No hay nada que hacer

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Dane

Oscureció y le ofrecí a Lydia llevarla a casa. Cuando llegamos, me invitó a pasar, su mamá no estaba y cuando la llamo supo que se quedaría a trabajar hasta tarde.

Lydia puso los ojos en blanco cuando colgó -¿Quieres quedarte a cenar?- me preguntó -Ya se que es tarde para cenar, pero no vas a dejarme sola ahora ¿Cierto?

Sonreí y negué con la cabeza.

Lydia preparó la cena y quedé sorprendido de que supiera cocinar, en realidad sólo era espagueti con salsa, pero estaba muy bueno.

Mientras comíamos Lydia me preguntó:

-¿Me vas a contar por qué ha sido un día de mierda?

-En realidad, ha sido una mierda a medias- expliqué.

-Entiendo eso ¿Pero por qué? Cuéntame, por favor.

Me lo discutí un poco, pero al final ella me había contado algo que le era muy difícil. Le conté de la pelea con Lex y luego lo de mi mamá, le expliqué todo mientras Lydia escuchaba atentamente asintiendo de vez en cuando. Debo admitir que al final me sentí un poco mejor.

-Bueno, no voy a tratar de arreglar tus problemas- me dijo luego de terminar -, pero estoy segura de que con Lex se arreglarán, probablemente mañana, y en cuanto a tu mamá, creo que no pasará más allá, después de todo no es la primera vez que algo así pasa y, por lo que me dices, las han pasado peores.

Tenía razón, pero no tenía ganas de hablar de ello, así que cambié de tema a lo primero que se me ocurrió y ella lo entendió perfectamente.

Cuando terminamos, recogí los platos, los puse en el lavaplatos y di el agua.

-¿Qué estas haciendo?- me preguntó poniéndose al lado mío.

-Tu cocinas, yo lavo- le expliqué.

-No tienes que hacerlo, yo te invite.

-No me molesta, quiero ayudarte. No seas cabeza dura.

Ella rodeó los ojos -De acuerdo, tu lavas, yo enjuago y seco.

-De acuerdo- dije tirándole agua a la cara.

Ella abrió la boca y dio una paso atrás por la sorpresa -¿Qué fue eso?

Me encogí de hombros -El sello del trato.

Levantó una ceja y me lanzó más agua de la que yo le había tirado a ella.

Me reí -¿Y eso qué?

-La firma- me dijo -. Vale, paremos o vamos a tener que trapear todo después.

Luego de lavar nos fuimos a sentar al living, estuve cambiando la TV un buen rato no había nada bueno y la terminé apagando.

Lydia estaba sentada junto a mi con la piernas cruzada, estaba haciéndose una trenza, me quedé mirándola un rato. Cuando terminó, miró en todas direcciones como buscando algo.

-No hay nada que hacer- dijo.

Yo la miré un último segundo -Si, si lo hay- respondí. Y la besé, distinto a otras veces, era más rápido, más ansioso. Luego de un momento mi respiración se hizo más estrepitosa, y vergonzosamente entrecortada, pero diez segundos después ya no me importó.

Me incliné más hacia Lydia, pero ella puso una mano en mi pecho para detenerme.

Cuando abrí los ojos me percaté de que ella respiraba tan irregularmente como yo.

-¿Quieres ver mi habitación?- me preguntó sonriendo y asentí incapaz de hacer nada más.

Nos levantamos del sofá y la seguí besando y así fuimos hasta llegar arriba, digo, casi nos caímos un par de veces ¿Pero qué importa?

Cuando llegamos lo único de lo que me percaté de la habitación es que era azul claro, y de ahí nada más.

Cerré la puerta detrás de mi y avancé con Lydia hasta su cama, donde ella quedó de espaldas y yo encima de ella, nos seguíamos besando cuando puse mi mano derecha junto a su cabeza para que no tuviera que soportar mi peso, mientras que con la otra intentaba desamarrar su pelo, me costó bastante pero lo logré, y para entonces ya había pasado de sus labios al borde de su mandíbula.

-Me desarmaste el peinado- me dijo entre respiraciones agitadas y yo reí un poco al pasar de su cuello a su clavícula sin dejar de tocar su piel con mis labios, lo que la hizo estremecer un poco y deseé poder ir más rápido.

Pasé mi mano desocupada desde sus caderas hasta su cintura por debajo de su camiseta, y ahí me quedé un tiempo.

Lydia tenía ambas manos en mi espalda, luego las recorrió con sus uñas por debajo de mi camiseta desde los omóplatos hasta la parte más baja, entonces me quité mi camiseta.

No voy a describir exactamente como pasó, ninguno de los dos éramos inexpertos, así que no fue incómodo en lo absoluto. Simplemente fue genial, y fue con ella, lo cual lo hacía más genial.

Ya iban a ser las 11 y con Lydia supusimos que su mamá llegaría entre las 12:30 y la 01:00, así que nos quedamos ahí un rato simplemente hablando. Me sigue sorprendiendo lo fácil que es hablar con ella. Alrededor de las 12:15 nos despedimos, ninguno de los dos quería que me fuera, pero no teníamos otra opción.

Al llegar a mi casa, mi madre me esperaba despierta. Me sentí culpable por no haberla llamado, pero no era por eso que estaba preocupada, era más bien su inseguridad sobre si seguía enojado con ella o no. Y no era así. No lo era en lo absoluto, a esa altura ya no me importaba que hubiera mencionado a mi padre, podía hacerlo las veces que quisiera, realmente no era un problema.

Me acerqué a ella y la abracé, y le di un beso en la mejilla y le deseé buenas noches antes de irme a mi habitación. Y me respondió el abrazo, y sonrió cuando le bese la mejilla y me deseó buenas noches también.

Pasé por la habitación de Dar para darle un beso de buenas noches, por supuesto ya estaba dormida, pero no me importó.

Sabía exactamente a que se debía mi buen humor, y me alegré aún más por ello.

No me había dado cuenta de lo cansado que estaba, pero luego de apagar la luz de mi habitación y conectar mi teléfono a su cargador no recuerdo nada más sueños sobre gatos y espagueti con salsa.

Detroit Rock CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora