TWO... THREE © | V, BTS. 🔞

CUARTO

—Ok, todo por hoy —digo, restando importancia al acto que hacía anteriormente mientras doy unas palmaditas en su pecho.

—¿¡Qué!? ¿¡Cómo que todo!? —los ojos de completa sorpresa de Rap Monster no causa más que una sonrisa ladeada en mi rostro.

Me bajo de encima de él y me agacho para tomar mi ropa dentro del desastre horripilante que suele tener él en su habitación.

Coloco mi braga, mi brasier y luego mi pantalón, pero en cuanto voy a colocar mi camiseta, unos golpeteo en la puerta hacen que me sobresalte. Él coloca su bóxer y camina hasta la puerta.

—¡Hey! —la entusiasmada voz de J-Hope llega hasta mis oídos y no hago más que sonreír con mis dientes.

Había olvidado completamente que él comparte apartamento con Rap Monster. Ahora me pregunto: ¿Cómo se supone que alguien como J-Hope viva con Rap Monster? Un drogadicto antisocial de primera, no lo comprendo.

Termino de vestirme y poner mis zapatos.

—¿Maia? —se sorprende, aunque esté de espaldas a él simplemente con el hecho de escucharlo sé que lo está.

—¿Sorprendido? —volteó, aún sentada en la cama y él sólo asiente.

Reí ante su asombro. Es que, nunca había estado aquí mientras yo hago cochinadas con su compañero de apartamento. Aún así, no tengo ni un poco de vergüenza porque absolutamente todas las personas que me conocen, saben que amo hacer esto. Jugar con hombres es una atracción, más que eso, un vicio delicioso.

—Bueno, muchas miradas, mucho de todo, pero debo irme ya —digo.

—¿Segura, Cristal?

—Más que segura. Tengo cosas que hacer —rodeo su hombro y beso su mejilla, después abrazo a J-Hope y salgo del lugar.

Mientras camino por la calle en dirección a mi apartamento, coloco mis audífonos con un volumen excesivamente alto; creo que no existe nada mejor que esto, sientes que todo a tu alrededor vale a mierda, nada más importa la música que escuchas y tú.

Aunque parezca raro, mi mente está en otro lugar que ni yo misma reconozco, ¿Cómo es posible que no haya querido terminar lo que empecé con RM?

Por hoy, y sólo por hoy, los hombres los dejaré a un lado. Necesito un día completo para mí, me consentiré a mi misma; fumaré muchos porros y beberé el mejor alcohol de la ciudad.

Antes de llegar a destino, entro a un lugar de comida rápida, donde pido algo para llevar y así poder comer en paz en la mesa de mi apartamento, mientras bebo y luego hago lo otro.

Mi móvil comienza a vibrar y suelto un gruñido.

Aprieto el botón para contestar mediante el auricular.

—¿Hola? —frunzo el ceño.

—¡Maia, me has olvidado! —la voz dramática de Vera casi revienta mi tímpano.

—¿Es en serio, Vera? —ruedo mis ojos.

—Estoy abajo.

—No estoy en mi apartamento —digo, y escucho un bufido de su parte.

—Entonces me voy —niña malcriada, es la definición exacta de Vera. La vida fácil que le ha dado su madre ha traído como fruto esta chica que me habla ahora mediante un aparato—, quería verte.

—¿No podrías esperarme? —estoy indignada. Sé cómo es ella, pero aún así no puedo tolerar sus niñerías.

No me respondió así que tranqué el móvil, presionando el mismo botón de hace un rato.