Prohibido caer en tentación

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Salí de casa muy abrigado, con un dolor de cabeza insoportable, no sé cómo carajos pude solo dormir tres benditas horas. Caminé por el estacionamiento y vi que los chicos llegaban.

La verdad es que no quería que me hicieran preguntas sobre mi aspecto el día de hoy, así que los evité.

Caminé por el corredor y a lo lejos vi que Joanne y Robert estaban conversando y riendo juntos. Sinceramente me sorprendía, no pensé que ellos se hablaran, parecían unidos. Y me alegraba, por fin ella estaba incorporándose al grupo.

Seguí caminando y llegué a mi casillero, coloqué los libros que necesitaba las primeras dos horas y los puse en mi mochila. Mi primera y segunda hora era de español así que supongo que estaba bien, o algo así, moría de sueño, pero no me importaba, tenía que enfocarme o la semana de exámenes estaría fatal.

Me senté en el banco del fondo y que daba hacia la ventana. El profesor aún no entraba, así que recargué mi cabeza en la paleta de mi banco y cerré los ojos. Conseguí dormirme y de repente sentí una mano acariciar mi cabello y se reía.

Levanté mi cabeza y limpié mi baba apenado.

Ella comenzó a reír. —¡Buenos días, bello durmiente! O debo decir... "Chico baba"

Reí leve.

—Hola, ¿Cuánto dormí? —Pregunté.

—Las dos horas de español. —Reía.

Abrí mis ojos al tope.

—¡¿De verdad?! —Le pregunté y miré alrededor.

Ella comenzó a reír.

—No. —Reía— Llevas diez minutos dormido, el maestro aún no ha llegado.

Tomé mi pecho y la miré con los ojos entrecerrados. —¡Un día vas a provocarme un infarto y me matarás!

Ella seguía riendo.

—Tranquilo, Jackson. Era para que despertaras.

—¡Y vaya que lo conseguiste! —Reí leve— De verdad pensé que me había perdido las dos horas y no había revisado mi tarea.

Ella sonríe.

—¿Por qué no pudiste dormir anoche? —Me mira curiosa— ¿Por mentiroso o por que estabas preocupado por cual pijama vestirás esta noche? —Reía leve.

—¿Mentiroso? —Sonreí. —¿Acaso hice algo?

—Le dijiste a mi abuela que vivías muy cerca, cuando no fue verdad. —Me miró apuntándome con su dedo. —¡Mentiroso! —Sonreí.

Sobé mi nuca en pena. —Lo lamento, sólo no quería que se tomaran muchas molestias por mí. El café había sido suficiente.

Ella sonrió y negó.

—Entonces... ¿Ya sabes que pijama te llevaras esta noche? —Sonríe.

—Sí—Sonreí— Una de unicornios. —Mencioné serio.

Ella sonrío—¡Se te verá muy bien!

Me sorprendió su comentario, creo que otra cualquier persona habría respondido con una mala cara o disgusto, pero ella era todo lo opuesto.

—No es cierto—Sonreí— Quizá me pondré la misma de ayer.

Ella sonríe.

—Necesitamos comprarte más pijamas—Reí por lo que dijo.

—De verdad que necesito más.

El profesor entró al salón y se disculpó por su llegada tarde y pidió que entregáramos las libretas. Estaba formado en la larga fila para entregar mi libreta y vi que Jimmy estaba en la puerta del salón.

Los colores del alma| LG(B)TQ+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora