25: Recuerdos tristes.

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Jimin:

Hoy era domingo: el día de descansar aunque sea un poco había llegado, con algo de sueño y flojera comienzo a alistarme para hacer el chofer de mi madre.

Al terminar voy abajo en donde mi madre me esperaba, tenía que llevarla al trabajo debido a que se le complicaron algunas cosas.

— Gracias hijo, te compensaré el tiempo perdido. —me dice caminando hacia la puerta con su bolso y tacones en manos.

Niego ante su proposición y le doy un beso en la frente antes de salir de la casa para pasar al auto.

— Eres mi madre, no hay porqué compensarme algo. —ella me toma de las mejillas y me sonríe.

Sin dudas ella era la primera mujer más importante en mi vida. La segunda era Jane.

Ella se coloca los tacones y entra conmigo al auto; pone un poco de música antes de emprender el pequeño viaje hasta su despacho.

— Cierto hijo. Tu padre llamó y…-

— Olvídalo mamá, él ya no es mi padre y me lo ha dejado en claro el día en el que nos abandonó para irse con su otra familia. —respondo tratando de guardar la calma y no explotar en frente de mi progenitora.

— Pero hijo… él mismo te ha hecho saber que le importas…

— El hecho de mandar un cheque al mes no lo hace mi padre, él solo cumple el rol de su "responsabilidad de divorciado" —hice comillas con una mano.

— Debes aprender a perdonarlo hijo… —negué. Odiaba tocar el tema de mi padre en momentos así, se supone que él estaba enterrado en algún lugar lejano.

«Aplique conmigo lo que nos enseña todos los domingos en los cultos: el perdón»

Frené el auto al recordar dicha frase, no podía cerrar así las esperanzas de poder reconciliarme con mi padre.

— ¿Sucede algo…? —pregunta mi madre mientras me veía con temor.

— Nada raro… ¿Qué era lo que quería…? ¿Otra vez las excusas del cheque…? —ella negó y yo me acomodé mejor para comenzar a conducir de nuevo.

— Quería verte, me dijo que la vez del teatro no lo trataste tan bien como él quería. —reí con ironía.

— Vaya, osea que él quería que lo reciba con los brazos abiertos después de lo que nos hizo… —relamí mis labios con algo de ira. —¡Tenía ocho años mamá…! ¡Ocho años y no tenía una figura paterna! ¡Mientras mis amigos jugaban con sus padres al baloncesto o juntos iban a pescar; yo solo los miraba y fingía no llorar! ¡No puedes pedirme que perdone y que lo trate bien cuando en el fondo siempre me hicieron falta sus regaños, su afecto, su atención. Se supone que era él el que no fueran cientos de padrastros! —mis lágrimas caían conforme recordaba los momentos oscuros de mi niñez.

— Hijo…-

— Perdóname si te ofendo pero no puedo perdonar tan fácil a alguien que me ha enseñado que no le sirvo, que nunca me ha querido. Madre, responde esto con sinceridad: ¿Acaso tuve la culpa el haber venido a este mundo? —mis lágrimas nublaban la vista por lo que decidí aparcar el auto. Pude ver con dificultad, que mi madre también lloraba.

— ¡No tienes la culpa precioso…! ¡Eres magnífico, eres mi hijo y te amo! ¡Sé cuanto has sufrido por la huida de tu padre, pero eso no te involucra en nuestros antiguos problemas! Entiende amor… no te cierres y crezcas con más odio.

— Mamá, estoy bien sin él. ¡Ese señor puede irse con sus hijos y su otra esposa, gozar de su dinero y dejarnos tranquilos! ¡Odio llamarme o siquiera llevar el mismo apellido que ese sujeto! —grité. Ella comenzó a sollozar más fuerte y para ser sincero odiaba verla así.

© only hope ↬ park jimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora