Prometida

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Una...,dos...,tres... Campanadas...

Alguien había sido asesinado.

Cuatro...

El asesino era el lobo.

Peter y yo nos miramos a los ojos, toda la pasión, la ilusión, el pequeño sueño que se había abierto paso a la realidad, una realidad gris y oscura se deshacía como arena entre nuestros dedos.

Más de veinte años habían transcurrido desde que sonaron las últimas cuatro campanadas de la iglesia de Daggorhorm.

Más de veinte años sin un ataque del lobo, hasta ahora.

Nunca había experimentado esta sensación, esa sensación de miedo, ese tipo de miedo, no era visceral, como cuando tuve mi primer encuentro con el lobo.

Era un miedo mucho más profundo, un miedo que te pone en alerta.

¿Quién habría muerto?

¿Vecinos?

¿Amigos?

Miedo de no saber a quién no volverás a ver.

Da igual quién, nadie te es indiferente en un pueblo tan pequeño, donde te has criado con toda esa gente.

El panadero que me daba pan de pequeña a mí y a Lucy.

¿Lo echaria ella de menos?

Conoces a todo el mundo, y ellos de una forma u otra an participado en tu vida.

Podría ser cualquiera.

Pero, ¿por qué?

¿Por qué ahora?

¿Habíamos hecho algo mal?

La luna llena pasada todo se llevó a cabo como siempre, ¿por qué este castigo tan inmerecido ahora?

¿Ya no es suficiente con nuestro mejor ganado?

Todas esas preguntas volaban por mi mente mientras era arrastrada por Peter hacia el pueblo.

Todos se agolpaban en torno al campo de trigo.

Las espigas ya maduras se habían recogido días atrás, dejando la tierra árida y seca, de un color dorado apagado, resto de los tallos cortados del trigo.

Entrando al campo podíamos ver a algunos aldeanos corriendo a la escena.

Mis amigas, estaban allí.

Dos chicas de pelo negro, muy diferentes, Rose, la más atrevida y desvergonzada, todo un chisme em el pueblo por sus andanzas con todo varón, joven o casado.

De una belleza salvaje y fresca.

Prudence, tenía una belleza más reservada, aniñada, iba muy bien con su personalidad callada y tímida.

Y por último, la más noble de las tres muchachas, Roxanne, pelirroja, de cabello largo trenzado casi siempre.

Con grandes coloretes y ojos azules inocentes.

Las tres estaban muy afligidas,

Con los ojos llorosos y labiod temblorosos.

Estaban hablando muy bajito pero en cuanto sintieron mi presencia, se callaron.

Como si fuera ofensivo hablar delante de mi.

Me miraban con lástima, otras no se atrevían a hacer contacto visual.

Eso, alteró mi sangre.

¿Que pasa?

Como por instinto las palabras salieron solas.

¿A quién tienes miedo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora