Prólogo.

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N/A: Les recomiendo escuchar la canción de multimedia cuando lean esto.

...

El rostro de Eddie entre sus manos, sus ojos tan bellos ahora carentes de ese brillo tan característico. Richie se quebró.

Eddie no, por favor... Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras le suplicaba que despertara y negaba con la cabeza. No era posible, no podía serlo. No, Eddie no podía estar muerto.

—Tenemos que sacarlo de aquí, está herido— balbuceaba, sollozando—. Tenemos que...

—Richie...— la voz de Bev fue para él como un balde de agua fría—. Cariño ya no está.

Richie rompió a llorar. ¿Por qué lo incitó a pelear? ¿por qué lo dejó solo? ¿por qué no lo protegió? ¿por qué? ¿por qué?

—Richie... Tenemos que salir...— intentó decirle Mike, luchando con sus propias lágrimas.

—No...

Richie negó con la cabeza. Había algo que lamentaba más de entre todas las cosas. No de lo dijo. Habían pasado veinsiete años y seguía siendo el mismo cobarde, nunca se lo dijo. Se inclino y depositó un beso en ls comisura de los labios de quien había sido su primer amor.

—Te amo, Te amo...— sollozo, abrazándose a Eddie, aferrándose a la persona que había llegado a amar con más intensidad en toda su vida.

—Richie, vamos, ya no podemos ayudarlo— Ben y Mike tiraron de él. Sabía que todo se estaba derrumbando pero... no quería dejarlo, dios no, por favor.

—¡No!— gritó, cuando fue separado de él—. ¡Eddie! ¡Eddie!

No importó cuando gritó y luchó, Eddie no volvería.

Todo se hacía difuso. Solo podía pensar en Eddie, su pequeño Eddie, solo en la oscuridad de ese horrible lugar, con la chaqueta de Richie entre sus manos, que había sido lo último a lo que se había aferrado antes de morir.

Aún cuando podía ver claramente como de la casa no quedaba nada, Richie siguió gritando y forcejeando.

—¡Sigue adentro! ¡Tenemos que sacarlo! ¡Eddie! ¡Eddie!

Finalmente cayó de rodillas al suelo, cubriéndose el rostro con las manos.

—Lo siento, Eds, lo siento tanto...

....

Richie se iba de Derry. Sus amigos se habían ido el día anterior (exceptuando a Mike), sin embargo, el se había quedado un poco más. Aún había algunos recuerdos que quería traer de vuelta, unos lugares que quería volver a ver.

Por eso, estaba en el puente de los besos ahora, lugar conocido por dos cosas: dar besos y tallar nombres. Richie nunca había tenido el atrevimiento de intentar lo primero (por mucho que se jactara de ser un conocedor en esos temas), pero si había venido una vez a tallar sobre la madera. Habían pasado veinsiete años, pero debía seguir aquí.

No le fue difícil encontrar el tallado, justo en el centro de la madera superior de la valla. Dolía estar allí, pero también traía un montón de recuerdos hermosos.

Sacó una navaja del bolsillo y, mientras remarcaba las dos letras escritas, recordó aquella vez en que estuvo apunto de decírselo...

—¡Eddie!— Richie exclamó, sentado sobre la hamaca.

Los perdedores estaban saliendo de la casita subterránea construida por Ben para ya volver a sus casas. Eddie iba al último, por lo que le fue fácil detenerse y voltear sin obstruirle el paso a nadie.

Una segunda oportunidad | Reddie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora