Pacify Her [Noctis Lucis Caelum]

Chapter Fifteen: Destiny.

Antes de empezar les quiero dar las gracias a todas las personitas que leen esta historia, ¡Ya llegamos a 800 lecturas y 100 votos! Eso me hace muy feliz <3

Sin mas que decir, disfruten la lectura!
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Aranea nos trajo a Lestallum en su nave, que por cierto era roja. Se veía bastante movimiento desde la central eléctrica.

—Bueno, aquí los dejo, hay mucho movimiento por ahí.— Señaló la central eléctrica. —No puedo intervenir sin haber recibido instrucciones directas, lo dejo en sus manos.—

—Claro, no hay problema.— Le guiñé un ojo. —Recuerda que algún día debes enseñarme a usar la lanza.— Le dije mientras bajábamos de su nave.

—Por supuesto, y buena suerte chicos.—

.......

—Sólo hay un traje y bueno...— La mujer me miró de arriba a abajo. —Si es una mujer quien entra sería mejor pero... no creo que te quede, sin ofender.— Alcé una ceja ¿Que quería decir con eso?

En fin, al final Noctis tuvo que ponerse el traje y con los chicos lo esperamos afuera y Holly, Hally...en realidad no se su nombre, pero la cosa es que ella mientras tanto trabajaba en el mitrilo.

—Eh, _____, te llaman.— Salí de mis pensamientos y luego de agradecerle a Prompto por hacerme espabilar, contesté.

—¿Si?— Hablé luego de contestar la llamada.

—_____, estoy en Lestallum ahora, debo darle algo al Rey.— Creí estar soñando, Ravus le acababa de llamar "Rey" a Noctis.

—Uh, estamos en la central eléctrica ahora mismo, pero si lo deseas puedo ir por esa cosa a donde sea que estés ahora y yo se lo entrego.— Ya sabía la respuesta.

—Si, por favor, estoy en-.—

—En el hotel Leville, lo sé, voy para allá.— Él rió, lo mas seguro es que se lo esperaba.

Me escapé cuando las miradas de los chicos no estaban sobre mi, llegué corriendo al hotel y ahí lo vi, Ravus suspiró y pronto se dio cuenta de mi presencia a su lado.

—Que serio.— Me dedicó una sonrisa ladina y me entregó la espada "Caelum" —Vaya es... mas linda de lo que imaginaba.— Sonreí.

—Ya lo creo.— Suspiró. —Gracias por advertirme.— Revolvió mi cabello. —Por  cierto, te ves bien así.—

—¿Así cómo?— Le miré curiosa por su comentario.

—Cuando recién nos conocimos me dijiste que te hubiese gustado tener el cabello corto, porque te recordaba a tu madre.— Sonreí, no pensaba que recordara eso. —Y que querías superarme en combate, quizá en un tiempo más lo pongamos en práctica.— Reímos, en realidad Ravus es un bebé, solo le gusta verse como alguien serio.

—Te quiero, Ravus. Me alegra que no te hayas ido con ese canciller traidor.— Dejé un beso en su mejilla. —Debo irme, estos locos ya me están llamando.— Nos abrazamos. 

—El día que decidas visitarme, estaré viviendo aquí, en realidad me gusta este lugar, nos vemos, enana.— Lo golpeé en el brazo.

—No vendré a visitar a una jirafa.— Dije risueña.

Reímos y finalmente salí del lugar, llegando nuevamente a la central eléctrica, ahí vi a Gladio, con dos cicatrices nuevas, en su frente y su pecho.

—Vaya, alguien te dejó un buen recuerdo ¿Eh?— Me acerqué y aparté un poco su chaqueta para ver bien aquella herida.

—Debiste ver como dejé al otro. Me siento totalmente motivado.— Sonrió y chocamos los cinco.