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La ojiverde llegó a casa con una hermosa sonrisa, con el corazón bombeando a mil, Camila la quería tanto como ella. Estaba decidida en decirle a Clara lo que pasaba en casa cuando ella no estaba no le importaba lo tarde que llegara de trabajar, ella debía echar al hombre que le hacía tanto daño.

Agradeció profundamente no encontrase con su progenitor en casa,
-Gracias a Dios-. exclamó. pensaba salir lo más rápido de allí y quizás volver en la hora en que su madre volvía.
Subió las escaleras dispuesta a tomar un baño y relajarse, Camila vendría por ella en unas horas y quería ponerse bonita para ella, sólo quería llenarla de besos, abrazos y promesas de un futuro mejor a su lado, quería confesarselo.

Ingresó a su habitación y se quedó petrificada en el marco de la puerta, inmóvil al ver a su progenitor sentado en su cama, la sonrisa que tenía se borró. Se quitó rápidamente la pulsera que Camila le había regalado y lo lanzó a un costado sin que él lo notara, Michael la veía con los ojos rojos, fijos en ella.
Estaba atemorizada y enfadada a la vez, ¿A caso no la dejaría en Paz nunca?, Michael la veía con una mirada divertida y perversa. La notaba tensa, siempre es así pensó.


-Hola hija ¿No saludarás a tu padre?-. usó ese tono de cinismo.
-Estuve un mes lejos, ¿Es que acaso no me extrañaste?.


-Deja-déjame en paz p-por favor-. se le aguaron los ojos de rabia e impotencia.


-¿Ya no te quieres divertir conmigo?-. Fingió inocencia, al escuchar ese cinismo se sintió enferma, no quería demostrar debilidad como antes, apretó los puños dispuesta a salir de ahí.

Michael lo notó y se levantó rápidamente, la volteó y quiso besarla.


-No... no me hagas daño-. Dijo casi audible y bajó la cabeza.


-Vamos a divertirnos-. refrego su pene en el muslo de su hija para hacerle sentir que estaba listo.


-¡No!-. gritó con fuerza. -¡No más! -. le escupió en la cara para safarce del agarre.


-¡Estúpida! Te voy a enseñar a respetarme-. rodeó su cuello con ambas manos, ella no se iba a rendir tan fácil, le propinó un leve golpe en la nariz por la falta de fuerza y a él le causó gracia sus torpes intentos, la soltó.

-Le diré-. toció. -todo a mamá maldito enfermo-. sollozó por la fuerza usada por él, la lastimaba tanto.
Michael se desespero ante esa idea pero que más daba si igualmente se iba a largar de ese lugar.


-Tú no dirás nada, eres solo una imbécil de mierda. Muy manipulable-. la abofeteó. -¿Ya se te olvidó que puedo matarlas a ambas?.

Estaba horrorizada, desde la primera vez que pasó, no había vuelto a golpearla, podía leer la furia en sus ojos, temió lo peor cuando sintió que le acariciaba la yugular con un abrecartas.

-Por...favor... reacciona...soy tu hija. No puedes seguir haciendo esto-. suplicó llorando.

-Eres una malagradecida, no supiste disimular lo que te daba ¿Ya olvidaste quién te hizo mujer? Todo se quedó en familia-. espetó cínico.

Lauren no podía creer lo que estaba pasando, el día más felíz de su patética vida había sido ese, con la propuesta de Camila luego llegaba a casa, a su lugar seguro y se sentía como la mierda.
¿qué podía hacer? Sucumbir a sus sucios deseos para proteger su íntegridad (o lo que quedaba) emocional y física, porque estaba tan dañada.

Decidió rendirse sin más, total ¿quién le creería?. Derrotada preguntó.
-Dime...que... es lo que quieres-. intentó calmar sus miedos, sabía de sus asquerosos deseos.


Mi Ángel  (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora