CAPITULO XXXVII

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TREINTA Y SIETE.

"Sus miedos comenzaban a hacerse presentes"

"Sus miedos comenzaban a hacerse presentes"

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HADLEY.

PRESENTE.

Escapé de la habitación de Ernst a penas el desaparecio por la puerta del baño, intuí que en este hospital era una paciente padeciendo de un trastorno. Mi brazo fue tomado con fuerza y mi cuerpo introducido al cuarto de limpieza de ese pasillo. Era una chica a la que jamás en mi vida he visto.

—Dime. —desvanecí su agarre con un movimiento brusco.

—¿Quién eres tú? —volvió a empujarme contra la pared, mi espalda era la única afectada —. ¿Por qué estabas con el Doctor?

¿Doctor? Claro, debió estar refiriéndose a Ernst.

—¿Acaso aquí no existe la privacidad?

—¿Quién rayos eres tú?

—Eso es algo que no te incumbe —tomé el pomo de la puerta para desaparecer de ese cuarto tan anticuado, pero ella volvió a tomar de mi antebrazo —. Suéltame, ahora.

— Tengo evidencia y podrían quitarle su trabajo. —su mano subió al nivel de mi rostro y mostró una foto de Ernst y yo en nuestra privacidad.

Que rayos le pasaba por la cabeza a esta mujer.

—¿Y?

—Mátalo.

Enserio está loca.

—Oh si claro, ahora mismo. —volví a tomar el pomo de la puerta, pero apretó con más fuerza su agarre.

—Duele, ya suéltame. —la empujé contra la pared y salí de ahí.

¿Con que tipo de mujeres se ha metido todo este tiempo el tonto de Ernst?

Entré al siguiente pasillo que daba al jardín y nuevamente mi brazo fue sujeto de aun agarre, realmente golpeare a esa mujer. Apenas mi cuerpo se escabulló por la puerta de otro cuarto como la vez anterior mi espalda volvió a chocar contra la ella, levanté mi palma para golpearla pero mi mano fue detenida y unos labios se estamparon sobre los míos.

Evans...

Comencé a seguir su ritmo, hace años que no lo he besado y ahora por fin lo estaba haciendo, comenzó a levantar mi camisa, pero lo detuve.

—Espera.

—En verdad caramelito. —sus labios volvieron a los míos.

Ahora su lengua abrió paso por mi boca, enserio quería hacerlo.

—Detente —dije con firmeza —. Te tengo una propuesta.

—Si es indecente, acepto.

Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro y un par de hoyuelos aparecieron en cada mejilla, eras lindo condenado Evans.

UNA CURA PARA HADLEY®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora