Capítulo 22.- Cita romántica

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No pude evitar ponerme algo escéptica cuando uno de los de la seguridad de Chris llamó a la puerta de la habitación que compartía con Irene, para decir que el músico me estaba esperando. Supuse que era un error y le pregunté un par de veces si no estaría buscando a Irene. Que, de todas formas, se había largado a comer con Néstor horas antes y no había vuelto.

Yo desde que habíamos llegado esa mañana no había salido de allí. Chris había desaparecido al bajar del autobús, prácticamente, así que yo me quedé tumbada en la cama, pensando en mis cosas. Bueno, vale, estaba pensando en Chris Dee. ¿Qué voy a hacerle?

Así que cuando el hombre de seguridad apareció para llevarme hasta el sitio dónde Chris me estaba «esperando» di por hecho que se había equivocado. Pero le seguí, por si acaso, si de verdad estaba buscando a mi hermana, pues podía reírme en su cara o algo. De todas formas, estaba aburridísima.

Sin embargo, el de seguridad me llevó hasta un pequeño local de ensayo y Salva, que estaba en la puerta como si fuera el gorila de una discoteca, me dejó pasar sin más discusiones, así que deduje que Chris me buscaba a mí. Porque Salva no me dejaría acercarme a él si fuera de otra manera.

El sitio por dentro no era muy diferente al que teníamos nosotros en Madrid para grabar temas, salvo porque estaba un piso por debajo, bajando por unas escaleras estrechas que me pusieron un poco nerviosa. Porque aquello seguía pareciéndome raro. ¿Desde cuándo Chris me «buscaba» por propia voluntad? Teníamos que ser realistas, era yo la que le seguía siempre.

En cuanto llegué abajo, le vi a través del cristal dónde estaban las mesas de mezclas y todo lo demás técnico de lo que tampoco entendía mucho. Y todos los nervios desaparecieron de golpe. Encendí el altavoz para escucharle tocar, antes de que me viese él a mí. Estaba sentado tras un teclado, cantando en voz baja.

Reconocí la canción, era la misma que me había tocado con la guitarra en el autobús el día anterior. Esa noche la habíamos tenido que pasar en un motel de carretera al final, pero aprovechó para disculparse de nuevo. Y menuda disculpa. Aún me temblaban las piernas si lo pensaba.

Chris alzó la vista cuando acabó de cantar, como si supiera exactamente que estaba allí. Pensé que iba a mosquearse porque le estuviera espiando, porque con él nunca sabía, pero me dirigió una media sonrisa que me hizo temblar entera.

—¿Crees que suena mejor a piano o a guitarra? —me preguntó.

Yo encendí el botón para responder desde allí, con tono profesional.

—La verdad es que la canción es de diez, señor Dee, pero debería dejar de estropear su voz añadiendo instrumentos —bromeé.

—Ah, ¿sí? —se rio, moviéndose un poco en el banco del teclado para girarse hacia mí.

Extendió una mano en mi dirección y me faltó tiempo para cruzar la puerta y cerrar tras de mí, para llegar hasta él. Chris me hizo hueco a su lado, mientras toqueteaba una canción más movida.

—Menudo sitio más raro para una cita romántica, Chris —me metí con él.

—¿Quién dice que sea una cita?

—Lo digo yo, porque está claro que estás loco por mí —le piqué un poco, pegándome más a él.

Chris se rio y pasó un brazo tras mi espalda, para tocar las notas más alejadas de una forma muy difícil y que sonó fatal. Me pregunté que hacía, pero no me dio tiempo a expresar mi pregunta en voz alta, antes de que se moviera, pasando una pierna por cada lado del banco y dejándome en el centro.

—No es una cita si no podemos meternos mano mientras hacemos lo que tenemos que hacer aquí.

—¿Qué mierda de excusa es esa? —Le miré alzando las cejas y haciéndole reír.

Casi en sintonía - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora