Prefacio

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Reserva Quieleute - 1950.

En el norte del pueblo de Forks, un lugar rodeado de naturaleza, con una  playa y un hermoso mar, bosques gigantes que ocultan a las criaturas más temibles, se ubica una casa de color azul donde viven un matrimonio y sus dos hijos.

Esa casa en donde debería haber un ambiente cálido y familiar, solo había un entorno frío y oscuro. Los gritos de esos padres se escuchaban por toda la casa, ladrándose cosas horribles, gritando cosas terribles de su hija mayor.

—No los escuches... ellos no te entienden.— murmuró su hermano mellizo, mientras buscaba con desesperación un bolso grande y fuerte.— le tienen miedo a lo desconocido, pero tu eres genial hermana, ¿Me oíste?

—¿Que haces Aidan?— respondió con voz ahogada, limpiándose las lágrimas  que caían por sus mejillas, para observar como su otra mitad guardaba su ropa en su bolso.— Aidan... me estas preocupando.

—Nos vamos.— respondió cerrando el bolso.— ¿Que esperas?

—¿Que?

—Que nos vamos.— volvió a hablar, colocando la Correa del bolso de su hermana junto con la suya -que ya la tenia preparada- sobre sus hombros, y se encaminó hacia la ventana que daba un espléndido paisaje del bosque de la reserva.— No dejaré que te encierren en esos hospitales de locos... no lograrán separarnos, ¿Entendido?

—¿Y a donde iremos?— preguntó molesta la niña de cabellos negros como el anochecer.— Ten cuidado hermano.

—Calla y sígueme.

—Oye.. soy mayor que tú.

—Solo por dos minutos... y ahora sígueme.

La niña, llamada Atnea, hizo lo que le dijo su hermano. Con cuidado, salió por la ventana y se agarró con fuerzas de la escalera oculta por las enredaderas, bajando lentamente hasta que sus pies tocaron tierra firme.

Con rapidez su hermano agarró la mano de su hermana y comenzaron a correr hacia el bosque para que sus padres cuando se den cuenta de su ausencia no los encuentre.

Corrieron con todo lo que tienen, adentrándose al oscuro y peligroso bosque.

—No tenemos a donde ir hermano... por favor, yo estaré bien.— se soltó del agarre para que pararan.— tu debes volver con ellos, a ti te quieren yo soy el problema.

—¡No! Tú no eres el problema.— la miró dolido al ver cómo su hermana piensa de ella misma.— ¡Eres genial! Puedes hacer cosas que otros no... eres increíble y ellos no lo entienden.

—Hermano por favor... vuelve con ellos, yo estaré bien.

—Y lo estarás.

Los dos saltaron del susto al escuchar una tercera voz.

Aidan agarró con fuerzas la mano de su hermana para alejarla de aquel espectro que parecia flotar sobre el suelo. Mientras que Atnea se encontraba maravillada con la persona que se encontraba en frente de sus ojos.

Al ver como su hermana no lo seguía, se colocó en frente suyo para defenderla.

—¿Q-quien, quien eres?

La persona en frente suyo, cubierta por una capa amarilla con una faja sobre su cintura de color marrón, dio una leves pasos acercándose a los niños que  cuando vio que estos retrocedían decidió quedarse al margen.

—Me llamo... Yao, pero me dicen Ancestral.

Los dos niños fruncieron el ceño al escuchar el nombre de la persona en frente suyo.

Hechicera {Jacob Black}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora