CAPÍTULO 10

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Asher Faith

— Buenos días señora Johnson — salude con una sonrisa encantadora a la anciana que estaba delante de mí — ¿puedo ayudarle en algo? —

Aquella mañana me encontraba en mi cuarto aplazando el sufrimiento de los golpes que había sufrido el día anterior en el entrenamiento cuando el estúpido de Boris se me lanzó encima como si fuera una chica de piernas largas y senos grandes.

El corazón me martilleaba contra las costillas y es que una estúpida parte de mi aún creía que la señora Johnson se atrevería a decirme a dónde había ido mi Jade.

"Solo esta vez serás amable, Asher. La próxima vas y la amenazas con quemar su mansión hasta que te diga donde esta" me recordé.

Los primero días habían pasado lentamente desde que ella se marchó. Estaba devastado, no sabía cómo era que se vivía sin ella gritándome porque quería que fuera más como los pendejos actores que veía en esa serie de vampiros que me obligaba a ver.

"Te amo, y es por eso que te amo que no puedo ser egoísta contigo" "Dejaría mi inmortalidad para ser tu esposo" estúpidos, si tan solo pudiera verlos en el mundo real les metería una patada en el trasero por ayudar a las expectativas de las chicas.

¿Tienen idea del lío en que nos meten?

— Sí, quisiera hablar contigo — respondió la mujer con seriedad mientras me guiaba a la sala.

— Claro — sonreí mientras la seguía, esta anciana se movía como si fuera su casa.

Ambos llegamos a la sala y sin ninguna cortesía me deje caer en el sofá frente a ella mostrándole la indiferencia que me daba su presencia.

— ¿Y bien? — pregunte revisando mis uñas.

— Quiero que te alejes de Jade, que te dejes de todos esos jueguitos absurdos de detective — dijo con tanta seriedad que me impresionó.

Quisiera decir que sus palabras me tomaron por sorpresa o que me afectaron pero en realidad me valía madres, como todas las veces en que las chicas me preguntaban por qué ella era la única que tenía control sobre mi.

Ojalá pudiera decirles con sinceridad que Jade no tenía cierto control sobre mi, pero mentiría; ella era mi reina y yo su pendejo, de alguna forma muy extraña.

— No — respondí como si nada — ese tema no está a debate esta semana, lo siento —

— No era una pregunta, niño

— Una lastima — dije mirándola a los ojos.

¿Quién se creía?

— Asher — ¡uy dijo mi nombre, que serio! — creo que no entiendes la situación ni un poco, ¿tu dices que ella te importa? —

— Y lo hace — admití, ¿cómo no podría importarme la mujer que en algún futuro muy muy lejano sería la madre de mis hijos?...  o al menos la dueña de mi cuerpo, por completo.

Debería de conformarse con mi cuerpo, sin escuincles.

— Entonces la vas a dejar sola — advirtió con seriedad.

— ¿Y por qué le haría caso a usted? — gruñí.

Otro comentario mas y su linda peluca gris acabaría volando en dirección a mi chimenea.

— Porque debes de ser muy estúpido para no saber que huía de ti y que lo menos que quiere es que tú la vuelvas a encontrar

Mi corazón se detuvo, lo juro.

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