Erase una vez una niña llamada Jade y un niño llamado Asher, ambos eran víctimas de los daños colaterales de los errores y ambiciones de sus padres; espíritus de niños deprimidos por el mundo cruel del cual nadie intentó salvarlos. Hasta que se cono...
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Asher Faith:
— ¡Jade! — grité mientras corría detrás de la niña de cabellera rizada y vestido azul claro que estaba a un par de metros de mí caminando a toda prisa con los ojos inundados de lágrimas — ¡Jade!
¿Qué le había pasado?
Habíamos estado jugando en la casita de juguete que había en el salón de eventos donde se llevaba a cabo la ceremonia de alguna de las organizaciones que su abuela, todo iba bien hasta que yo decidí darle un dulce rosa a Celia, la amiga de Jade que lucía como una pequeña hada y ella me había besado la mejilla.
Incluso había hecho una mueca de asco demasiado convincente para que Jade no creyera que me gustaba.
— Jade — jadeé cuando estuve detrás de ella, pero no me hacía caso.
Se limitó a tapar sus oídos con sus manos mientras seguía caminando sin dirigirme la palabra.
— Te estoy hablando. — gruñí antes de tomar su larga trenza y tirar de ella hasta que se paró por completo.
— ¡Asher! — chilló mientras giraba sobre sus talones para encararme, tirando de su trenza para liberarla de mi agarre — ¡No me jales el cabello! — gruñó antes de tomar el mío entre sus dedos y tirar de él — Me duele.
— ¡Auch! — exclamé mientras sobaba mi cabeza — A mi también me duele, tonta.
— ¡Que no me digas tonta!
— Pues entonces deja de actuar como una. — respondí cruzándome de brazos mientras la miraba con el ceño fruncido — ¿Por qué demonios te alejaste de mí? Sabes que no me gusta que te vayas por ahí sola, te tengo que cuidar.
— Puedo cuidarme sola, la abuela dice que las Johnson no necesitamos de ningún hombre.
— Pues no yo soy un hombre Jade, soy un niño así que si me necesitas. — respondí rodando los ojos mientras tomaba una pequeña hoja que se había enredado en su cabello — ¿Por qué te fuiste?
— No quería interrumpir tu platica con Celia. — dijo apartando la mirada de mis ojos — Son muy lindos, tal vez debería de ser tu novia y casarte con ella.
— ¡¿Qué?! — exclame asustado — Jade aún duermo con luz de noche y mi delfín, no puedo casarme.
— Pues que tonto yo si duermo sin luz de noche y sin ningún peluche .— dijo cruzándose de brazos con una pequeña sonrisa maliciosa.
— Pero aún así tienes pesadillas y no sabes bañarte sola, yo sí.
— ¡Es porque tengo el cabello muy largo! — bramó, arrugando la nariz mientras su mejillas se teñían de rojo — Tu no sabes abrocharte las agujetas.