TREINTA Y TRES.
"Camino al plan"
ERNST.
2 AÑOS ATRÁS.
Hace unos meses que no logro verla, más bien a Hadley, a la original. De alguna forma comencé a necesitar de su compañía ahora incluso estudiar lograba aburrirme de sobremanera.
Estoy en el pequeño jardín de juegos que Had utilizaba cuando era niña, aún se mantiene intacto exceptuando algunos juegos que comenzaban a oxidarse. La arena entre mis manos comenzaba a desaparecer por mis dedos, observé el pequeño terreno donde formábamos castillos de niños, se mantenía exactamente como lo recuerdo. El sol empezaba a sofocarme y debía ser por el cuello de tortuga que llevo.
Estaba pensando en irme por un tiempo de la ciudad, al menos hasta que los estúpidos mafiosos de Atlanta desaparezcan de mi vista y para eso yo mismo me hare cargo.
—Espera. —su voz me detiene, pero su tono es distinto. Al parecer estoy loco, la necesito tanto que lo último que me importa son sus estúpidas personalidades que juegan con ella.
No hay tiempo de detallarla cuando sus labios ya se encuentran estampados sobre los míos; no pude evitarlo, me hacía falta.
—¿Quién eres? —pegué mi nariz sobre la de ella y aspiré su aroma, no pude evitar enfurecer por la estupidez que había hecho.
Su cabello estaba rubio, en estos meses habia crecido varios centímetros y sus ojos eran color oscuro.
—Katell—
—Deberías saber con claridad que ese cuerpo no es tuyo, no puedes hacer con él lo que te plazca, niñita. —decidí irme, no lograría controlarme frente a ella y sus estupideces.
—Así está mejor, ella me aburre.
—Lo que pienses me importa demasiado. —dijo con sarcasmo.
—Ella esta—
Dije no, que no podría hacerlo y estaba en lo correcto.
—Ella, piensa muy bien lo que esa sucia boquita va a soltar —tomé su cabello por detrás y la pegue a mi rostro —. Porque por ella aun sigues respirando.
—Porque er—
—Lárgate de mí vista.
—¿Qué?
—Si lo digo de nuevo, se lo diré a un cadáver.
Sonó algo estúpido, pero si alguna vez llegaría a ser necesario por Hadley debería torturar a esa insinuosa personalidad que odio tanto. Antes de irme ya que ella no movió ni un musculo inhalé por última vez el aroma de su cabello.
—Te odio.
Antes de salir del país decidí dar una visita de cortesía. El aroma a vacío comenzaba a mezclarse con el mío, algunos cuervos oscurecen algunos árboles de los alrededores, una estatua de un ángel se encontraba en el centro del cementerio dando una vista más lúgubre al paisaje. Frente a la lápida de Eros esta Evans, podría decirse que sería un buen encuentro después de tanto tiempo, compartimos a la misma chica; sin embargo, no nos gusta compartirla en una misma escena. Vivimos en países diferentes, pero a veces coincidimos en Portland con un solo objetivo del cual ya sabrán.
—Esto es lo que llaman visitas vacías. —dice sin siquiera quitar la mirada de la lápida.
—Sí y también podrías llamarlo agradecimiento, si no fuera por él—
—Sí, no la hubieses conocido. —claro que es Evans, el frio Evans que es mi hermano.
—Me iré del país.
—Acabo de llegar, ten un largo viaje por favor.
—Ella ha comenzado a apoderarse de su cuerpo y mente. —debe saberlo, supongo que no la ha visto todos estos meses.
—¿Cuánto tiempo?
—El necesario para hacerme perder la paciencia.
—Ya veo —sus ojos se perdieron en el paisaje por un corto lapso —. Pero tú eres el doctor loco, deberías ayudarla, pagare todo.
—Dinero es lo que menos me hace falta, me tomare este tiempo y lo investigare.
—Estaré pendiente. —dio vuelta.
—Vela por ella mientras me ausento.
—Velare por ella hasta mi último suspiro. —su presencia se alejaba con cada paso.
Observé por última vez la lápida de Eros, pero la nota que estaba sobre ella llamó mi atención, la tomé en mis manos, ya veo. Los códigos eran algo así como una técnica especial que Eros utilizaba para comunicarse con Had, así que Evans y yo también lo aprendimos, pero solo eran cuatro códigos.
435... ¿Dónde estabas?
675...: Fuera, eliminando escoria.
485... ¿Te quedaras conmigo?
257...: Por siempre.
Simples preguntas cotidianas entre ellos, decidí no perder mi tiempo tratando de buscar como los había creado después de todo era un juego de niños.
—Una promesa es más importante que una vida —lo era, para mí —. Cumpliré lo que te prometí, matare al bastardo de Elián apenas tenga un segundo de libertad.
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UNA CURA PARA HADLEY®
Teen FictionLos trastornos mentales han sido sinónimo de alteraciones en el pensamiento y en las emociones, lo que nos ha llevado a tener distintas conductas en relación con las personas a nuestro alrededor; Hadley ha comenzado a experimentar ciertas conductas...