CUARENTA Y CINCO.
ULTIMO.
La sala de espera de aquel hospital solo hospedaba a cinco familiares, uno de ellos se traba de Amelie, hermana de dos hombres que aportaron una gran investigación al mundo psicológico, o al menos así se podría llamar. La rubia descansaba en una de las sillas de la sala mientras que por afuera el sol comenzaba a pintar el día con una resplandeciente luz cálida, el movimiento en el hospital no se detuvo en ningún segundo, ni siquiera en la madrugada cuando ella logro cerrar sus ojos por un corto lapso y mucho pero en la mañana cuando algunas ambulancias llegaban con pacientes directo a emergencias, una vida dura, pensó.
—Señorita Amelie. —una de las enfermeras llamó su nombre.
—Aquí.
—La señorita Hadley ha despertado de su coma.
Sonrió con felicidad, cinco días durmiendo en el hospital no era algo muy acogedor que digamos, siguió a la enfermera hacia el cuarto de cuidados intensivos en donde se encontraba ella. Sus ojos se mantenían abiertos observando el techo, tenía varios cables pegados a ella y un suero que la mantuvo viva todo ese tiempo.
—Ella estará bien, la revisamos y el coma no dejo secuelas graves —informó el doctor. — Ahora por favor nada de alteraciones.
—Entiendo. —la enfermera junto al doctor salieron de la habitación.
Por un instante creyó ver a la Hadley del pasado, no de tan atrás más bien esa Hadley que creía ser igual a sus hermanos.
—¿Cómo estás? —emitió su voz con tanta delicadeza para que no sirvieran de chispas y encendieran aquella llama de ira que creyó ver en Hadley.
—Bien, supongo —por fin dejo estar el techo y bajo su mirada a la rubia que esperaba expectante sus tan ansiadas palabras —. Gracias Amelie. —inesperado.
Pensó en que responder, sus agradecimientos no los vio llegar ahora o más bien nunca, parecía ser otra; sin embargo, la única diferencia consistía en su mirada, ahora sus ojos brillaban a gran intensidad por lo que parecía estar feliz de que su cinteo de suicido fallara.
—Perdón. —nuevamente volvió a sorprenderse por tan repentina confesión.
—No, no tengo nada que...
—Por fin entendí cuál era su punto, por fin pude hacerlo —su voz sonaba entusiasta incluso una sonrisa se dibujó en su rostro al mirarla —. Por fin quiero vivir.
—Hadley, Ernst y Evans dejaron esto —estiró su mano junto con dos sobres —. Ellos dijeron que te los entregue cuando despiertes.
—Muchas gracias.
—Ahora te dejare para que puedas leerlas.
Hadley abrió los sobres y sobraba decir que su entusiasmo por leerlos era inmedible. Observó las letras frente a ella, pero no entendía y literal no sabía cómo era leer, intentó entender por varios minutos y no funciono, la desesperación comenzó a alterarla, el sonido de sus latidos comenzaban a subir su volumen cardiaco y sentía perder la respiración; el doctor junto a la enfermera ingresaron velozmente y volvieron a sedarla.
—Usted dijo que el coma no dejo secuelas. —Amelie levanto la voz con cierto enojo.
—Cálmese por favor, dije claramente que el coma no dejo secuelas "graves". —recalcó lo último con obviedad.
—Entonces...
—Todos sus sentidos regresaron, pero olvido como leer, tendrá que asistir a rehabilitación por un corto periodo no es algo de lo que deba preocuparse.
Intuía que lo más preocupante para Hadley se trataba del no poder leer esas dos últimas cartas por las que estaba tan ansiosa, y Amelie no estaba dispuesta a leérselo porque se trataba de algo intimo entro ellos y ella, nadie más.
3 MESES DESPUES.
Al cobo de tres meses Hadley había asistido continuamente a rehabilitación junto a Amelie, y esta última fue testigo del cambio en su mente. Ya no habían cambios de personalidades en el día ni siquiera algún cambio en estos tres meses en los cuales asistieron juntas a rehabilitación; aun tomaba medicamentos destinados a su trastorno, pero parecía ser ya alguien como todos los demás, una chica que olvido sus traumas y los dejo atrás, se convirtió en alguien amable y fácil de querer e incluso Amelie se acostumbró completamente a ella y ni hablar de Aarón quien no quería dejarla sola en ningún instante, era como su segunda hermana.
Por otro lado Hadley conforme pasaban los días sus ansias incrustaban más, quería leer esas cartas, quería ver esas últimas palabras y sonreír por ellos. La nueva vida que comenzó a llevar le fascinaba en lo absoluto. Amelie era claramente una persona amable y Aarón un chico muy dulce, y ambos se convirtieron en su familia. Además dela rehabilitación buscó algunos pasatiempos que le ayudaran a mejorar su estilo de vida, a ver las cosas de manera diferente y con más luz, detectar las emociones de los demás y como tratar con ellas, ese día era el último de su rehabilitación y estaba más que encantada.
FIN.
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UNA CURA PARA HADLEY®
Ficção AdolescenteLos trastornos mentales han sido sinónimo de alteraciones en el pensamiento y en las emociones, lo que nos ha llevado a tener distintas conductas en relación con las personas a nuestro alrededor; Hadley ha comenzado a experimentar ciertas conductas...