Capítulo 2.

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El tiempo parece detenerse. Al menos, se detiene para Richie Tozier. No puede ser que al que esté viendo sea a Eddie Kaspbrak, porque Eddie murió hace un año, pero también es imposible que sea otra persona. Está cubierto de lodo, pero aún así hay rasgos que son inconfundibles.

—Mierda— es todo lo que sale de sus labios. Instintivamente, retrocede un par de pasos.

¿Y si no derrotaron a Eso y ahora viene tras ellos para terminar el trabajo? ¿Y si...?

—Ri...Richie, no te asustes, yo no...— esa es en definitiva la voz de Eddie, la dulce y casi siempre nerviosa voz de Eddie Kaspbrak.

Richie niega con la cabeza. Es imposible. Estaba muerto y ahora... está aquí. Todo se torna difuso a su alrededor, e incluso deja de escuchar.

Lo último que ve antes de caer desmayado al suelo son esos ojos... No pueden ser otros que los hermosos ojos de Eddie.

....

Al despertar, Richie siente un ligero dolor de cabeza. Se pasa ambas manos por la cara para espabilarse y descubre que está acostado en el sillón, y es extraño, porque no recuerda haber llegado allí. Tal vez bebió tanto que olvidó todo. Lo que si recuerda con claridad es el loco sueño que tuvo, en el que Eddie estaba vivo y llegaba a...

—¿Estás... Estás mejor?

Richie abre los ojos al máximo y voltea hacia el origen de la voz. Eddie está sentado en una esquina en el suelo, cubierto de barro y... ¡¿Eddie?!

—¡Oh mierda! ¡Oh mierda!— Richie se para sobre el sillón, poniéndose en una torpe posición defensiva—. ¡Oh mierda! ¡¿Qué eres y que mierda haces con el aspecto de Eds?!— comienza a hiperventilarse.

El Eddie que no puede ser Eddie pero que es Eddie levanta las manos en señal de rendición y se pone de pie con lentitud.

—Sé... Sé lo que esto parece— traga saliva—. Yo tampoco...se lo que pasa... Solo desperté aquí y no supe...no supe que hacer... No sé que está pasando, yo...yo...— la voz se le corto entre balbuceos inconexos.

Es Eddie, definitivamente es Eddie.

Richie baja del sillón con lentitud, sin apartar la vista de él ni un segundo, mientras se acerca lentamente.

—¿Eddie?— es una pregunta estúpida, lo sabe, pero necesita hacerla.

Eddie tiene los labios apretados para contener un par de lágrimas traicioneras y se limita a asentir lentamente con la cabeza.

Los ojos de Richie se llenan de lágrimas.

—Oh por dios.

Y no le importa el lodo, ni lo imposible que puede ser. Se acerca a Eddie y lo envuelve en un abrazo efusivo y casi desesperado. Las lágrimas ya han comenzado a correr por sus mejillas.

—Eres tú— solloza, aferrándose con fuerza al más bajito—. Dios, eres tú.

Eddie tarda un poco en medio de su aturdimiento, pero corresponde el abrazo y solloza también.

Richie sabe que esto amerita un montón de preguntas y la búsqueda de muchas explicaciones, pero por ahora, se conforma con tener a Eddie entre sus brazos, vivo.

Una segunda oportunidad | Reddie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora