no sé si me tratarán bien o mal y me entra mucha ansiedad y agonía.
Subo al autobús y David, el conductor, me saluda de una manera como si me hubiese echado de menos. No para de hacerme preguntas de qué me pasaba, de qué dónde estaba, etc. Nerviosa por el interrogatorio le contesto de manera escueta y me dirijo a mi asiento sin mirar a nadie. Le he dicho que tenía la varicela. Él se quedó muy sorprendido diciéndome que cómo que no la había pasado de niña, cosa que le respondí con un encogimiento de hombros. Creo que comprendió que no estaba muy a la labor de hablar. Miro por la ventana para entretenerme y no ponerme más nerviosa de lo que ya estoy. Espero pasar desapercibida durante todo el día. Veo a través del cristal como los pájaros no paran de hacer pio, pio, pio. Se nota que estamos a punto de entrar en verano. La gente ya comienza a ir en manga corta y en shorts. No me gusta nada esta estación porque todo el mundo me ve tapada y no paran de preguntarme ¿No tienes calor? ¿Cómo puedes ir así de tapada? El problema es que no me lo preguntan solo una vez y ya no me vuelven a decir nada. Si no que me hacen el mismo cuestionario todos los días las mismas personas. No entiendo esa necesidad que tienen de recalcártelo diariamente. Evidentemente solo les digo que me gusta ir así, no les digo la verdad. Que la verdad es que tengo que tapar mis heridas, y aparte de eso, es que odio mi cuerpo, me da muchísima vergüenza que me lo vean porque es como que hay más evidencia del cuerpo escombro que tengo. Cuando me vio Guido en sujetador el otro día, que me quitó obligada la camisa estuve traumada durante días. Me torturaba el hecho de que él hubiese visto mi cuerpo porque sé que le di asco, seguro que sintió repugnancia hacia mí. De que me quise dar cuenta ya he llegado al instituto, salgo del autobús y me sumerjo dentro del edificio. Calma, tranquilidad, uno, dos, tres, cuatro Lo bueno es que me toca a primera hora con Eugenia, entonces podré escabullirme dentro del aula. Voy medio corriendo por los pasillos mirando hacia todos los lados hasta llegar a la clase que me toca y me meto dentro dando los buenos días. Como siempre esta Eugenia enfrente de su mesa y Erik y Borja jugando al tres por raya.
-- Buenos días Lea ¿Cómo estas, mejor? – pregunta Eugenia.
Me dirijo a mi asiento y me siento en él. Erik y Borja dejan lo estaban haciendo mientras prestan toda su atención en mí. Menos mal que estoy acostumbrada a ellos y no me pongo nerviosa como con otra gente.
-- Sí, mejor. Gracias – contesto
-- Me alegro – dice la profesora.
No me pregunta nada más y se pone a teclear en su ordenador. Supongo que no me dice nada más porque ya ha hablado mi padre con ella. Mejor, así no tengo que estar en un interrogatorio con ella. Veo como Erik y Borja se levantan sigilosamente de sus asientos y se sienta cada uno a mi lado ¿Qué quieren?
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¿LUCHAR O RENDIRSE?
Non-Fiction¿Conseguirá salir Lea del tormento en el que vive con ayuda de Guido o se rendirá ante todas esas personas que la están destruyendo? No se permite plagio. Derechos reservados de autor. La obra es completamente sacada de mi cabeza 100% DRAMA. Basada...