XXI

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—Nada de esto sería posible sin la intervención del papá de Camille, ahora el tipo estará utilizando esto para su imagen —gruñó un muchacho.

—Lo importante no es lo que este tipo haga, sino demostrar al mundo lo que los humanos nos hacen —pronunció serio Onías—. Ya debe ser noticia a nivel nacional allí, la cantidad de muertos que hay, y cuando los nuestros lleguen, será noticia a nivel mundial.

—En fin ¿Se sabe algo de la mujer y el niño?

—Tengo entendido que ya fueron resguardados. El problema ahora es el otro muchacho, según nos comunicó un amigo de él, quién lo encontró en un primer momento al borde de la muerte, el padre de su pareja es un mafioso. Él ya estaba por iniciarse acciones legales, pero a último momento se enteraron que su hijo que creían muerto, porque así le habían dicho a la chica, en realidad estaba vivo en un hogar para niños. Es por eso que ambos viajaron y regresaron a aquel lugar. El padre de ella lo habría visto como la oportunidad para acabar con todo de una vez por todas.

—Son unos enfermos, ¿Y ensañarse con un niño? Es realmente de lo peor.

***

—¿Te gusta que rasque tus orejitas? ¿Sí, mi amor? —sonrió haciéndolo, viendo como el bebé sonreía, y ronroneaba.

Ahora se encontraban ambos en la casa de un tipo, que según le habían informado era un agente simpatizante de las bestias. Y la castaña no sabía si sentirse segura o no allí, ya que desconfiaba de todo.

Se había quedado en una de las habitación de la casa, con su bebé, que había despertado una vez más. El tipo parecía ser amable, pero ella de todos modos desconfiaba.

—Ya falta menos, hijito. Pronto encontrarán a tu papá, y nos iremos los tres a casa, muy, muy lejos de aquí, donde tú puedas crecer feliz y seguro.

Lo escuchó quejarse, y pronto el bebé se puso inquieto, lloriqueando.

—¿Qué pasa, amor? ¿Tienes hambre de nuevo? ¿Sueño?

Golpearon la puerta, y entró el hombre que los había ayudado, con una bandeja en sus manos, donde llevaba un plato con espaguetis para ella.

—Debes comer algo tú también.

—Gracias —murmuró con una leve sonrisa.

—¿Qué le pasa al gatito? ¿Por qué llora?

—No lo sé, creo que está algo fastidioso.

—¿Te has fijado su pañal? Los bebés a veces se ponen así cuando tienen el pañal sucio.

—Es verdad, no lo he hecho... Esto de ser mamá es nuevo para mi —pronunció en un tono bajo, acostando a Luke en la cama, para quitarle el enterito.

—Lo imagino, te ves muy joven.

—No es por mi edad, sino porque me arrebataron a mi hijo —le dijo cambiándolo.

De camino a la casa de su rescatista, Candice le había pedido que la llevara hasta el motel donde se estaba alojando. Si bien era peligroso regresar allí, ya que no sabían si esos tipos conocían su ubicación, fueron igual, comprobando que nadie más había llegado.

La joven castaña había tomado sus documentos, maletas de ella y Bastien, junto con el dinero, y se habían ido rápidamente. De camino a casa del señor que los estaba ocultando, Candice había comprado algunos artículos para Luke, entre ellos, los pañales y el biberón.

—Sí, me contaron tu historia. Es muy triste todo esto que está pasando. Sé que pronto llegarán las oficiales y buscarán a tu pareja también.

—Eso es lo que más quiero —pronunció terminando de cambiar a Luke—. Sólo quiero que encuentren a Bastien e irnos de aquí.

—Tú no te preocupes, ellos lo harán —sonrió—. Te dejaré el plato aquí, y come cuando gustes. Si necesitas ayuda en algo, llámame.

—De acuerdo, gracias.

Ella no iba a comer nada que le dieran... Incluso había comprado algunas galletas y agua en botella para tomar mientras esperaba a que la vinieran a buscar desde el asentamiento.

El señor se mostraba bueno y amable, ¿pero quién conocía sus verdaderas intenciones?

***

A los oficiales del Asentamiento no le quedó más que trabajar con los policías locales, al momento de llegar al país. Cómo primera medida, habían enviado un grupo hacia la casa donde se encontraba Candice con su hijo, y ahora se encontraban buscando a Bastien.

El único consuelo de tanta masacre en el hogar para niños, es que a los pequeños los habían encerrado a todos en el comedor, ninguno parecía herido, más que el trauma que tenían por lo que había pasado.

Tanto la directora del lugar, como las cuidadoras y demás empleados que estuvieron presentes en ese momento, estaban sin vida.

En la escena también se habían retirado varios cuerpos, los peritos habían contado unos cuatro. Incluso habían limpiado el lugar, quizás en un intento de borrar pruebas.

¿Pero dónde estaba Bastien? Lo habían estado buscando por los alrededores, y el muchacho no aparecía. Incluso comenzaban a temer que quizás lo hubiesen capturado.

El principal sospechoso era Antoine Von Der Nooth, quién ya tenía un pedido de captura, pero hasta el momento, nada se sabía de él tampoco.

***

Al ver a esos hombres vestidos de un azul oscuro, con armas y chalecos antibalas, Candice pudo sentirse un poco más segura. Especialmente, porque ellos también tenían orejitas de gato.

Luke se mostraba muy curioso con los hombres de su especie, al parecer, era la primera vez que estaba frente a uno de los suyos... Aunque eso no le agradaba en lo más mínimo.

Estaba muy posesivo de su madre, hasta el punto de gruñirles cuando alguno de ellos se le acercaba a la jovencita. Es por eso que entre risas, uno de los oficiales le explicó que el comportamiento de Luke era normal.

Los bebés varones solían ser muy territoriales, especialmente de sus madres, y sus principales "enemigos", solía ser cualquier macho, especialmente si también era de su especie.

El pequeño rubio le gruñía a todo oficial que se le acercara a Candice, aferrándose a ella. Incluso, si estaba durmiendo, se despertaba al sentir el aroma de ellos cerca.

Era un gatito muy celoso.

...

BastienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora