#11

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JiMin había estado saliendo con YoonGi, al principio eran salidas casuales, un café y algunas anécdotas, pronto se volvió en algo más íntimo, caminar de la mano, ir a la casa de JiMin para acurrucarse y susurrarle palabras bonitas y, en ocasiones, largas sesiones de besos y caricias dirigidas con cariño.

La rutina duró al rededor de 2 meses, tiempo en el que no hubo una víctima más, habían dado por terminado el caso y eso era lo que más le dolía a YoonGi, quién obviamente no estaba listo para decirle a JiMin que debía irse, regresar a Seoul y que probablemente se le imposibilitará volver a aquel lugar.

Jin era visitado diariamente por JiMin, a veces le dejaba flores y otras tantas alguna carta o foto, pero siempre dejaba algo para su amigo sobre la fría lápida.

Por otro lado, HoSeok había estado totalmente frustrado, el caso estaba cerrado y él no había podido averiguar quién había cometido tales atrocidades contra tres chicos inocentes. Cualquier sospecha que pudo haber tenido sobre JiMin se fue aquella mañana cuando el cuerpo de SeokJin había sido encontrado inerte.

–Asi que aún no le dices. YoonGi, nos vamos en tres días, ¿qué estás esperando?

–No puedo, simplemente lo veo y quiero prometerle quedarme por la eternidad, pero debemos irnos y tampoco quiero que él deje su hogar por mí.

El ahora castaño se rasca su nuca nervioso y mira a su amigo, pidiendo algún consejo con una pregunta silenciosa.

–No sé qué decirte, sólo...dile que te irás y que si desea acompañarte, no puedes ocultarselo.

YoonGi bufa y lo mira levemente entristecido, pues sabía que esa era la única manera y no había querido admitirlo.

–De acuerdo, le diré esta tarde cuando lo vea.

Dijo para levantarse de su lugar y caminar con dirección a la salida, abrió la puerta y soltó un profundo suspiro, demostrado lo cansado y a la vez ansioso que estaba. ¿Y si le decía que no? ¿Pero si le decía que sí? No sabría cómo reaccionar ante aquello.

•••••

–¡Hyung~!

Saludo el rubio en cuanto abrió la puerta de su casa para encontrarse con el chico que ocupaba sus pensamientos, beso su mejilla y le dejó pasar, dejando que apreciara perfectamente el olor de las galletas recién salidas del horno y el café recién hecho, justo como le gustaba que estuviera. Definitivamente no podía dejar ir a JiMin, ese chico se había robado varias cosas en él, entre ellas su corazón y suspiros.

–Huelen rico las galletas.

Dijo intentando no sonar nervioso, y pensándolo bien fue lo más estúpido que pudo decir, aunque para su suerte, JiMin no había dado importancia a ello y había sonreído orgulloso.

–Gracias, sabes que siempre intento cocinar con mucho esmero para que queden bien, aunque creo que esta vez me faltaron chispas de chocolate.

Abulta sus labios en un tierno puchero que hizo que el mayor de ambos sintiera su corazón derretirse de amor, supo que entonces debía decírselo ya, sino, jamás lo haría.

–JiMin, tengo algo que decirte.

Esas palabras pusieron en alerta al menor, haciéndolo girar rápidamente en su dirección y darle su total atención.

–Debo volver a Seoul, en dos días y no puedo quedarme y yo...

No pudo terminar su frase, pues aquella noticia había echo que la sensación de abandono regresara al pecho del rubio, provocando una rápida huída por este. Aquella noche, HoSeok no durmió en su cama.

Doll's Killer [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora