Epílogo

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—Está bien si quieres llorar. 

—Papá ¿Por qué estás tan obsesionado con verme llorar? 

—Porque quiero que vuelvas a ser el Stiles de antes... y sé que llorar ayuda a que puedas superarlo. 

—¿Superarlo? —Preguntó el castaño mirando incrédulo a su padre. —Lo dices como si Derek  me hubiese botado. Él no me dejó, pero esta es una conversación que no quiero tener contigo... yo estoy bien, ya ha pasado un mes, no tengo por qué llorar y soy el mismo Stiles de siempre. 

Llevó sus manos hasta los hombros del Sheriff y le dio la vuelta para luego empujarlo delicadamente fuera de su habitación y finalmente cerrar la puerta de la misma. Se recostó de la puerta y esperó varios segundos escuchando los pasos de su padre alejarse y se golpeó la cabeza contra la puerta, comenzando a derramar las lágrimas que derramaba cada día. 

No se sentía bien, pero no quería que nadie más supiera de ello, por eso mismo se hacía el fuerte todo el día, todos los días... pero en la noche le era imposible no llorar, llorar por su primer amor, llorar porque lo perdió y tal vez más nunca volvería a verlo, llorar porque lo extrañaba y llorar porque tal vez y sólo tal vez Derek se sentía de la misma manera, pero no había manera alguna de saberlo. 

Hasta el momento Stiles sólo entró a la habitación de Derek una sola vez, y por más que le decía a su padre que debía deshacerse de todas las cosas que habían ahí este se rehusó en un principio, pero finalmente accedió a donarlas a caridad. 

Stiles caminó hasta su cama para poder acostarse sobre ella, hundiendo parte de su rostro en la almohada y llenándola de lágrimas, nunca podía parar, siempre terminaba quedándose dormido sin darse cuenta y en sus sueños era el único lugar en donde encontraba paz. Y ahora su almohada no era la única cosa que debía tener para poder dormir, ahora se había sumado a esta aquel peluche de lobo negro que le había regalado a Derek el día que fueron a la feria. Stiles no podía dormir sin abrazar ese peluche. 

Nadie dijo que iba a ser fácil, pero nada es imposible. Con el pasar del tiempo aquella herida comenzaba a doler menos y los llantos nocturnos comenzaron a hacerse más cortos hasta que desaparecieron por completo. Stiles aún tenía a su padre, tenía a sus amigos quienes nunca lo abandonaron y nunca dejaron de apoyarlo, y él solamente era un adolescente de 16 años, se iba a enamorar más de una vez en la vida y logró entender eso. 

Comenzó una relación con Danny, su amistad llegó a ser tan fuerte que pensaron que podían ser algo más y ambos decidieron darle una oportunidad, pero el compromiso de una relación con Stiles hizo que Danny se diese cuenta de que no era tan malo, pero que a quién en realidad quería era a Ethan, y por eso mismo terminaron. Aún siguieron siendo amigos y nunca se volvió incómodo entre ambos, y finalmente Danny inició una relación formal con Ethan. 

Un año después. 

—Odio las matemáticas. No tienen sentido. 

—Las matemáticas son esenciales.

—¿Para qué? —Preguntó frunciendo el ceño al extraño que estaba frente a ella. 

—Saber cuanto debes dejar de propina en los restaurantes. 

—Buen punto. —Mencionó en una ligera risa. —Eso no quita que sea muy mala con ellas. 

—Yo puedo ayudarte y mostrarte mis apuntes si quieres. 

—Me encantaría... 

—Igual a mi. Me llamo Stiles, por cierto. 

—Malia. Ya sabes, la chica nueva... 

Y así Stiles conoció a alguien nuevo, que poco a poco se fue ganando su cariño hasta que terminaron en una relación. 

Living with a stranger || SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora