♠•Capítulo 8•♠

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Poco a poco la castaña va abriendo sus ojos y la vista se le empaña un poco debido a la luz que hay en la habitación.

—Ya era momento de que despertaras —esa voz provino de alguna parte de la habitación, pero no veía a nadie dentro de ella.

Su sistema de alerta se activo en cuanto sintió una respiración pesada cerca de su cuello. No pudo siquiera soltar un chillido por la mordaza que tenía presa a su ya reseca boca.
El miedo la invadió y atravesó cada fibra de su piel.

—Sabes...llevas poco menos de dos días aquí atada a esa silla y sin probar un solo bocado de alimento, he de suponer que te sientes mal —al parecer el hombre se comportaba un poco irónico y eso a ella, la molestaba de sobremanera...¡realmente era un imbécil!

Aquel hombre soltó una sonora risa al saber que la chiquilla se había molestado por su comentario.
Caminó lo suficiente hasta posicionarse en frente de la chica y atrapó totalmente la atención de esta, pues ella lo recordaba y claramente sabía quien era.
Quitó la mordaza de su boca, para dejarla hablar.

—¡Tú! ¡¿Cómo es posible?! ¿Por qué lo hiciste? —la castaña se encontraba totalmente alterada y eso era algo que el chico esperaba.

—Confieso que me agrada en gran medida que me recuerdes —el castaño estaba evadiendo sus preguntas al parecer.

—¡Eres un imbécil! ¡¿Cómo te atreviste a secuestrarme?! ¡Yo no tengo dinero si es lo que buscas! —
el joven castaño volvió a reír y eso la colocó más furiosa —¡¿Qué es tan gracioso?!

—Vamos, tranquila guapa. No tienes porque alterarte demasiado, no te he traído aquí por dinero si es lo que te preocupa —le rectificó el chico —Mi nombre es Park Jimin y en verdad lamento que pases por una circunstancia...un tanto compleja, pero es necesario porque necesito algo de ti.

La castaña le dio varias caladas al aire y nuevamente retomó la compostura.
—Ya dije que no tengo dinero.

—Y yo te digo que no es eso lo que quiero de ti, el dinero a mi me sobra a cantidades grandes. —su mirada intensa de alguna forma tenía efecto en la chica, pues lograba provocarle nervios. —Quiero negociar contigo.

—¿Negociar? —ella realmente no comprendía a que se refería. Es decir, que le podría interesar a él de ella como para secuestrarla y obligarla a negociar.

—Si, te propongo un negocio del que te aseguro que ambos saldremos bastante beneficiados —sonrió con coquetería y arremangó su camisa.

La chica no lo pensó mucho para tener una respuesta, y es que lo que sea que quiera negociar ese chico con tal de darle su libertad nuevamente y dejarla en paz, lo haría.

—Si quieres negociar, podrías por favor empezar por quitarme estas cuerdas que ya no soporto —le pidió como primera instancia.

—Claro, si promentes no ponerte como una fiera y saltarme encima en cuanto te desate —se colocó de cuclillas frente a la castaña y alzó una ceja.

Al tenerla más de cerca y apreciar de mejor manera su rostro, podía notar las lineas que se dibujaban en su frente cada vez que refunfuñaba, la forma forma que adoptaban sus labios y como estos hacían notar más el pequeñisimo y casi invisible lunar en la parte derecha inferior de su labio. Eso le parecía demasiado sexi, sin entender el por que.

—Esta bien, solo por favor desatame ya, que no soporto más —le pidió nuevamente ella.

Jimin la desató y la llevó fuera de la habitación, invitándola a sentarse en uno de los elegantes sillones blancos de la reluciente sala.
Ordenó a una de las empleadas que se encontraba ahí que le trajeran comida a la castaña y una botella de vino tinto.

El Perfeccionista [Park Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora