Siempre me había gustado el agua. No la de beber, esa era un rollo. Desde niña adoraba meterme en la bañera y simplemente quedarme allí, pensando en mis cosas, fantaseando. Mi madre solía gritarme para que saliera, alegando que me volvería vieja por tanto remojo. Mi padre se reía de aquello y aseguraba que era mejor eso a que no quisiera bañarme nunca.
Irene solía decir que era una pérdida de tiempo. Para ella, cada segundo que no invertía en ensayar con algún instrumento musical era perder el tiempo en realidad. Quizá por eso ella era la estrella y yo el agujero negro que le robaba la fama que era suya por derecho. Irene había invertido toda su vida en brillar con luz propia y yo en fantasear y soñar despierta.
Por eso ella era genial con cualquier instrumento y yo no era capaz de golpear certeramente dos bombos y un platillo, pese a que llevaba siete años haciéndolo. Y ahora alguien nos amenazaba.
Y no sería solo yo quien lo perdiese todo. Irene, Néstor y Chris Dee caerían conmigo. Y su caída sería más dura, porque, a fin de cuentas, yo había rozado el sol con mis alas de cera, pero ellos tenían alas de verdad e iban a cortárselas.
Todo porque yo había necesitado fama y fortuna. Y ahora, no era capaz de renunciar a ella y dejar que la gente que me importaba siguiese volando.
En lugar de ello me había hecho con todo el alcohol que pude reunir y me metí en el jacuzzi de la suite. No tenía bikini, así que me había metido con un conjunto negro de ropa interior y llevaba las gafas de sol con forma de estrellas puestas.
—Estás preocupada —me dijo, sin preguntar, Irene.
No supe en que podía haberlo notado. Quizá en que no eran ni las nueve de la mañana y tenía una montaña de minibotellitas vacías en el suelo junto al jacuzzi. Me recosté un poco mejor dentro del agua y ella se sentó en el borde, por fuera. Las burbujas le mojaron un poco, pero no se quejó. Aún llevaba un pijama muy conservador, de pantalón y chaqueta, de cuadros, que seguro que era de tío.
—¿Yo? —pregunté finalmente, pero se me escapó un poco de sarcasmo.
—Sí, estás en el agua.
Se encogió de hombros y metió una mano dentro para removerla un poco, con la vista perdida. Ella también estaba preocupada, no hacía falta que me lo dijera para saberlo. Sus ojos marrones parecían más entrecerrados de lo normal y los tenía ligeramente llorosos. Yo abrí otra botella de vodka. No soportaba ver las consecuencias de mis mentiras. No iba a dejar el puto grupo, era mío también. No era justo.
—No bebas más, Cora —me suplicó, y oí ruido cuando movió las botellas vacías con el pie, quizá para ver cuantas llevaba—. Te vas a ahogar, que esto no es una bañera.
—Así te quitarás un problema de encima. —Me reí sin ningún humor y me bebí lo que me quedaba de un trago muy largo.
—No digas gilipolleces, eres mi hermana, Cora, no un problema.
—¿Y si es verdad? —pregunté, incorporándome un poco y levantándome las gafas de sol para mirarla a los ojos—. ¿Y si lo sabe y nos delata?
—¿Y qué? ¿Qué va a decir? —Bajó el tono hasta convertirlo en un susurro—. ¿Qué nuestra batería no sabe tocar la batería? ¿Y qué? Primero que no podrá demostrarlo y segundo, ¿a quién mierda le importa?
Parecía cabreada, porque no solía decir palabrotas, yo dejé caer las gafas de sol de nuevo en su sitio. Sabía a quién le importaba, la prensa y los fans ni olvidaban ni perdonaban.
—Acuérdate de ese grupo de hace unos años... Se arruinaron con las denuncias de la gente pidiendo que les devolvieran el dinero de las entradas, y solo porque descubrieron que hacían playback en los conciertos...
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Casi en sintonía - *COMPLETA* ☑️
RomanceImagina conocer al famoso del que siempre has estado enamorada. (Entra para leer la sinopsis completa) -o-o-o- Todos los derechos reservados.