Atnea Jason vuelve a su mundo luego de ver con sus propios ojos como ese ser gigante de color morado lograba su cometido.
Aniquilar la mitad del universo.
Perdiendo allí en un planeta desconocido a su alumno.
A su amigo.
A un hermano.
Sin espera...
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Atnea se encontraba parada mirando por el ventanal de la casa Cullen, el bosque de Forks. Su corazón se encontraba latiendo rápidamente debido a las palabras dichas del Black luego del entrenamiento.
No podía quitárselo de la mente.
FLASHBACK
Atnea se encontraba sentada en el capó del Jeep del grandulón, que a su lado se encontraba Bella, ambas escuchando la historia del soldado que les explicaba su vida.
La pelinegra vió como el rubio mostraba sus brazos, dejándose ver varias pequeñas marcas de media luna por toda su piel.
Se sorprendió al ver todas esas cicatrices y escuchó con atención todo lo que vivió y sufrió en la soledad hasta que encontró a Alice en su vida.
—Obviamente ella me vio venir.— rió negando con la cabeza.
—Y me hiciste esperar mucho tiempo.— apareció la duendecilla a su lado, provocando que Atnea sonriera de ternura.
— Le pido que me disculpe señorita.— le sonrió, girándose hacia ella pasando su brazo por la cintura de la duendecilla y lo acercó hacia el.— no se que habría sido de mi sin ella.
—No tendrás que volver a ello.— le respondió Alice mirando enamorada al rubio para luego darse un beso profundo y de enamorados.
Atnea apartó la mirada avergonzada al verlos tan acaramelados y se sonrojó al recordar aquel beso que le dio el Black que sacudió la cabeza intentando quitar aquel recuerdo.
—Atenea.
La pelinegra se sobresalta al escuchar ser llamada y más al reconocer la voz del lobo Black. Miró detrás del vehículo y se sorprendió al ver salir detrás de un árbol, a Jacob, vestido con unas bermudas y remera negra de mangas cortas.
Tragó saliva, nerviosa, al chocar miradas que la apartó rápidamente para mirar a los dos Cullen y a la Swan que sonreían cómplices. La pelinegra arrugó la nariz, avergonzada, sintiendo sus mejillas rojas y calientes.
Malditos traidores.
—¿Podemos... hablar?— preguntó con timidez el lobo, esperando una respuesta de la pelinegra que le daba la espalda.
Atnea suspiró y se bajó del auto recibiendo la mirada dulce de Alice, la sonrisa burlona de Jasper logrando sentir las emociones de nerviosismo que tenía y dos pulgares arriba por parte de la Swan.
Negó con la cabeza con una sonrisa en sus labios y giró sobre sus talones para mirar de frente al Black. Tomó aire intentando calmar su acelerado corazón y asintió con la cabeza hacia el lobo, comenzando los dos a caminar hacia la profundidad del bosque.
