• 17; Añoranza.

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El lugar se sentía muy frío, bastante incómodo para ser verdad. No sabía dónde estaba, solamente había tratado de pelear para poder saber cómo estaba Harry, lo habían atacado, de eso estaba seguro. Solamente quería saber cómo estaba.

Jamás en su vida se había sentido tan aterrorizado hasta el momento. Sabía que ese día llegaría, pero no estaba preparado.

Quería volver con Potter, estar a su lado, escuchar sus tontas anécdotas de auror que creía sería un gran trabajo pero había resultado ser lo contrario. Quería que le robara besos cuando estaba desprevenido, que lo abrazara y protegiera. Lo quería a él, de verdad que lo quería.

Sintió como sus ojos picaban por las lágrimas que comenzaban a derramarse por sus mejillas.

Era un Malfoy, no podía permitir que alguien lo viese de aquella manera tan patética. No debía de permitirse esperar a tener un héroe, el mismo debía de ser su héroe y salir de aquel lugar aunque su vista fuese su más grande problema. Es más, ni siquiera sabía dónde había dejado su varita porque cuando lo hicieron retroceder, está había caído al pasto.

En todos esos años había trabajado para ver su ceguera como algo bueno en lo que podía adaptarse en toda su vida. Así que no podía verla como un impedimento en ese momento.

¿Que hacer? Se preguntaba mientras se encontraba sentando en la esquina de una celda oscura, fría y húmeda, ahí era donde había despertado desde quién sabe cuántas horas. Nadie había venido, ni siquiera para burlarse. Y eso era muy extraño porque juraba que había alguien más, aunque no estaba muy seguro porque la cabeza le daba vueltas por algo.

Escuchó el sonido de las gotas de humedad que caían sobre el piso de la celda, escuchó algunas pisadas lejanas que se habían detenido más el sonido de una silla ser arrastrada para tomar asiento.

Así que el lugar estaba siendo custodiado por una o dos personas que se turnaban para hacerlo.

Al estar tan concentrado en aquel silencio, escuchó unos quejidos más el sonido de alguien arrastrándose en aquel sucio piso. De inmediato aquella persona había soltado una tos ronca que apenas pudo haber controlado al jalar aire. Así que se puso de pie para tantear la pared y dirigirse hacia la reja de la celda.

Lo conocía, o no sabía. Solamente no quería sentirse equivocado, solamente debía de tener un poco de esperanza.

—¿Potter? —susurró en voz baja y acercando su rostro a aquellos barrotes.

Aquella persona había soltado otro quejido seguido de un suspiró cargado de frustración. Estaba rogando porque no fuese este, que no hubiese sido tan estúpido para dejarse agarrar.

—¿Draco?

No sabía si sentirse aliviado por saber que en verdad se trataba de Harry o sentirse peor por saber que estaban en el mismo lugar.

—Draco, por Merlín —Harry se escuchó más agitado y al parecer se había puesto de pie—, ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?

—¿Como estás tú?

—Dime tú —insistió y juraba que podía sentir su mirada clavada en él.

—Bien, estoy bien. ¿Donde estás?

—Enfrente de ti, solo que nos separa un par de celdas lamentablemente —lo escuchó suspirar y después como una reja parecía querer moverse de su lugar—, está maldita reja esta muy pesada, no podría quitarla a patadas.

Draco recargó su frente en aquellos barrotes sin ser consciente que se estaba sintiendo mejor a hace algunos momentos, no estaba solo.

Quizás estuviera la posiblidad de que los demás también estuvieran ahí, o no.

Serendipia;  [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora