XI – Botón Blanco
Neji buscó esa mañana un lugar despejado para meditar a profundidad. Eligió su zona favorita en las afueras de la aldea, por las faldas de la montaña donde entrenaba con su equipo; un claro cubierto de césped verde y amurallado por frondosos árboles que conferían sombra. Allí se sentó con las manos sobre el regazo y los ojos cerrados a serenar sus pensamientos. No le importó la brisa gélida a intervalos, ni las hojas doradas que caían crujiendo de las copas. Ignoró las señales del otoño.
Su mente estaba convertida en un absoluto caos y necesitaba resolver eso cuanto antes.
Analizando en retrospectiva el encuentro con Hinata (sin la sangre caliente), era más fácil darse cuenta de las anomalías en la conducta de su prima. Al principio, cuando entró en su habitación, actuaba dentro de los límites de la normalidad propia de ella, aunque era bastante extraño que hubiese ido allí por su propia voluntad, sin morir de vergüenza. De todos modos, hasta entonces se parecía bastante a la Hinata que él conocía. Tierna, con los gestos suaves. Tímida y con la mirada baja. Las palabras temblorosas, dulces. Pero luego su conducta se fue torciendo. La primera vez que lo besó en la noche había sido bastante abrupta, como si de verdad hubiera ido a verlo, no porque se él se sintiera mal, sino porque buscaba la más mínima oportunidad para empujarlo al abismo sin contemplaciones. La madrugada, quizá volviéndola valiente o en extremo caprichosa, le robó la cordura. Ambos se habían precipitado y fue ella quien lo propició.
¿Lo más extraño de todo? Que Hinata nunca habría hecho una cosa así. No al menos sin sufrir insuficiencia respiratoria, un paro cardíaco y cinco desmayos en el proceso. Durante el reto de Tenten se dieron tres besos de los cuales uno fue indirecto, por los clones de sombra, y los otros dos bastante sencillos. No hubo momento en el que su prima no se hubiese mostrado ridículamente nerviosa; desvaneciéndose en segundos, pretendiendo ser un ovillo de lana en el suelo, colorándose hasta alcanzar el tono exacto de las amapolas.
Sin embargo, en esta ocasión, Hinata luego de decir algo que a él le hubiese gustado escuchar, fue a aprisionar sus labios, suplicó por un consentimiento que en realidad no le importaba y volvió a besarlo aproximadamente veinte veces, dejándolo apenas respirar. Con la flexibilidad elegante de una serpiente se enredó en el cuerpo débil de su victima y, silenciosa, lo indujo a morir a en sus brazos. Manipuladora, sofisticada, consciente de cada acto. Esa no era Hinata.
¿Y la palabra amor?
Neji no la había escuchado de los labios de la princesa en toda la noche, tampoco hizo preguntas al respecto. No tuvo estómago. Solo el cielo sabía qué era capaz de hacer si recibía una negativa.
Lo que lo llevaba al siguiente escalón del problema. Tener miedo de una negativa. Significaba que estaba enamorado de Hinata hasta la médula. Y todavía no era capaz de decidir si el aquello llevaba años engendrándose en él para estallar de pronto, o era que, de un momento a otro, por estrechar relación en los últimos meses, los sentimientos hacia ella habían cambiado.
¿La secuencia lógica qué datos arrojaba?
Los tres besos fueron el punto de partida. Le habían gustado, ya fuese que le encantase decir que le daba exactamente lo mismo besar a una piedra, no se trataba de otra cosa que una mentira. Estar por momentos sobre la boca de su prima era agradable. «Aunque quizá» pensó intranquilo «besar a cualquier chica se sienta bien».
Cosa que podía ser perfectamente cierta, pero entonces, ¿cómo explicaba los estruendosos celos desatados dentro de su pecho, cuando llegó a su mente la lejana posibilidad de que Hinata estuviese con otro chico? Porque, aunque lo sulfuraba usar la palabra celos, no había otra y él sabía que, si quería llegar a una conclusión buena, debía dejar de mentirse. He aquí la preciosa verdad: observar desde las sombras el rechazo de Kiba le había sentado mal por tres razones, la primera era que ahora odiaba a Inuzuka porque conocía el interés de este hacia Hinata, la segunda que la sangre le hervía de pensar en Hinata con algún otro chico y la tercera que darse cuenta de que tener celos lo podía convertir fácilmente en un monstruo. Claro, de momento no haría algo estúpido. Comportarse como un animal o rebajarse al nivel de Kiba le era impensable. Pero ganas no le faltaban.
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Silhouette ㊙
Fanfiction[NejiHina] Hinata Hyuga vive con la latente preocupación de que su primo la detesta. Se lo demuestra durante los entrenamientos, las misiones, las reuniones de clan. Casi nunca deja pasar una oportunidad para ser cruel con la joven kunoichi. Sin emb...