CAPÍTULO OCHO

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Me despierto agitada. Tengo mucho calor y estoy sudando. En mi habitación nunca hace tanto calor, además no estamos ni en verano aún. ¡Qué raro! Abro los ojos y me doy cuenta que estoy en una cama que no es la mía. Un poco desubicada intento centrar mi mente. Pff, estamos aún de excursión. Hubiese preferido haberme despertado en mi casa y mira que ayer me lo pasé bien, pero aun así quiero volverme ya para el pueblo. Hoy es el segundo y último día, mañana temprano ya regresamos a nuestros hogares. Que guay, estoy deseando que llegue mañana, ya que hoy he dormido fatal, peor imposible. Hace demasiado calor en esta habitación, se ve que al ser tan pequeña con la ventana cerrada y con cuatro personas dentro durmiendo hace que haya tanta temperatura. Me asomo a todas las camas y veo que las chicas siguen durmiendo plácidamente. Anisa tiene la boca entera abierta mientras respira de manera ruidosa, pero no llega a roncar. Se le esta cayendo la baba por el moflete. Es graciosa hasta durmiendo. Me estiro y me desperezo para asimilar el día de hoy. De momento me mantengo calmada, no voy a salir allí afuera sola. Tengo muchas ganas de orinar, pero no pienso atravesar la puerta. Así que me voy a esperar hasta que se levanten. Además no he mirado ni la hora que es. Alargo mi brazo para coger mi móvil que lo dejé anoche en el suelo debajo de mi cama. Lo agarro con mi mano y veo que son las siete de la mañana. Aún es temprano, hemos quedado en la planta de abajo con los profesores a las nueve y media. Podría echar otra cabezada, pero sé que será imposible. He dormido muy inquieta, con miedo toda la noche de que me vieran en mi posición tan rara o me escucharan al mover mis piernas. Aunque creo que ninguna de ellas se ha percatado de nada, han caído como moscas. Resoplo cansada, me siento como si me hubiese pasado un camión por encima. No he conseguido descansar bien, la cabeza me retumba. Al ver la hora que es, veo que también tengo mensajes de mi padre.

Hija ¿Cómo vas? ¿Te lo estás pasando bien?

De momento no lo estoy pasando tan mal, me esperaba algo mucho peor. Le contesto diciéndole que todo esta bien y preguntándole que cuándo volverá de viaje. Lleva mucho tiempo fuera, no sé si creérmelo ya. Estos días he estado pensando mal todo el rato, así que he intentado purificar mi alma, no quiero envenenarme contra mi padre. No me gustan nada las mentiras y más si vienen de él, pero supongo que sus razones tendrá.

Son las ocho y media ya y no parece que se quieran despertar. Deberían levantarse ya, en una hora tenemos que estar abajo. Habíamos quedado en ducharnos como ayer, una se baña y las otras tres vigilan para irnos después a desayunar. De todas formas yo no voy a desayunar, voy a reservar mi comida del día para las dos de la tarde. Me siento en mi cama poniendo mis pies en el suelo. Busco con la mirada mis chanclas y no las encuentro por ningún lado. Igual se han metido debajo de la cama, por lo que me agacho y me asomo con la cabeza. Las encuentro y veo que hay una cucaracha encima de ellas, está muy quieta ¿Estará durmiendo? Se ve que las ha visto cómodas para descansar. Muevo mi chancla para que se mueva y pueda ponérmelas porque no quiero matarla. No da signos de vida, así que dirijo mi dedo a la cucaracha para zarandearla y que deje de invadir mis cosas. Al sentir mi tacto se despierta y sale corriendo con sus patitas como si no hubiese un mañana. Me rio, que mona que es.

-- Tampoco te iba a matar eh – digo sonriéndole como si me fuera a escuchar.

-- ¿Con quién hablas Lea? – pregunta Anisa con voz ronca.

Yupi, una que se ha despertado ya. Arrastro con las manos mis chanclas y me giro hacia ella.

-- Con una cucaracha – contesto riéndome.

-- AAAAAAAAAA ¿DÓNDE? ¿DÓNDE? – grita entrando en pánico mientras salta de la cama.

La miro atónita ¿Qué le pasa? ¿Por qué esta reacción tan exagerada? Veo como se pone a chillar y a saltar sobre sus pies ¿Qué demonios? Estoy flipando.

¿LUCHAR O RENDIRSE? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora