El pueblo estaba de fiesta.
Daggorhorn ignorando la oscuridad, la noche y el terror que helaba la sangre de sus antepasados.
Los más ancianos se refugiaban en sus casas, atentos a lo que ocurriría al desafiar a la bestia.
La luna, llena y roja se erguía en el cielo oscuro cómo boca de lobo.
Amenazante, eclipsando a las estrellas, escondidas, quizás por miedo, pues hasta los astros sabían como acabaría esta fatídica noche.
Mientras tanto, los aldeanos celebraban con comida y bebida la muerte del lobo.
Grandes hogueras se alzaban en el centro de la plaza, alrededor de la cuál bailaban los muchachos más jóvenes.
Valerie estaba triste, a Lucie le hubieran encantado estas cosas.
Paseo como alma en pena por la fiesta, unas risas de hombre llamaron su atención.
Múltiples borrachos hacían un corrillo alrededor de alguien.
Parecían reirse a costa de alguien, movida por la curiosidad se abrió paso hasta quedar delante de un horrible espectáculo que la hizo sentirse humillada y dolida.
Un hombre con máscara de lobo hacía el amago de montar a otro hombre en el suelo desmayado por el alcohol ingerido.
Cesaire.
Su padre.
Valerie agarró un tronco y golpeó al bastardo que se burlaba de su familia y despertó a Cesaire de una patada.
Este se levantó desorientado.
-Me echaré agua y estaré presentable para el papa- dijo ante la mirada de reproche de los verdes ojos de su hija.
-Papá... - Dijo Valerie con dolor.
Dolía, dolía ser el azmerreir del pueblo por qué tu padre era un borracho.
Dolía ver que se ahogaba en alcohol.
Dolía.
Su familia se desintegraba a la velocidad de la luz y ella no podía hacer más que mirar como ocurría el desastre.
Sus padres no se amaban.
Su madre le había sido infiel a su padre con otro hombre el cual había muerto.
Su hermana no era hija de su padre, sino del fallecido.
Ella estaba muerta.
Su padre lo ignoraba y se ahogaba en alcohol.
Y ella, ella debía callar.
La vida era una falsa.
Se alejó de su padre y contempló cómo el pobre padre Auguste se horrorizada ante las descaradas insinuaciones de una joven.
El pobre cura se encerró en la iglesia ante la advertencia del padre Solomon.
Valerie se reunió con Prudence, la penosa castilla y tímida que bailaba en la hoguera.
-Parece que Rose se está divirtiendo- dijo señalando a la morena que bailaba junto al fuego sensualmente con un Peter muy contento de verla mover sus generoso atributos.
Esa imagen estrujó su corazón y la hizo querer vomitar.
¿Por qué? ¿Por qué le hacía esto Peter?
Ella pensaba que le importaba.
Que la quería.
Pero no, ella le conocía, el solo trataba de hacerla rabiar.
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¿A quién tienes miedo?
Romance¿Quieres vivir? Entonces, no le tengas miedo al lobo.. "Viviamos en una aldea cerca de un bosque, atravesado por un riachuelo, pocos conocían nuestro pueblo por su nombre, pero si por los horrores que en el ocurrían. Mi madre siempre decía vé a por...