CAPITULO XXV

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VEINTE Y CINCO.

"Una esperanza de luz"

"Una esperanza de luz"

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—No sé a lo que te refieres. —dije contundente, a simple vista la persona que debía estar en este lugar era ella.

—Bueno, puedes llamarme si necesitas algo. —me entregó una tarjeta con su nombre.

Amelie Burgot.

Tomó su bolso y salió.

Era la hora del almuerzo así que caminé a la cafetería. La idea de buscar una sola forma de contactarme con Ren cohibía mi cerebro, la mujer extraña me llenó de dudas, quizás algo de eso podría estar conectado a la muerte de mi madre o tal vez, no, nunca la había visto a en mi vida.

Mentirosa...

Lo ignore, esa hora del almuerzo solo era para los pacientes estables, los leves como yo, algunas mesas estaban ocupadas, en una mesa del fondo se encontraba un chico, era joven y supongo que de la misma edad que yo, su cabello negro y sus ojos del mismo color, su mirada se encontró con la mía y casi suelto mi puré, pero sonrió cálido y levantó su mano en forma de saludo, devolví la sonrisa y decidí comer en esa mesa.

—Hola. —saludó alegre.

—Hola.

—La favorita del doctor —estiró su mano —. Mucho gusto, soy Aarón.

—Katell —hicimos un apretón de manos —. Y no soy la favorita del doctor.

—Claro... —dijo con una pizca de burla —. Debería serlo yo. —levantó su voz.

—Okey...

—Eres muy bonita, pero no la gran cosa. —lo decía sin intenciones de lastimarme, empezaba a suponer lo que padecía.

—Gracias.

—Peine mi cabello como diez veces y sigue rebelde. —refutó con molestia.

—Está muy bien.

—Entonces te gusto.

—No quise decir eso.

—No te preocupes, es normal. —lo dijo con tanta naturaleza que casi le creo.

Trastorno Histriónico, estaba más que segura.

Todos empezamos a salir de la cafetería, cuando la mayoría se había dispersado acompañé Aarón a su habitación, en el camino continuo platicándome sobre su familia y de cómo había llegado a este lugar, cerca de una maquina dispensadora de bebidas estaba Evans, sujeto a su camisa de fuerza, le dijo algo a uno de los enfermeros y este pidió un jugo de limón. Giramos por el pasillo y llegamos a la puerta de la habitación. Aarón la mayor parte del tiempo se mantuvo en silencio, como si analizara algo, supongo que fue parte de su trastorno, nada más.

UNA CURA PARA HADLEY®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora