VI. Cerca de Suspirar ㊙

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VI. Cerca de Suspirar

Lo primero que Hinata vio al abrir los ojos fue un pájaro azul dando saltitos junto a una flor cosmos en la mesita de noche cercana a su lecho. Se impresionó, sí, pero tardó poco en asociarlo a Neji. «El encantador de Azulejos» Aunque, si lo pensaba con cuidado, Neji no era precisamente del tipo de chico romántico que envía flores con un ave. Divagó tantos minutos más al respecto, hasta recordar que Tenten le había exigido algo hacia unos días atrás, relacionado a la «recolección». Haciendo conjeturas y atando cabos sueltos, fue capaz de adivinar que este era el favor final que se le debía.

      Pero, ¿por qué?

      La heredera se despojó de las gruesas mantas, revolviéndose inquieta. Era hora de preocuparse, ¿por qué Tenten insistía tanto en obligar a Neji Hyūga a tener con ella todas esas atenciones? Primero el beso y ahora esto. Era casi como si supiera —por más imposible que fuese— cuan enamorada se hallaba Hinata de él. ¿Cómo iba a averiguarlo? No, no, era en exceso absurdo. Sólo se encontraba paranoica porque los malos sueños todavía no cesaban. No es que nadie estuviera enterado de nada.

      Dos toques sobrios a la puerta de madera la asustaron.

—Hinata-sama, buenos días, ¿ya se encuentra usted despierta?

—¡No! —chilló ella.

      Neji estaba impresionado de lo transparente que podía llegar a ser su protegida. Cosa que, claro, la convertía en una linda chica pero en pésima mentirosa. Hasta un tonto hubiera adivinado que, de un modo u otro, algo no andaba bien.

—Cuando responde así, no solo me entero de que ya despertó —comenzó—. Sino que también hace obvio que tiene algún problema, ¿ocurre algo malo?

—Nada, no, nada de nada —«Que no abra la puerta, que no abra la puerta»—. Está todo muy bi-en.

—Voy a pasar.

      Cuando lo hizo, mínimo esperaba encontrar a Hinata queriendo ocultar algo como los síntomas de un inicio de gripe, el miedo de una reciente pesadilla, o a lo mejor una cosa más grave; haberse lastimado otra vez por accidente la torcedura de tobillo. Sin embargo, solo la encontró, hinchada, roja (como si fuera eso extraño) con un remolino en el lado izquierdo de la cabeza. Y un pajarito azul cantando para ella en el alféizar.

      Por la cara que puso Neji, no se podía decir que estuviera enterado de las intenciones del azulejo.

—¿Qué hace aquí esa ave? —preguntó estudiándola con la mirada—. ¿Usted aprendió a llamarla?

—No, cuando desperté ya se encontraba aquí, creí que la habías llamado tú.

—¿Yo? ¿Para qué iba a hacerlo?

—Es que me trajo una flor —explicó aún halagada—. Una cosmos.

—Jamás le enviaría una flor tan vulgar ¿No las encuentra usted de mal gusto? Se las ve por todos lados como a cualquier hierba mala —dijo lanzando una mirada de reprobación al nervioso pajarillo—. En lo personal prefiero las rosas, o las camelias.

—No pensé que te gustaran las flores, Neji-niisan.

      Él pensó en defender su posición, hacer una aclaratoria. Pero apenas abrió la boca, prefirió callar, no era momento para dar opiniones. Ya hablaría luego con Hinata acerca de si tenía o no inclinaciones por la jardinería.

—Hinata-sama, Ino y Sakura la están esperando a las afueras de recinto Hyūga. Dicen que tienen algo muy importante que comunicarle —informó con eficiencia—. ¿Desea que las haga pasar?

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