Inversión.

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Capítulo 4.
— ¿Te vas? —Preguntó mi madre con la nariz roja y los ojos llorosos.
—Sí, ¿Papá no te dijo? —Solté y regresando a guardar mis cosas.
—No.

Asentí.

—Nunca serás alguien en esta vida, Joanne. —Dice con cierto sentimiento en su voz.

Cerré la maleta bruscamente y la miré.

No era posible que estuviera diciéndome esto, es decir, estoy partiendo, quizá sea la última vez que la vea en meses, años, en la vida, no lo sé y ella está diciéndome esto. Quería volverme loca, era mi culpa siempre quería justificar sus palabras hirientes, su falta de amor, creando un mundo irreal donde ella no era mala y nunca tenía la intención de dañarme pero fue la gota que derramo el vaso.

—Nunca juzgues a una chica  que no ha hecho nada más que amar a su madre con todo su corazón, aun así si ella no la amo de regreso. —Dije y tomé mi maleta— Espero y algún día te recuperes mamá.

—Me pregunto ¿por qué nunca hice lo que tanto deseé?. —Dijo.

— ¿Abortarme? —La miré— Lo hubieras hecho mamá esa hubiese sido la mejor cosa que me hubiera pasado, prefiero mil veces ser un feto en un bote de basura que estar en este hogar sin amor. Que estar aquí mendigando tu amor.

<<"No necesito un psicólogo, madre, he visto fantasmas rodear la casa, ellos me susurran al oído que ellos tienen nuestros mismos  nombres, esos fantasmas son nuestra familia en el pasado, está muerta, la han matado desde que nos dejaron a los tres solos dirigir esta enorme casa">>

Sentí una lágrima caer por mi mejilla y la limpie.

—Adiós mamá. —Dije y salí de casa, subí al auto. Antes de partir regresé la mirada hacia mi habitación en la segunda planta, mi madre estaba en la ventana de mi habitación mirándonos. — Vámonos papá...

En el aeropuerto, se sentía el ambiente tan difícil, tan triste...una despedida nunca había sido tan difícil hasta que me tocó despedirme  de mis hermanos en carne propia.

La gente paseaba por todo el edificio, parecía tan normal para ellos como si fuera una rutina en su vida diaria, no me explico cómo haré para no romper a llanto en este momento. No quería mirarlos, porque sabía qué pasaría un buen tiempo antes de que volviera a ver sus rostros de nuevo. Siento una presión en mí, que me impulsa a gritar pero no lo hago, solo está ahí. Solo ahí.

—Prométeme que estarán bien. — Musité con nostalgia. Mi padre me miró con ojos tristes y mis hermanos se dedicaban a aguantar ese mar que tenían en los ojos.

—Te lo prometo. —Dijo mi padre acariciando mi hombro con una sonrisa débil, sus ojos eran cansados y tristes pero mantenía su absurda sonrisa para no hacerme llorar.

Asentí con un nudo en mi garganta.

"Pasajeros del vuelo ciento treinta y seis, favor de pasar al pasillo diecisiete "J". Cinco minutos para partir" —El altavoz de la mujer se escucha en todo el lugar y mi mirada baja hasta mis hermanos.

Sus ojos liberaron todo aquel océano completo que acumularon. Fue imposible llorar. Sus ojos rojos y cubiertos de lágrimas me partían el corazón.

—Joanne...—Dijeron al unísono. Me hinque frente a ellos y los encerré en un fuerte abrazo. —No te vayas, P-por favor. —Dijeron de nuevo.

—Los extrañaré tanto. Les escribiré cartas, lo prometo. —Prometí con lágrimas en mis ojos. — Los amo con todo mi corazón. Nunca lo olviden— Besé las mejillas de cada uno.

Los colores del alma| LG(B)TQ+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora