© only hope ↬ park jimin

67: El análisis.

Jane:

Tal y como Jimin dijo: él salió temprano de cada y yo por mi parte también me alisté temprano para poder ir a la clínica. Ya había desayunado junto con Jimin y él había salido primero. Estaba por agarrar mi bolso cuando escucho el claxon de la señora que indicaba que ella ya había llegado. Con emoción salí de casa dándome con la sorpresa de que el señor Park y mi padre también estaban en el auto. Me emocioné aún más al saber que ellos ya estaban enterados de la noticia.

— Buenos días a todos. —les digo sonriendo. Mi padre estaba muy feliz y nunca en la vida lo había visto tan sonriente. Me senté al lado de él y apoyé mi cabeza en su hombro—: ¿Cómo has estado papá?

— Bien hija, bien. Me alegra mucho que me vayas a hacer abuelo. Es una gran noticia y estoy seguro de que a tu madre le hubiese encantado.

— Jane. Enserio haces feliz a esta familia. Yo también me emociono mucho al saber que seré abuelo. —me dice el señor Park mientras sonríe.

Por parte de la señora, ella era la más contenta de todos ya que su sonrisa se veía en todo momento.

— Jannie. Me haces la suegra más feliz del mundo. Iremos todos a saber si estas o no embarazada. Pero estoy segura de que así será.

— A mi también me emociona saberlo. Por eso quisiera saber con certeza si es que estoy o no embarazada. Quisiera que Jimin también se alegrara tanto como yo lo estoy ahora. Por eso quiero hacerle una sorpresa y quiero contar con ustedes.

— Cuentas conmigo Jannie. —me dice la señora Park.

— Conmigo igual. —dice el señor Park.

— Sabes que siempre te voy a apoyar mi niña. —me dice mi padre.

Estuvimos hablando sobre lo que íbamos a hacer mientras íbamos a la clínica a recoger los análisis. Esperaba con ansias la respuesta pues se me hacía mucha ilusión tener a un bebé entre mis brazos.

Cuando llegamos a la clínica la enfermera me recibió y me dijo que justamente el doctor me estaba esperando. Los nervios apuntaban a mis sospechas, pero quería estar tranquila puesto a que aún no conocía la verdad.

Pasé al consultorio dejando a mi familia en la recepción.

Estaba nerviosa y al parecer el doctor lo notó:

— Buenos días señora Park. —me dice mientras me invita a tomar asiento: —Tome asiento por favor.

Obedecí aún nerviosa.

— Bien señora. Ya tengo en mis manos los análisis. Fue algo rápido y sencillo. Usted con efecto se encuentra en estado de gestación. Un mes para ser exactos. Pero hay un problema que de alguna u otra manera me preocupa como médico.

— Por favor sea directo. ¿Qué es lo que sucede? ¿El bebé está en peligro?

— La vida del bebé no es la que peligra. La suya lo es. Como usted ya sabe, padece de leucemia y tiene muy pocas oportunidades de sobrevivir. Tener a la criatura sería muy riesgoso y quizás le pueda afectar mucho. Sería un embarazo con muchas complicaciones y eso no sería beneficioso para usted y para el feto.

— ¿Qué me está tratando de decir doctor?  Yo no puedo hacer nada en contra de mi bebé. Aceptaré todas las consecuencias que conlleve tenerlo. Es mi hijo, y es prácticamente imposible que yo le haga daño. Por favor deme otras salidas.

— Si usted acepta se podrían practicar tratamientos que al menos alarguen por un tiempo su vida.

— Mi cuerpo dejó de reaccionar a tratamientos desde hace meses. Eso será prácticamente imposible. No pienso hacer nada. Lo mejor es aceptar lo que viene, quiero tener a mi bebé así tenga que morir yo.

— ¿Está segura de lo que quiere señora?

— Nunca había estado tan segura como ahora. Quisiera ver los análisis.

— Puede verlos mientras le hacemos una ecografía para ver el estado de su bebé. ¿Lo desea?

— Más que nada.

— Bien. —me dice mientras coge un teléfono y habla a su enfermera—: Acompañemos a la señora Park a la sala de ecografías. Aliste todo por favor.

El doctor se levantó de su silla y yo hice lo mismo hasta llegar a una sala en donde la enfermera ya había terminado de hacer la preparación para que puedan hacerme la ecografía.

Me recostaron en una camilla y me pusieron un gel en el estómago para luego comenzar a ver por una pequeña pantalla que el mismo doctor me decía que viera.

Tenía en mis manos el sobre con los resultados y estaba feliz. El doctor me hablaba del tamaño del bebé y todo eso, quería ver en específico como estaba. A mi me ilusionaba mucho la idea de ser mamá.

Cuando al fin enfocaron al bebé me sentí muy feliz. Parecía un pequeño frijolito que necesitaba mucho amor. Las lágrimas no tardaron en aparecer y estaba segura de que a Jimin le iba a encantar la idea de ser papá.

— Este bebé es el retoño. Aún es muy pequeño pero se ve estable. —me dice el doctor mientras sigue enfocando al bebé—: Le tomaremos una fotografía. Esa será la primera ecografía. ¿Le parece?

Acepté sin dudar. Estaba muy feliz como para negarme a tener un hermoso recuerdo de mi retoño.

Pero debía decirle algo al doctor. Quería que el embarazo se llevara de la manera más calmante posible:

— Doctor por favor le agradecería que no le diga nada a Jimin sobre el riesgo del embarazo. Quiero que disfrute bien de todo. Por favor.

— No soy quien para meterme en sus problemas. Por mi puede estar segura de que no diré nada a nadie. Cuente con mi silencio.

— Gracias.

Terminaron por darme algunas recomendaciones y a los pocos minutos ya estaba en la recepción a punto de dar la emocionante noticia.

— ¿Y bien? —preguntó la señora Park siendo ella la más emocionada de todos—: ¿Seré abuela?

— Serán abuelos. —les digo a todos sacando la primera ecografía. Puedo escuchar como la señora ahogaba un grito. Estaba muy feliz.

— ¡Me haces la suegra más feliz del mundo hija!  Me emociona mucho saber que tendrán a su pequeño entre sus brazos en unos meses.

La señora Park fue la primera en abrazarme y acariciar mi estómago. Ya me sentía llena de vida y me encantaba saber que ahora tenía a una en mi.

— Debemos alistar todo para una sorpresa. Tienen una casa de campo hermosa. Haremos una parrilla familiar y la noticia se la darás tú, hija. —me dice mi padre y yo asiento emocionada.

Salimos todos de la clínica para hacer las compras.

— Espero que a Jimin le emocione mucho la noticia. —me digo mientras subo al auto y emprendemos el largo viaje a casa.