VII. Festival de Verano
Neji se encaminó al dormitorio de Hinata a media mañana. La encontró despierta bebiendo té y mirando el cielo por la ventana junto a un racimo pequeño de cosmos que reposaba cerca de su brazo en el alféizar. No había nada de especial en la escena, pero a él se le antojó un poco nostálgica; probablemente fuese culpa del aire sereno en la postura descuidada de la princesa. No se hallaba sentada correctamente. No resollaba de los nervios. No pretendía complacer a nadie, ni al clan, ni a su padre, ni si quiera al propio Neji.
Estaba a su aire, eso le agradó.
—Buenos días Neji —dijo ella antes de que él se le dirigiera—. ¿Cómo dormiste? Anoche hizo mucho frio.
—Hinata-sama, el festival de verano empieza en una hora, ¿dónde se van a reunir Ino y Sakura? —sin introducción.
—Creí haberte dicho que no voy a ir —respondió Hinata con la misma contundencia—. Ya estaba preparada para que hicieras eso, para que vinieras y... y actuaras así, lo he pensado durante estos cinco días, y estoy mentalmente preparada para responderte que no.
—No complique las cosas. Usted no quiere ir porque piensa que para mí supone una molestia, y para mí lo que realmente supone una molestia es que usted me tenga tanta consideración. Lo pido tan educadamente cómo es posible. Vístase y venga conmigo.
Hinata nunca estaba segura si es que Neji era muy convincente o ella muy manipulable. Él lograba hacer que aquello de persuadirla se viera fácil. Cualquier cosa que su voz dijera sonaba infinitamente razonable y ni quien pueda resistírsele. Ella lo pensó diez veces, lo analizó, desglosó la idea; memorizó lo que haría, lo que diría, mantuvo fija la intención del carácter firme. Pero ahora... ¿de qué servía tanta preparación si se iba a desmoronar así ante sus primeras palabras? Negándose se vería caprichosa y de cierto modo, él decía la verdad, solo lo fastidiaría más. Aceptando, quedaría parada como una niña sin voluntad ni criterio propio. Esto se repetía siempre que sus opiniones discrepaban.
—No te gustan los lugares atestados de gente, tampoco te gustan las fiestas, ni la convivencia con fines sociales —respondió Hinata escudándose con lo último que quedaba en la taza de té—. Esta es una fiesta, atestada de gente, con obvios fines sociales.
—Usted adora el sol, pasar tiempo con sus amigos y comer dulces —rebatió Neji—. El día amaneció soleado, todos sus amigos van a ir y comerán dulces frente al lago.
—Sí, pero es injusto que...
—¿Ha dicho injusto? Lo pondré de este modo —la interrumpió él—. Yo tengo 365 días al año para ser amargado, pero el festival de verano es solo hoy.
Hinata creyó percibir un deje de amabilidad en la voz de su protector.
Entonces una camelia habría envidiado el rojo en sus mejillas.
(...)
La princesa del clan Hyuga caminaba dos pasos por delante de Neji con un yukata lila y blanco que tenia borbados dientes de león. Un par de crisantemos adornaban su cabello negro y en la muñeca le colgaba un abanico plateado. Habia recuperado el pudor en los gestos y el recato en la postura. Nadie podía ignorar que lucía especialmente bonita. Ni si quiera Neji, que teniendola en las narices se le dificultaba ver a otro lado o cerrar los ojos. Era un hecho que Hinata estaba ahí y era un hecho que estaba hermosa.
Lo que era peor, si no lo mencionaba era como declararse ciego.
—Hinata-sama —dijo.
Ella se detuvo y volteó.
—¿Sí?
—Es que usted... —empezó—. Usted...
Tragó fuerte «¿Qué? ¿Qué acaba de pasar? Estaba muy decidido hasta hace cinco segundos ¿por qué me detuve?» pensó Neji sintiendo que de pronto hacía mucho calor. Hinata se alarmó a medias cuando lo vio sonrojarse.
—Cielos ¿Pasa algo malo? ¿Te arrepentiste de venir? —exclamó preocupada—. Si quieres nos podemos marchar. Aún estamos a tiempo de escapar sin que Tenten y Rock Lee nos vean —agregó susurrando.
—No, no se preocupe, no se trata de eso es solo que...
—¡ESE YUKATA TE QUEDA INCREÍBLE HINATA! —gritó Kiba apareciendo intempestivamente a mitad del camino con claras intenciones de darle un fuerte abrazo. Por suerte fue capaz de refrenarse justo a tiempo—. Perdón, perdón, lo siento por... por gritar, he comido mucha azúcar en la última hora. Intento controlarme, pero es más fácil decirlo que hacerlo.
Akamaru que venía con él ladró varias veces.
—Te puedo entender, acabo de llegar y lo único en lo que puedo pensar es en comer manzanas con caramelo hasta que me duela el estómago —admitió entre risitas—. Oh, ¿y los demás? ¿Shino y Kurenai también están aquí?
—Shino sí, aunque no sé en dónde lo dejé —quiso hacer memoria, pero no pudo—. Quizás si caminas te lo consigues. Kurenai no está, se quedó en casa. Pero si da tiempo podemos pasar a visitarla, seguro estará feliz de ver que ya estas lo bastante recuperada como para venir al festival.
—Ciertamente no me hubiese gustado perdérmelo, escuché que este año han puesto unas flores preciosas al rededor del lago y el rio de la ciudad.
—Eh... sí, claro son muy... ¿bonitas? —mencionó como distraído al distinguir a Neji tras su compañera—. ¿Por qué está contigo este idiota? No me digas que te cuida ¿No fue él la causa de que tu tobillo se torciera en primer lugar?
El joven Hyūga no afirmó ni desmintió la acusación. Ni si quiera dio muestras de haber escuchado el insulto de Kiba. Hinata se apresuró a aclarar que nadie había tenido la culpa del accidente, que los accidentes simplemente ocurren y son inevitables se vea como se vea. Pensó en volver a contar que había una enorme y preciosa mariposa de colores que quería cazar en la montaña, pero iba a sonar a excusa de bajo presupuesto para justificarlo y no le creería. Se tuvo que limitar a pedir a su compañero de equipo que no molestara a Neji y explicó que este la acompañaba por exigencias del jefe del clan.
A Kiba no le hizo gracia ver cuánto se afanaba Hinata por defender a su primo, no importaba si era o no culpable de la lesión, Neji le parecía un imbécil de tiempo completo. Razones para odiarlo las había de sobra.
—Planeaba encontrarme con Ino y Sakura, ¿no las has visto? —preguntó Hinata suavemente queriendo cambiar de tema.
—Seguro, estaban con Tenten en Ichiraku, aunque no sé si ya se habrán ido —respondió Inuzuka—. Deberías ir a ver.
—¡Es donde dijo Ino que se iban a reunir! gracias Kiba, iré a buscarlas antes de que se me haga tarde, no sé qué hora es, pero creo que voy retrasada.
Hinata avanzó en dirección al restaurante y se despidió con un gesto de mano. Le alegraba ver que la actitud de su compañero de equipo era la misma de siempre. Descomplicada, alegre, impulsiva.
—Oye Hinata, aguarda, ¿me puedes buscar en el puente del rio antes de irte a casa? Quisiera hablar contigo de algo... a solas —agregó disparando una mirada poco amistosa a Neji.
—Sí, no hay problema —contestó la princesa con una sonrisa—. Estaré aquí hasta la última hora, de modo que es probable que me vaya a media noche luego de los fuegos artificiales, te veré allí entonces.
Siguió andando tan aprisa como la muleta se lo permitía, era una incomodidad tremenda. Por suerte, lo más posible es que la dieran de alta un par de días más tarde así que pensaba en eso para aliviar la impaciencia.
A su alrededor, la mayoría de los puestos de comida y dulces ya estaban armados. Serpentinas y papeles de colores adornaban las partes altas de la aldea ondeando al viento. Gran parte de los juegos típicos de feria todavía se hallaban en plena construcción, abrirían entrada la tarde cuando el sol fuese menos intenso. Y los arreglos florales que destacaban en las puertas de los locales hacían ver la zona muy viva. Gente andando y zumbando como abejas trabajadoras y organizadas para terminar de colgar un cartel aquí, cargando bandejas por allá, trayendo mesas y sillas, llevando cintas decorativas, tocando música. El buen humor y la amabilidad que mostraban las personas aquel día era en particular contagioso.
Todo era sol y calor, dulces y juegos, música y risas. Hinata adoraba el ambiente, la hacía sentir feliz.
Neji se reservaba su opinión respecto al festival.
De pronto la princesa, que había estado caminado a toda prisa, redujo la velocidad de sus pasos hasta detenerse. Luego se desvió hacia la pequeña tienda que robó su atención; tenía en el mostrador las manzanas con caramelo más grandes, brillantes y bonitas que había visto hasta el momento. Hecha un ovillo de emoción compró dos, y regresó como pudo con su primo.
—Mira Neji-niisan, manzanas, esta es para ti —dijo extendiéndole una.
—Gracias —respondió Neji inusualmente conmovido—. No hacía falta.
«Casi se le puede ver el halo» se dijo a sí mismo. Quizás era todo lo linda que lucía Hinata en conjunto con la felicidad soñadora de su mirada lo que le había producido ternura. Era en extremo molesto tratar de odiar a un ángel, no puedes, acabas rindiéndote a su encanto.
—Creo recordar que es un dulce que tenemos en común —añadió ella tímidamente en voz baja, con miedo a equivocarse—. Claro, no te gustan los excesos y no comes más de una o dos, tal vez te empalagan, pero son de tu agrado, ¿cierto?
—Sí, hace tiempo que no las probaba.
—¡Eso es porque hace tiempo que no venias al festival de verano! No voluntariamente, quiero decir, si Tenten te trajo con chantaje entonces no cuenta —aclaró—. Además, estoy contenta de que hayas aceptado la manzana sin ponerte difícil y decir "No puedo tomarla Hinata-sama, esto es inapropiado, pero aprecio su buen gesto"
—Sin lugar a duda esto es inapropiado. Últimamente tanto usted como yo hemos hecho cosas inapropiadas y... —se cortó en seco—. Perdóneme, eso no ha sonado bien. Sabe de lo que estoy hablando, no quería decirlo de esa forma.
Hinata, más roja que la manzana que comía, asintió con vehemencia.
—No pienses en eso, por favor —dijo avergonzada—. Seguro es un recuerdo desagradable, ese día yo...
—¿Entonces fue desagradable para usted?
—¡No! ¡Para nada! ¡Me encantó el beso! —dijo un segundo antes de arrepentirse y agregar—: Digo no me encantó. No de esa forma. Me refiero a que fue lindo, se sintió muy bien, no bien-bien como... como... como para que nos demos otro o algo así. Es inapropiado, lo has dicho tú ¿verdad?
—Sí, eso dije, pero... —Era complicado ponerlo en palabras, más complicado aún decirlas.
—¡Mira lo hermoso que te queda ese yukata Hinata! —gritó Ino acercándose en compañía de Tenten y Sakura quienes iban ataviadas con telas preciosas estampadas de flores propias de la estación. El traje de Ino era naranja, el de Tenten rosa y el de Sakura azul—. ¿Cómo estás? Pensé que no ibas a venir.
—Ino, que poco observadora eres —la regañó Sakura en voz más o menos baja con ganas de fastidiar—. ¿No ves que está a mitad de una cita con Neji? Estamos interrumpiendo.
—Es clásico en la gente no muy lista sacar conclusiones apresuradas. No estamos en una cita —dijo Neji—. Hoy debo escoltarla por órdenes del clan. Pero me mantendré al margen, no voy a intervenir en una reunión de chicas. Permaneceré cerca, eso es todo.
—¿Por qué no te quedas con nosotras? No nos importa tener a alguien más —al joven Hyūga se le vieron claras intenciones de declinar la oferta, por lo que Ino agregó con sorna:— ¿Qué pasa Neji? No irás a decir que te incomoda estar con un grupo de hermosas señoritas.
—No —resumió por cortesía.
—Vaya, acabas de dejar pasar una oportunidad de oro para decir algo cruel e inteligente. Parece que hoy alguien está de muy buen humor —apuntó Tenten riendo tras su abanico.
—Para nada —contestó lacónico «¿Acaso son estúpidas? Al margen quiere decir al margen»—. No les quito más tiempo. Si necesita algo avíseme, por favor Hinata-sama —Y sin ganas de seguir conviviendo con las amigas de su protegida se retiró.
—Se lo ve estresado —dijo Sakura como mucho.
Al cabo de dos minutos lo perdieron de vista; como si se hubiese convertido en aire. En verdad ser discreto era su punto fuerte. Las cuatro kunoichis se dieron por satisfechas y empezaron a caminar lentamente hacia el lago donde el viento mitigaba casi todo el calor y la temperatura era agradable.
—A lo mejor esto fue mala idea —dijo Hinata apretando un trozo de tela de la falda del yukata—. No lo quería molestar.
—No se veia molesto... —la animó Ino.
—No te engañes, es Neji, él siempre está molesto —intervino Tenten estirándose.
—¿De verdad? —comentó Sakura llena de curiosidad—. A mí me parece más bien tranquilo, es decir, puede que tenga un poquito de mal carácter, pero, ¿cómo culparlo por eso?, ¿no?
—Sé de alguien que también tiene mal carácter —añadió Ino casi cantando.
—Vale, vale. Solo bromeo Sakura, él no siempre está molesto, de hecho, sí es tranquilo y son pocas las cosas que lo sacan de su centro —retomó Tenten—. Lo que quise decir es que es el tipo de chico que siempre está ya saben... en circunstancia. Yo que ustedes no lo trataría de entender, se ganarán una migraña espantosa.
—Tenten tiene razón Hinata. ¿Sabes? Te preocupas demasiado por cosas pequeñas y por los sentimientos de los demás, trata de relajarte de vez en cuando y deja que la gente sienta lo que quiera sentir, ¿no crees que eres exageradamente complaciente? —preguntó Ino llena de amabilidad—. Solo bromeábamos con él, además yo le vi la cara y la postura igual de rígida que siempre, seguro está bien.
—¡Cierto! No puedes ser considerada todo el tiempo —dijo Sakura—. ¿Y qué no fue él quien te torció el tobillo en primer lugar durante una sesión de entrenamiento? ¿No estás molesta tú por eso?
—¡Que no fue él! —estalló Hinata—. ¡Perseguía una mariposa de colores en la montaña cuando me caí, maldición! ¡En ese momento Neji estaba a no sé cuántos kilómetros de distancia! ¡¿cómo pudo ser él?!
Las tres chicas quedaron perplejas por el grito.
—Hinata dijo "maldición" —murmuró Ino sin poder creerlo aún—. ¿También la escucharon, cierto?
Tenten y Sakura asintieron.
—¡Lo siento muchísimo! —dijo Hinata inclinándose—. ¡Es que me molesta mucho que nadie me crea! Hoy fue lo mismo con Kiba, él tampoco me creyó al principio cuando dije que Neji no habia tenido nada que ver. Sí es cierto que él puede ser frio y calculador, no es que sea un monstruo conmigo.
—Nadie ha dicho eso, Hinata —argumentó Ino.
—Sí, pero todos lo pensamos, mentiríamos si dijéramos que no —se sinceró Sakura—. Igual y creo que si lo defiendes es por algo, tal vez no sea tan malo después de todo.
—Yo creo que las razones por las que lo defiende son cuestionables —mencionó Tenten.
—¿Cómo cuestionables? ¿De qué nos perdimos? —preguntó Ino por ella y por Sakura.
—Si no lo saben, entonces no tiene caso que me ponga a explicarlo, averígüenlo.
(...)
El festival transcurría tan hermoso como se esperaba. Entrada la tarde se empezaron a ver burbujas sobrevolando el lago; deslizándose entre el follaje y las ramas de los árboles. Cuando tuvieron hambre se sentaron bajo la sombra de uno de ellos y comieron emparedados preparados por Ino, rollitos de carne hechos por Tenten y el té de durazno que había llevado Sakura. Luego de reposar durante la hora de más calor retomaron el paseo. Estuvieron riendo, charlando y poniéndose al día (Neji se enteró de cosas que juzgó absolutamente inútiles). Jugaron en cuantas tiendas de premios se le atravesaron; a derribar botellas apiladas, a lanzar dardos, a responder preguntas, a encestar pelotas en las canastas. Sakura consiguió un oso de peluche más grande que su ego gracias al concurso de trivias. Tenten obtuvo dos pases para comer gratis en un restaurante lujoso por su buena puntería, guardó intenciones de dárselos a Hinata para que fuera con Neji, pero al final se los cambió a Ino por una canasta de Dangos porque sabía que Ino le querría dar los pases a Hinata también, para que fuera con Kiba si es que por casualidad le concedía la preciada oportunidad.
Pobre Ino, ya se encargaría Tenten de que la cita fuera con Neji después de todo. (Y hasta consiguió gratis una cesta tamaño familiar de Dangos). No se convertía en señor feudal porque no quería. Tenía días enterada del chisme, pero fingía no saber nada.
Al poco de eso la inocente Hinata se compró un frasco burbujas y entre todas decidieron bajar al lago otra vez para ver a las luciérnagas que seguramente ya estaban por salir.
—Este podría ser un lugar romántico y perfecto para una cita —comentó Sakura viendo distraída a la brisa mover la hierba y alterar la tranquila superficie del agua. Algunas luciérnagas perezosas iban apareciendo en el contraste de oscuridad que por los momentos las rodeaba. Él sol casi había acabado de irse.
—Hablando de citas, ¿cómo te va con Kiba? —preguntó Ino a Hinata.
—¡¿Con Kiba?! —Se espantó Tenten, como si no fuera el ojo que todo lo sabe y todo lo ve—. ¡¿Inuzuka?!
—¿¿¿Cómo es que están enteradas de eso??? —chilló Hinata, ocultando el rostro entre ambas manos—. Ya sé que tú entregaste la carta Ino, pero no pensé que la hubieras leído.
—No lo hice, verás, es que Kiba compró un ramo de rosas gigante en mi floristería hace unos días diciendo que era para quitarle el mal olor a una habitación de su casa. Como se veía muy serio y no es la primera vez que viene a comprar por algo semejante, yo pensé que era verdad y no pregunté más al respecto, solo le recomendé otras hierbas que funcionaban bien para ambientar.
—Para su mala suerte, un rato después yo lo vi por casualidad parado frente al complejo Hyūga con ese mismo ramo de rosas y cara de idiota —añadió Sakura encogiéndose de hombros—. Dos guardias lo recibieron y despacharon diciendo que no podías recibir visitas por los momentos. Me pareció sospechoso que no estuviera con Kurenai, ni si quiera con Shino, si es que se trataba de un regalo del equipo ocho. Supuse que las flores eran de Ino y fui a contárselo.
—Entonces las dos decidimos ir a hacer una visita a Kiba y hablar con él respecto a esta bonita situación y nos enteramos de que... ya sabes... de que le gustas un montón —rio Ino emocionada. Tenía escrito en la frente "CHANTAJE". Kiba seguramente no habría admitido una cosa así tan fácilmente, en especial a ellas dos—. Le sugerí que escribiera una carta, pero se negó al principio. De modo que Sakura y yo íbamos a contarte todo de inmediato. Sin embargo, Neji nos sacó del complejo otra vez diciendo que era pésimo momento para una visita y sugiriendo que regresáramos al día siguiente.
—Es tu primo un verdadero amor —comentó Sakura rodando los ojos.
—Bueno, curiosamente, a último momento Kiba aceptó escribir la carta y nos ahorró la molestia. No leí lo que decía, pero fui yo quien la entregó al día siguiente. Sakura estaba en una misión con Naruto y Kiba ayudaba a su madre con un parto de emergencia de cachorritos.
—¡Estamos emocionadas por saber la respuesta! ¿Ya has hablado con él? Estuvo un rato con nosotras hoy en Ichiraku —dijo Sakura cogiendo a Hinata del brazo—. Aposté mis ahorros del mes a que dirías que no.
—Aposté los míos también, yo dije que le darías una oportunidad.
—¡Demonios, por qué no avisan! —protestó Tenten—. Yo también quiero apostar, con el dinero que les hubiese ganado podría comprarme un nuevo set de Shurikens.
—¡Que vergüenza! ¡Pobre Kiba! —se lamentó Hinata, sintiendo que su compañero de equipo había sido víctima de perversidades inimaginables por parte de sus amigas. ¿Y por qué? Por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado—. ¿Por qué hicieron eso? No estuvo bien ¿Cómo se sentirían ustedes si alguien les forzara a decir de quien están enamoradas?
—Yo amo a Sasuke —respondió Sakura.
—Yo también —dijo Ino.
—Ejem... que su romance unilateral con Sasuke sea información de dominio público no quiere decir que todas las personas sean como ustedes —mencionó Tenten.
—N-No diré nada. Pregúntenle a él o entérense luego, lo sabrán de todos modos —concluyó Hinata con las palmas pegadas a las mejillas—. Ser cotilla me parece un defecto horrible.
—Pero...
—¡Horrible! —exclamó la nerviosa princesa al tiempo que un kunai se clavaba cerca del pie de Ino para advertir prudencia.
—Vaaamos chicas, no quieren terminar con los kunai de Neji como accesorios por fastidiar a Hinata-sama —dijo Tenten conciliadoramente. Se había dejado las armas y en cualquier caso una confrontación con el Hyūga no convenia—. ¿Por qué no vamos por unos helados?
(...)
Eran cerca de las 11:30p.m cuando los fuegos artificiales comenzaron a resplandecer en el cielo nocturno. La mirada de Hinata se deslumbró ante el espectáculo de Luces; eran como flores hechas de estrellas de todos los colores. Doradas, rojas, azules, violetas, rosas. La mejor parte del festival de verano. Las cuatro amigas se tomaron de las manos mientras veían las partículas llover. Tenten dio un respingo al sentir a Hinata recostarse en su hombro, sospechaba que no era ella a quien quería abrazar precisamente, pero le pareció un lindo gesto. Se permitió poner la mejilla sobre el cabello oscuro de su amiga. ¿Cómo podían estar tan ciegas las demás? Hinata era transparente como un trozo de cristal.
—Chicas, ¿qué tal si vemos los fuegos artificiales desde la copa de un árbol? Así podremos observar en la altura cómo se reflejan las luces en el agua —propuso Tenten con una sonrisa.
—¿Trepar un árbol con estos trajes? ¿estás loca? —respondió Ino.
—Está oscuro, vamos, se recogen los ruedos con una pinza de cabello y subimos. Ese árbol de allá está vacío —insistió la castaña—. Será divertido, ya he visto a varias personas hacerlo, es una buena idea.
—Pues a mí me gusta cómo suena —dijo Sakura—. ¿Pero qué hay de Hinata? Con el tobillo todavía vendado no podrá escalar.
—Que Neji la cargue.
«Te pasas de lista, Tenten» pensó Neji, que en verdad no estaba muy lejos de allí y había permanecido la mayor parte del tiempo afilando las armas que llevaba encima con tal de matar las horas. Seguir a un grupo de chicas no es tan interesante como lo parece. Aunque, la verdad sea dicha, a Neji no le parecía interesante desde un principio.
—Es-estoy bien aquí, de veras, si quieren subir ustedes adelante, no me sentiré mal por eso —dijo Hinata encogida, con la voz temblorosa—. Lo último que me gustaría es estorbarles.
Sin embargo, en contra de todo pronóstico, Neji de dejó ver en una rama baja del roble más cercano.
—Si a usted no le importa yo la subiré a la copa. Ahorraré una discusión inútil.
—Problema resuelto —proclamó Tenten repentinamente satisfecha—. Vamos, vamos antes de que se acaben los fuegos artificiales.
Neji se acercó a Hinata quien se hallaba sentada en la hierba junto con las demás y la cargó en brazos mientras esta murmuraba palabras ininteligibles. A continuación, saltó al mismo árbol de donde había bajado y fue progresivamente en ascenso hasta ubicarse en su punto más alto. A los pocos segundos las otras los acompañaron. La vista era hermosa como ninguna de ellas lo hubiera imaginado, acordaron hacer eso los siguientes festivales también. La brisa les resultaba fresca y fuerte allí arriba, los colores de las chispas como sacados de un ensueño. Se diría un escenario romántico perfecto.
La mente de Hinata se fue lejos. Le tenía los brazos echados al cuello a Neji y su corazón palpitaba a un millón por hora a pocos centímetros de él. Se imaginaba a si misma acariciándole el rostro, acercándose a su boca, susurrándole que se quedara con ella. Hubiera dado cualquier cosa por un beso en ese momento, lo que sea; su nombre, su cuerpo, su alma. Estaba tan irremediablemente enamorada que dolía respirar. Atravesarse el pecho con una espada la habría lastimado menos. ¿Cuántos años podría cargar con ese sentimiento? Mientras más lo ocultaba intentando marchitarlo, más florecía y echaba raíces.
—Son... más bonitos de lo que recordaba —dijo Neji con la mirada fija en el cielo.
—Me hace feliz que a ti también te gusten.
—AuroraCreo que ha estado suave, el siguiente cap vendria siendo la continuación directa de este. Lamento el hiatus, pero han de saber que todas mis historias han estado paralizadas por un año, es decir, esta tuvo suerte de ser paralizada solo por 6 meses, pero aun así me da mucha verguenza haber tardado tanto, perdón, escribí, releí y arreglé este cap un montón de veces, y todavía sigo frustrada.
Espero les haya gustado, los quiero muchisimo, ojalá sigan aquí:')
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Fanfiction[NejiHina] Hinata Hyuga vive con la latente preocupación de que su primo la detesta. Se lo demuestra durante los entrenamientos, las misiones, las reuniones de clan. Casi nunca deja pasar una oportunidad para ser cruel con la joven kunoichi. Sin emb...