CAPITULO XLI

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CAURENTA Y UNO.

"Un dolor incesante"

"Un dolor incesante"

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HADLEY.

El tiempo se había convertido en lo menos relevante para mí, las fechas no parecían ser exactas y más que eso solo sentía el pasar de los años, esta vez se cumplían dos años y yo estaba en Roma. Las personas parecían mantener una burbuja muy diferente a las que sostenían las personas en Portland, algunas caminaban con una cámara en sus manos, otros por el contrario solo disfrutaban el paisaje justo en ese momento, no perdían el tiempo como yo, caminando sin un lugar fijo, o más bien sin ningún objetivo de vida. He asistido a varias conferencias en donde creí que al menos podrían mostrar algo de razón sobre las últimas palabras de Evans.

"Perdónalos"

Perdonarlos solo lograba sonar completamente imposible en mi mente, pero a la vez era lo más apropiado, pero ¿ante quién debía arrodillarme? Frente a una iglesia o frente a un ritual satánico porque a aquellos a los que debía perdonar se encontraban en algún lugar maldito, pero no en el cielo.

Creía que las personas que debían pedir perdón era las que me hicieron daño, pero aquella duda aún quedaba escrita como una nube de humo, y pam, desaparecía en un abrir y cerrar de ojos, no lo comprendía y quizás cuando lo llegue a comprender sea demasiado tarde, pero supongo por lo paradójica que es la vida; cuando llegue ese momento donde todo tiene sentido y todas las preguntas lleguen a tener respuestas, ahí, dejare de sentir este dolor.

Por un momento quise seguir con mi vida, no podría llamarla una vida normal, solo quería seguir con ella, con "vida", los sacrificios de Ernst y Evans me obligaban a hacerlo de cierta forma, pero también me mostraban un nuevo camino que en la mayoría de veces quería abandonar por el simple hecho de no tenerlos a mi lado como hubiese querido. Quizá sí, podría sonar una completa tontería, pero a diferencia de todos ustedes las únicas personas al paso de mis 22 años que me mostraron algo de "cariño" fueron ellos.

"cariño"

Ese término...era totalmente relativo, yo mantenía la idea de cariño tal y como ellos me la habían enseñaron, porque quizás para otra persona el cariño sea golpear y para otra sea dar dinero; es por eso que los quería a mi lado, no sentí lo que era una madre y mucho menos algo llamado padre, solo sentí traumas, miedos y odio. Recuerdo el día que mamá trajo a un padrastro, quiso defenderme en uno de sus ataques de ira, pero mamá lo mato. Creo que no tenía la culpa, claro que no la tenía, pero ¿a quién debía echársela? A nadie.

Ahora que lo pensaba mi mente se volvió tan débil y poco resistente que dejo manipularse por una simple personalidad creada por mí, lo creía patético, pero ¿era culpa mía? Al parecer sí. Quisiera deshacerme tan fácil de este odio hacia todo lo que me rodea, así como suena tan fácil decir "perdónalos" y listo.

Nunca fui la buena, o así es como yo me describía, Candy era la chica dulce, Nath la chica mala, Gastón el chico fuerte y el que no quise crear, y Katell... ella debió ser a quien envidiaría, pero fue la personalidad que se llevó consigo las dos almas más preciadas para mí. Ernst y Evans fueron considerados Psicópatas, si veías sus cerebros por medio de una radiografía tenían más semejanzas entre ambos y más diferencias con un cerebro normal, ellos no sentían o al menos eso es lo que la mayoría de artículos demuestra ¿no? Pero ningún artículo demostró lo que ellos querían sentir, es por eso que ellos no sentían pero si entendían a la perfección de que se trataban las emociones, cuando se empezaban a sentir y cuál era su intensidad con el pasar del tiempo. Esos dos chicos que no tenían emociones fueron los únicos que lograron entender todas mis emociones, y echaron a la basura todos esos artículos que decían que mi enfermedad no tenía cura, la buscaron e incluso sacrificaron su vida para regalarme un poco de estabilidad; esa es la única razón por la que aun quiero pisar esta tierra, mantener esta carga que antes era de 100kg y ahora es de 99kg gracias a ellos. Al paso de estos dos años entendí que más que mi dolor lo que aún me mantiene de pie es aquella voluntad hacia ellos.

Perdón + Voluntad = Felicidad.

Esa misma fórmula era la que se pintaba en mi cabeza ciertos días como el de hoy en los cuales lo único que podía hacer era pensar en lo que estoy haciendo con mi vida, recordarme cada día porque quería levantarme de mi cama y no ahogarme con un aire toxico que por fin me quitaría ese peso, quizás nunca me cansaría de recordármelo.

Al final de cuentas mi vida se sentía tan vacía, tan...tan inestable, era la misma sensación con la que los años me trajeron al presente ¿por qué bebía afectarme ahora? Por qué creí que tendría algo que cuidar y proteger, alguna razón para no tirar todo y rendirme, pero así mismo el universo se encargó de apartarlos de mi camino, alejarlos para siempre, y me dolía, me dolía incesantemente, como había dolido todos estos años. 



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