CAPÍTULO 56

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— Mami, — susurró Nathy, mirándome desde la tina — hoy Sofía me dijo que papá estaba muerto y que no había un cielo, que era mentira que él nos cuidaba desde el cielo,

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— Mami, — susurró Nathy, mirándome desde la tina — hoy Sofía me dijo que papá estaba muerto y que no había un cielo, que era mentira que él nos cuidaba desde el cielo,

Una pequeña punzada de dolor atravesó mi cuerpo, como una espada atravesando mi pecho.

— Nathy la gente cree en muchas cosas y Sofía es el tipo de persona que no cree en nada. — respondí con una pequeña sonrisa mientras quitaba un poco del jabón que cubría su espalda — ¿Tú crees que papá te cuida desde el cielo?

— Sí, lo vi en el Rey León. — asintió — Yo sé que él es la estrella más brillante en el cielo además te juro que si la veo mucho tiempo empieza a tintinear como si me dijera " Hola Nathy,  tu mamá te va a dar mucho helado hoy en la cena"

Había pasado apenas un mes de su partida y las cosas en nuestra vida ya estaban totalmente de cabeza, nadie podía fingir ser fuerte por más que quisiéramos o por el bien de Nathy. Él era quien mejor lo llevaba, había decidido llevarlo a una psicóloga desde el momento en que le dí la noticia.

Le dolía.

Saber que no podría volver ver a su papá o ir con él al parque era lo que lo mantenía llorando largas noches, pero al final comprendía que a veces la vida era una maldita y que había personas a las que nos tocaba soportar sus juegos.

«La vida jamás te manda algo que no puedes soportar » era lo que le había dicho al psicóloga antes de comenzar a hablar sobre super héroes, las pérdidas que habían tenido y como estás los volvían más fuertes.

Había sido toda un bendición que él no se desmoronó como yo. Nathy y el bebé era lo único que me mantenían viva; lo sabía. No podría seguir de pie sin sus chistes, o cuando me obligaba a salir de la cama para llevarlo al parque y la manera en que me abrazaba mientras me decía que todo iba a estar bien.

No podía evitar llorar, cada rincón del departamento y la ciudad tenían su nombre marcado. En cada esquina que visitaba había un recuerdo a su lado.

— Entonces él está ahí arriba viendo y diciendo que te tengo que darte más helado Nathy, siempre cree en lo que tu corazón te diga y no dejes que nadie te diga que está mal. — respondí antes de besar su frente — Te amo.

— ¿Ya no te sientes enferma? — preguntó con una pequeña sonrisa mientras me devolvía el beso

— Un poco.

Había pasado toda la mañana con malestar, supongo que toda esta tristeza y el estrés que resultaba que tu esposo falleciera dejándote con dos hijos había bajado mis defensas.

Ya iría al doctor mañana, cuando Nathy tuviera que ir a la escuela y yo pudiera tomarme mi tiempo. Necesitaba ir a una revisión semanal con la ginecóloga.

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