TRIGÉSIMO

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No sé cuanto tiempo pasó desde que estábamos en esa misma posición, pero sé que ha pasado lo suficiente como para lograr calmar mi llanto.

—¿Mejor? —me pregunta. Es como si los efectos del alcohol ya se hubiesen esfumado, como si en ningún momento estuvo ebrio.

—Sí —sonrío a medias y estiro mi brazo para tomar la cajetilla de cigarrillos junto con el encendedor—. Uno para ti —entrego en su mano—, otro para mí —lo llevo a mi boca y enciendo.

Lo mismo hago con el suyo, que ya reposa entre sus labios.

No decimos nada, porque hace un rato fue lo bastante intenso, creo que él habló mucho y yo por mi parte, dije todo entre lágrimas.

No sé si le haya quedado claro lo que quería transmitir, pero a veces siento que no soy lo suficientemente buena para las palabras, así como lo hizo él. No es lo mío. 

Luego de haber fumado nuestros cigarrillos ambos nos miramos a los ojos y sonreímos, es una sonrisa de complicidad, esa que solamente podrías compartir con alguien que en efecto sabes que está pensando lo mismo que tú, que lo quiere tanto como tú.

—¿Qué? —susurro cuando se comienza a acercar a mí. Su aliento se pone pesado y mi pecho comienza a subir y bajar con dificultad. 

—Ha sido una semana difícil —sus labios rozan con los míos—, no había dejado de pensarte ni un momento, sentí que podría enloquecer en cualquier momento. 

Sin decir más, nos besamos, joder. Un beso intenso, con sabor a te eché de menos. Acaricia mi cabello con una delicadeza un poco perversa y dulce al mismo tiempo. 

—¿Por qué somos así? —interrogo después de habernos separado lo suficiente como para poder hablarle.

—Así somos —pasa su mano por mi mejilla, hasta llegar a mi ojera, y esconder un mechón de cabello detrás de esta—. Podemos ser densos como la neblina en una tarde fría, o fuego en medio del infierno —muerde su labio y me guiña el ojo.

La Maia de antes, jamás podría imaginarse hablando con alguien antes de follar, simplemente hacemos que todo sea un momento de calentura y ya.  

—La ventaja es que me gusta la neblina y también el fuego —enarco una ceja. 

—A mi me gustas tú, Maia —me atrae a su cuerpo y me besa nuevamente, obligándome a subir al sofá donde anteriormente él se encontraba. 

Con la fiereza que nos caracteriza en todo momento, esa que nos hizo ser lo que ahora somos, la verdadera conexión. 

Retira su chaqueta y su camisa la saca por su cabeza, con la misma rapidez se deshace de mi pantalón de pijama y yo para ahorrarle tanto trabajo, saco mi sudadera. 

Lujuria, eso es lo que somos.

Sube por mis piernas, mi abdomen y entra entre mis pechos para llegar al cuello y comenzar a devorarlo. Esto lo esperé durante toda una semana, lo esperaba a él, porque por mi mente no pasó que fuera otra persona. Siempre buscaba a cualquiera y en los casos donde necesitaba algo más buscaba a Jungkook, o Monster para poder hablar con él luego de cada ronda.

Ahora, es cuando me doy cuenta que no tengo ya que buscar a otra persona. Estoy fuera de este planeta cuando V está cerca de mí. 

Se levanta, quita sus botas, su pantalón junto con su bóxer. Desabrocho mi brasier y bajo mi braga. Escucho cuando suelta una maldición al mismo instante que me ve. 

Siempre lo hace, así me haya visto tantas veces.

—Me pones duro, Maia, te lo juro —dice en un susurro casi tortuoso, de esos que no quieres decir, pero necesitas hacerlo. De esos que hacen que la situación se ponga aún más ardiente—. Eres como una maldita obra de arte —sonríe.

TWO... THREE © | V, BTS. 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora