CAPITULO V

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CINCO.

• Se entenderá la línea de esta historia muy fácilmente si no la lees de manera fácil o directamente lógica•

NOTA: Las pequeñas palabras en cursiva es la voz que escuchan los protagonistas en su mente, no son sus pensamientos.

"Cada historia parecía ser diferente, pero estaba narrada solo desde sus perspectivas"

"Cada historia parecía ser diferente, pero estaba narrada solo desde sus perspectivas"

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El cielo mantenía aquel color gris cobrizo de invierno; las hebras de mi cabello se desataban por todos lados cuando el viento chocaba contra ellas, las cortinas por cada lado se movían en un vaivén delicado, entorné un poco mis ojos para poder apreciar mejor la ventana del frente, nuevamente ella estaba ahí, su cabello recogido en una trenza a cada lado, sus ojos fijos y una gran sonrisa se volvieron a mí, sonreí de vuelta y levanté las cejas con diversión cuando observe que un chico de su misma altura yacía durmiendo en su cama.

—Buen día Katell —saludó, pero al ver mi expresión rápidamente regresó a su costado observando con detenimiento al chico que acababa de despertar—. Ya sabes, una noche de fiesta. — bufó con su típica expresión en su rostro restándole importancia.

—No tan bueno como el tuyo Ren. —decidí dejarla con su amorío de una noche, cerré las ventanas de mi habitación y las cubrí con las cortinas.

Tomé una de las toallitas húmedas que se encontraban en mi tocador: limpie cuidadosamente el rímel caído de cada uno de mis ojos, el labial que salía horriblemente de su lugar, quité todo el rastro de maquillaje que al parecer use la noche anterior y mi piel por fin estaba limpia. Indagué con mis manos bajo la camisa de franela que llevaba, y sí, mi ropa interior estaba en su lugar, sonreí a mi reflejo y abrí la puerta para desayunar.

—Huele muy bien... —olfateé varias veces hasta llegar detrás de mi madre, sus manos picaban ágilmente las frutas que se encontraban en la tabla.

—No hagas eso Kate, es desagradable.

—Disculpa, olvide que estaba con la reina de Inglaterra. —observé la pequeña sonrisa de lado que adornaba su rostro antes de fulminarme con la mirada.

—Siéntate, te serviré.

—Gracias, puedo tomarlo, no eres mi sirvienta mamá. —caminé a la alacena y tomé dos platos; en la sartén habían huevos revueltos junto con tocino así que los coloqué igualitariamente.

Regresé a la mesa seguido de los cortos pasos de ella, quien traía un yogurt junto a un jugo.

—Gracias Kate te adoro.

—Siento que me adoras solo cuando comemos. —bromee, tomé el yogurt que había llevado consigo.

—¿Jugo?

UNA CURA PARA HADLEY®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora