TWO... THREE © | V, BTS. 🔞

CUATRIGESIMO TERCERO

POV Maia

Mientras una Aroa más calmada que cuando llegó, se limita a contarme todo lo que sucedió, mi instinto asesino comenzó a salir a flote.

Me interesa una mierda dejar de ridículo a alguien, de hecho creo que se me da bastante bien, aunque últimamente haya estado fuera de todo eso.

Pero ahorita mismo, puedo ir a donde sea que esté Suga y destruir su moral y trapear el suelo con ella.

Una voz dentro de mí, me dice que me quede tranquila, que no es mi problema, pero, maldición, es mi mejor amiga de quien hablo, mi hermana, y me niego a la idea de un Suga posesivo, gritándole a ella en un auto.

—Y eso no es nada —dice y suspira, mientras tiene pequeños espasmos por el llanto de hace un rato—. Todos estos días me ha tratado así, Maia, o sea, ¿qué le hice yo para que me trate de ese modo? ¿Y si habla con alguien más?

Sería un grandisimo idiota si engaña a alguien como Aroa, que si bien en este momento está pasando por una situación confusa, aun así lo sigue eligiendo a él por encima de todo. Es una persona muy dulce, que siempre intenta hacer y dar lo mejor de sí en todo.

—¿Quién se cree para tratarte como le da la maldita gana? —le digo incrédula y camino a mi closet mientras que ella está tumbada sobre mi cama, con lágrimas aún recorriendo su rostro.

—Y la verdad es que no tiene de qué preocuparse, yo no lo cambiaría por nada, o al menos eso pensé hasta el día de ayer —sorbe por la nariz y se sienta en la cama—. ¿Sabes? Debería preocuparle o envidiarle a J-Hope el hecho de hacerme sonreír, que me llena de vibras puras e increíbles, cosa que él últimamente no ha hecho, somos simplemente dos personas con el deseo de coger.

Me quedo pensativa por un mínimo momento y me preguntaré si eso somos V y yo. Luego, niego con la cabeza y vuelvo mi atención a ella.

—¿J-Hope? —levanto mis cejas y sonrío.

—No me ayudes tanto —sus labios hacen un puchero y su ceño comienza a arrugarse de nuevo. Volverá a llorar—. El destino es una locura. Me lo encontré ayer, después de visitar la tumba de...

Asiento. Y me pongo seria de nuevo, sé que cuando hablamos de esto, es diferente.

—Y después de eso, de haberlo visto en un día tan doloroso para ti, ¿Suga armó su gran show de circo con malabaristas y tigres de bengala?

Ahora es ella quien asiente, se lanza nuevamente en la cama y ahora coloca una almohada sobre su cabeza para empezar a gritar con fuerza.

Doy media vuelva y me empiezo a vestir con lo primero que veo en el closet y coloco mis tenis.

—Ponte cómoda, o más cómoda, toma una ducha larga si quieres. Ya vuelvo —le digo y ni siquiera se inmuta de mi salida, sólo grita y grita.

Supongo que debo dejarla que se desahogue, yo hago eso, incluso golpeó la almohada y es de mucha ayuda la verdad. Necesita drenar todo ese sentimiento de dolor, confusión y decepción.

Cierro la puerta de la habitación que ahora es mía y lo que desbordo en este momento no es más que coraje, uno que se apodera de todo. Salgo y camino hasta la mesa del comedor, sin mirar a los lados, cojo un cigarrillo, lo coloco entre mis labios, agarro mi encendedor y las llaves para marcharme. Cuando estoy en la puerta, una voz me frena.

—¡Hey, hey, hey! —V se interpone en mi camino y yo desvío mi rostro— ¿A dónde vas? —saca el cigarrillo de entre mis labios y lo lanza en el sofá. Yo sigo el objeto con la mirada y respondo:

—¡Le diré sus verdades en la cara! Es un maldito...

Paso de él y abro la puerta, pero la vuelve a cerrar de nuevo.