• 19; Si los planes fallan.

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—¿Donde esta Draco?

Ron exhaló por quinta vez en el día antes de voltear la mirada hacia su mejor amigo que no había parado de preguntar por cierto rubio desde que lo habían dado de alta 3 días atrás.

Se suponía que le habían dado un plazo de 3 semanas de descanso pues también, salir a la calle, era estar rodeado de la prensa que querían tener un gran titular para El profeta o alguno que otro mago, y maga que querían enredarlo para que los tomara como pareja. Pero este ya tenía a alguien quién quería que fuese suyo por una eternidad.

Se le había hecho extraño no verlo, solo supo que había ido a verlo una vez al hospital y eso era cuando de encontraba dormido. Pero no había vuelto, a excepción de Lucius Malfoy que pasó a verle unas tres veces más, pero siempre lo miraba como si le hubiese arrebatado algo que por supuesto no tenía.

Tres malditos días y no podía saber nada de él, ni siquiera por parte de Hermione quién se limitaba a alzar sus hombros diciendo que ese asunto no era suyo.

Y claro que pensó en ir a la mansión Malfoy en busca de querer saber de este, pero ni siquiera lo dejaban salir. Estaba acompañado casi todo el día qué le era imposible fugarse ni porque sus heridas ya estuvieran sanadas.

Le resultaba totalmente vergonzoso aceptar que comprendía a Kreacher, pues el elfo se mostraba más deprimido que nunca por no tener a Draco en casa.

—Hombre, yo que voy a saber, soy un Weasley.

—Oye, ¿Lo viste...

—Si, Harry. Lucius acompañó a Draco cuando fue a verte en San Mungo..

—Y, ¿Su vista? —volvió a interrumpir.

Ron quién ya estaba poniendo una expresión de fastidio, no pudo ocultar aquel reflejo de nerviosismo al tomar un cojín de los sofás de la sala para jugar con este.

—No se veía afectado, se veía más afectado por ti.

Pero eso no parecía haber acontentado a Harry quién había fijado su mirada en el fuego de la chimenea, llegando a recordar aquellas tardes-noches que había compartido con el rubio.

Quería verlo y pedirle disculpas por no haber encontrado la manera de devolverle su vista.

—Oye, te dije que no se veía afectado por seguir ciego. Es como si siempre hubiera sabido que eso pasaría, malo sería que estuviera queriendo morir por no...

—¿Y si está haciendo eso? —Harry murmuró poniéndose de pie.

—¿Que?

—¡Lo conozco! —se encaminó hasta la chimenea para tomar el calderito que contenía los polvos flú.

Solo esperaba que los Malfoy no le hayan cerrado el paso hacia la mansión o tendría que ir en escoba si era necesario. Pero antes de que pudiera tomar un puñado de aquellos polvos, Ron se lo impidió.

Este parecía un poco alterado, incluso hasta confundido.

Se le quedó mirando con molestia al ver que se llevaba los polvos dónde podría ir de aquí a allá. Pero no, preferían que siguiera como un enfermo totalmente inválido que se iba a morir si tomaba un poco de aire. Ahora estaba sintiendo lo que Draco había sentido en un principio. No podía estar solo, no sin la compañía del rubio.

—¿Estás hechizado? —las preguntas de Ron jamás eran suaves.

—Estoy totalmente cuerdo, Ron. Pero es que debes de entenderme —volvió a encaminarse hacia el sofá para dejarse caer—, lo quiero. Se que es difícil de comprender porque estoy hablando sobre Malfoy.

Serendipia;  [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora