XXIII

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—Tal vez podríamos llevarnos bien ¿Qué dices? —le habló al pequeño rubio, que lo observaba con sus cejitas fruncidas.

Candice se estaba bañando, y Bastien estaba en la habitación con el bebé, cuidándolo hasta que ella saliera. Aún seguían bajo el resguardo de los oficiales de la Central.

Sólo había pasado un día desde que habían hallado a Bastien, y el azabache aún seguía en recuperación, con su hombro vendado.

Intentó tocarle la mejilla a Luke, y el bebé le gruñó, tirando las orejitas hacia atrás.

—Pero soy tu papá —sonrió divertido—. Seamos amigos ¿Qué dices?

Era tan lindo verlo a la defensiva, gruñendo, mirándolo con desconfianza.

—Eres muy lindo, un gatito precioso, hagamos las pases —le dijo acercando su mano a la del bebé.

Y cuando Bastien intentó tocarlo, quitó su manito, haciéndolo reír.

—De acuerdo, creo que así no voy a poder acercarme a ti. Veamos si con esto sí —le dijo poniéndose de pie, buscando el biberón del bebé.

Tomó el termo con agua caliente, y le preparó un poco de fórmula, acercándose nuevamente al pequeño rubio. Le mostró el biberón, y Luke estiró sus bracitos.

—¿Esto si quieres no? Ten —sonrió.

Luke lo tomó con ambas manos, y lo observó con desconfianza, mientras bebía su leche. Y unos segundos después, sus ojitos comenzaron a cerrarse, sin dormir, pero ronroneando.

Si algo le gustaba al pequeño, y lo relajaba, era la leche tibia.

—Eres un encanto —le dijo con una suave sonrisa, besando su frente.

Candice salió unos minutos después, sonriendo al escuchar al bebé ronronear. Se acercó hasta la cama, y lo tomó en brazos, abrazándolo a ella.

—Mi hermoso bebé, como amo escucharte ronronear, ver tu hermosa sonrisa.

—Sí, es muy lindo —sonrió el azabache.

—Ya puedes entrar a bañarte.

—Am... No sé cómo voy a hacerlo con esto —le dijo señalando su hombro y brazo enyesado.

—Es verdad, quizás haya alguna enfermera para ayudarte, o un oficial podría hacerlo también.

—O tú.

—E-Eh, no creo.

—¿Por qué no?

—Sería incómodo —pronunció mirando a su hijo.

—No hemos hecho a ese bebé viéndonos a los ojos ¿verdad? —preguntó con cierta diversión.

—No, pero es diferente. Tú no eres el Bastien que yo conocí, y además ni me recuerdas.

—Pero sigo siendo el mismo.

—No, porque no es lo mismo, Bastien. Siento que estoy frente a otra persona, y no me olvido tampoco las cosas que me dijiste.

El muchacho suspiró y asintió con la cabeza.

—De acuerdo, intentaré bañarme solo, y lamento mucho todas esas cosas que te dije.

***

Dos meses después—

Después de haber vuelto a su hogar, y que no encontraran al papá de Candice, los tres habían decidido tomarse unas minis vacaciones a mitad de año, junto a Zoe que había rendido muy bien sus exámenes.

BastienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora