Brujeria (Parte I)

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Valerie corrió a casa una vez se autorizó por los soldados del padre Solomon que cada cual volviera a sus casas.

-¡Madre!- gritó nada más entrar y verla en la cama postrada.

Su abuela apareció por detrás, y la abrazó por los hombros tranquilizandola.

-Esta bien, el lobo la ha arañado, pero no la ha mordido- dijo en susurros a la joven.

El bello rostro de Suzette ahora estaba desfigurado por un zarpado en uno de los laterales de su rostro, que llegaba desde su mejilla hadta su cuello.

Ella se quejaba de dolor y la abuela preparaba más infusiones para sedarla.

-El lobo ha hablado conmigo- dijo Valerie rompiendo el crudo silencio de la casa.

La respiración de su abuela se paró y solo se oían los quejidos lastimeros de Suzette.

La anciana se giró y contempló a Valerie con sus grandes ojos castaños.

Se clavaron en los de ella susurrando palabras qur acudieron a su mente como un huracán, arrastrando imágenes que le quitaban el aliento y sembraban la desconfianza.

"te conozco muy bien..."

La muchacha tragó saliva y se dió un par de pasos hacia atrás.

-¿Y le has entendido?- preguntó la anciana con los ojos clavados en su nieta, pero Valerie la estaba mirando como nunca lo había echo, con miedo, y con desconfianza.

-Igual de bien que a ti- dijo la joven.

La mujer avanzó ante la atenta mirada de Valerie y la abrazó, su cuerpo rígido se fué relajando con el calor del abrazo de su abuela, la mujer que siempre había admirado.

-Voy a por un poco de agua- dijo al separarse y cogiendo un cubo marchó a la plaza.

El pueblo era un caos.

Se podían contemplar, con lástima, las casas rotas y la sangre reciente de los vecinos asesinados por el lobo.

Mucha gente había muerto anoche, pero ¿cuánta más iba a morir?

El padre Solomon se adentraba en cada una de las casas y las desnudaba a fondo.

Valerie se acercó a la fuerte sin poder evitar clavar los ojos en los cuerpos que aún no habían sido retirados.

Una tos ahogada hizo que se acercará al cuerpo de un soldado.

-¡Esta vivo!- gritó la chica poniéndose de rodillas y sujetando al soldado de piel oscura que agonizaba en el suelo.

-¡Mi hermano!- gritó el otro soldado de piel igual de oscura acercándose a el corriendo.

Pero... Ya era tarde.

El padre Solomon se acerca a él soldado herido y clava sin piedad la espada de plata en su corazón.

Valerie sostiene el cuerpo del ahora soldado muerto.

El silencio reina en la plaza.

Todos contienen la respiración observando la crudeza de lo que acaba de suceder.

El padre Solomon guarda la espada en su cinturón y hincha los pulmones.

-¡Un hombre mordido...

...Es un hombre maldito!

Lágrimas caen en la nieve y en los ojos del soldado se ve la venganza.

La puerta suena con dos toques y Valerie corre la mirilla de madera.

Unos ojos marrones la contemplan desde el otro lado de la puerta.

-Valery...tenemos que irnos de aquí, esto no es seguro- Peter.

-Vente conmigo- la voz del muchacho se mezcla con una voz sobrehumana, ronca y fuerte que aprieta su corazón y le roba el aire.

"Vente conmigo..."

-No puedo irme contigo Peter, lo siento- y dicho esto, cierra la mirilla y se deja caer en la puerta.

Su corazón duele.

No poder confiar en las personas que amaba, duele.

Pero, ¿quién puede ser?

¿cómo saberlo?

Cómo dejarse llevar cuando el soplido de la muerte silva entre los corazones ilusos.

Mientras, el padre Solomon seguía limpiando la aldea.

La suerte no estaba del lado de algunos.

Clodd, el chico de cabellos naranjas y corazón de niños estaba teniendo un ataque de ansiedad en lo alto de una viga de él cobertizo.

Muchas veces, confundimos el mal con lo desconocido simplemente por qué el miedo nos ciega.

El muchacho gritaba y lloraba desconsolado.

-¡Cogedle! ¡Bajadle de ahí!- gritaba histérico el padre Solomon a sus soldados.

Roxanne corría detrás del padre Solomon implorando que soltará al joven.

-¡Suéltelo el no ha hecho nada!- gritaba Valerie al padre que se giró a mirar a la muchacha con mirada gélida.

-Sabe brujería- dice mirando a la joven a los ojos.

-¡Le conozco!- Grita Valerie.

-¿Más que yo a mi mujer?- le dijo con rabia a la joven.

Los gritos del pobre chico resonaban en las calles.

Valerie abrazaba a Roxanne mientras Clodd desaparecía con los soldados, el padre Solomon y el padre Auguste.

¿A quién tienes miedo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora