OCTAVO

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—Entonces, ¿crees que el tipo que te hace esas llamadas y te envía esos mensajes es el mismo que te siguió? —la mirada expectante de Vera, hace que de alguna manera me sienta peor.

—No, bueno, no sé. Maldita sea —niego mientras pasó las manos por mi rostro.

—¿Quién crees que sea? —insiste.

—¡Joder, que no lo sé! —grité y ella sólo se encogió de hombros para así tomar un paquete de galletas con chispas de chocolate de la estantería frente a nosotras.

Lo arroja en el carrito y continuamos.

—Por primera en mi vida, en mucho tiempo tengo miedo y no sé porqué —suelto un grito de frustración y todo a nuestro al rededor me miran.

—No quería decirte, pero... ¿y si es...?

—¡Imposible, Vera! No y no —salto a interrumpirla, porque me niego a que sea la persona que ella está pensando, ya no existe— ¿Sabes algo? Te espero en el auto.

Sólo recibo un asentimiento de su parte es allí mismo cuando salgo del supermercado, haciendo sonar la campanita de la puerta. Camino por el aparcamiento hasta que llego al auto de mi amiga y me subo al copiloto.

Saco el móvil de mi bolsillo, marco el número al que realizaré la llamada y lo coloco en mi oreja

—Su llamada será enviada al buzón de voz de...

Quito el móvil con fiereza y lo estrello contra el asiento se atrás del auto. No sé cuántas veces he intentado e intentaré seguir marcando a ese número. Vivo una mierda constante donde no soy plenamente consciente de que esa llamada nunca será contestada, que la persona dueña de ese móvil y ese número telefónico, no está.

Siempre me rehusé a venirme a este país, pero cuál por fin estuve aquí todo se vivió un caos total, todo se desvaneció ante mí y supe que tenía que cambiar; intenté comenzar desde "cero", pero ese fue el verdadero detalle: nunca pude comenzar, sólo seguí sin mirar atrás, arrastrando conmigo cuan persona o situación se presentara frente a mí.

Flashback

Era viernes por y sabía a la perfección que traía a sus amigos y alguna o varias de sus putas. Se ponen como una cuba, pelean, se drogan, tienen sexo. Siempre intento no escuchar, taparme los oídos, pero no puedo alejar de mis tímpanos todo lo que hacen en esa jodida sala de estar.

Me levanté debido al ruido fuerte que había del otro lado de la casa. Malas palabras y olor a marihuana predominaban allí.

Me senté en la orilla de mi cama y pasé mis manos por mi rostro. Me sentía fatal, cada vez todo empeoraba y realmente estaba atrapada en esta red de violencia; ya esto formaba parte de mi vida cotidiana, quiera o no, debo tener la fortaleza necesaria para mantenerme viva.

—¡Maia, ven aquí! —me tensé en el lugar.

Desganada, con lo último que quedaba de energía en mi cuerpo, me levanté para caminar hasta la sala, por supuesto que con todo el pánico que me daba particularmente su voz; mi piel se erizó y mis piernas temblaban conforme me iba a acercando. Todo era poderío, violencia y fuerza; vivía sin duda bajo amenaza, controlada por esta maldita escoria.

Cuando llegué hasta el sillón, un grupo de chicos comenzaban a hacerme piropos pero de una manera asquerosa. Me parecía sumamente nauseabundo la manera tan pervertida de referirse a una chica.

TWO... THREE © | V, BTS. 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora