Asher se encontraba sentado sobre la silla frente a su escritorio, tenía la vista clavada en uno de esos libros extraños que le gustaba leer sobre la historia del mundo y las culturas que habían habitado la tierra hasta el día de hoy.
Los rayos del sol de primavera se colaban por el ventanal de su habitación haciendo que las ondas de su cabello se vieran unos tonos más claros y sus ojos parecieran ser dos gemas hermosas por las cuales la humanidad estaría dispuesta a pelear.
Se veía simplemente perfecto con la mirada perdida entre los párrafos con la boca un poco fruncida — un gesto de solía hacer cuando se concentraba — mientras tamborileaba con un lápiz el borde del escritorio de madera oscura.
Aquel chico de ojos azules era la persona más organizada que el mundo pudiera conocer, su cuarto era todo de tonalidades blancas y grises, dándole un toque aburrido; no había fotografías, ropa tirada por los suelos o libros apilados en las esquinas como en mi habitación. Era todo perfección; como él.
Lo único dentro de aquellas cuatro paredes que revelaba algo sobre la vida de Asher eran sus trofeos de las temporadas de fútbol americano que lucían victoriosos sobre repisas de cristal.
— Hola — salude alegre mientras cerraba la puerta a mis espaldas llamando su atención.
Un par de halos azules se posaron sobre mi antes de que las comisuras de sus labios se curvaran hacia arriba en una perfecta sonrisa.
— Hola, nena — respondió mientras giraba sobre su silla para mirar en mi dirección y dejaba su libro sobre el escritorio — pensé haberte dicho que no vinieras, hay un lío abajo — dijo un poco molesto mientras me sentaba sobre su regazo y entrelazaba mis manos detrás de su nuca.
— Lo sé, pero estaba aburrida — respondí con una sonrisa encantadora mientras comenzaba a balancear mis pies.
Asher era de esos tipos subnormales que habían crecido a lo tonto dejando a medio mundo enano y yo era la prueba de aquello, apenas era capaz de llegarle al pecho.
— ¿Qué quieres hacer hoy? — preguntó con una sonrisa olvidando por completo su enojo.
Sonreí nerviosa ante su pregunta.
Había mentido, no venía aquí solo porque me encontraba aburrida en mi casa de hecho estaba demasiado entretenida hablando con Jasmine sobre su primera vez con su novio cuando caí en cuenta en un pequeño gran detalle.
Mi regla se había atrasado y eso era algo que jamás sucedía, al menos no dos semanas enteras.
— De hecho yo quería hablar contigo de algo importante... — dije en voz baja mientras comenzaba a juguetear con un hilo suelto de mi vestido de verano, era color amarillo con pequeñas flores blancas — ¿recuerdas la noche de la graduación? —
— Claro que sí— respondió con una sonrisa mientras comenzaba a pasar la punta de sus dedos sobre los nudos de mis tirantes, sabía que en realidad solo buscaba la manera más efectiva de deshacerlos para dejar caer mi vestido — ¿qué pasa con ello? —
— Bueno, es que yo... — comencé a decir pero un par de pasos en el pasillo me interrumpieron.
Me levanté rápidamente del regazo de Asher y me senté sobre su cama antes de que la puerta de la habitación se abriera mostrando a Moshe, el segundo hijo de la familia Faith.
El señor y la señora Faith habían tenido tres hijos: Noam un hombre de veintitrés años que estaba a punto de graduarse de la universidad, Moshe de veinte años quien no era más que un hijo de papi mimado que gastaba su dinero en cosas irrelevantes y Asher.
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RAMÉ ✔️
RomanceErase una vez una niña llamada Jade y un niño llamado Asher, ambos eran víctimas de los daños colaterales de los errores y ambiciones de sus padres; espíritus de niños deprimidos por el mundo cruel del cual nadie intentó salvarlos. Hasta que se cono...