44: Madre.

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Jimin:

— Madre, ¿cómo estás? —preguntó Jane mientras dejaba el ramo de rosas blancas en la lápida de la señora Choi.

Ella sostenía mi mano, la sostenía fuerte mientras daba pequeños sorbos a su nariz, estaba seguro que ella quería llorar pero se mantenía fuerte.

— Hace mucho que no vengo aquí, ¿y sabes? Hoy no vine sola como en anteriores visitas. —rió bajito mientras mi corazón comenzaba a estrujarse de a pocos al saber que dentro de unos años yo también estaré aquí, recordando lo lindo que fue pasar tiempo con Jane.

— Madre, ¿me oyes? —una pequeña ráfaga de viento tibio comenzaba a emanar el ambiente. —Madre, hoy te presento a alguien muy importante para mi.

Algunas hojas de árboles caídos bailaban al compás del movimiento rotundo del aire, parecía como si la naturaleza o quizás algo más místico quisiera decirnos; Aquí estoy.

— Madre, él es Jimin, Park Jimin. —toma con más fuerza mi mano y sus lágrimas comenzaban a notarse juntamente con pequeños sollozos que eran tapados por sus quejidos en algunas oportunidades.

— Madre, se que quizás esto suene muy tonto, fuera de lo común y quizás estúpido. Pero, ¿te acuerdas del niño que solía fastidiarme con sus tontos comentarios en la primaria? —rió. —Pues él es quien me acompaña esta vez, solo que ahora no es para disculparse por haberme jalado del cabello.

Ambos reímos y aquel recuerdo vino a mi mente; claro que lo recordaba.

La señora Choi era una de las mejores personas que conocí, pues a pesar de que yo trataba mal a su hija, ella me trató con bondad; diciéndome que me perdonaba por el mal que le hacia a su pequeña. ¡como olvidar eso!

— Madre, él es a quien amo, él es el que tanto querías para mi, él me ha enseñado miles de maravillas, me ha hecho ver el lado bueno de las cosas a pesar de mi enfermedad, me enseñó a confiar, a atreverme, a sacar a una Jane diferente, a no dejarme pisotear, me ha hecho alguien fuerte. Madre, él me enseñó lo que es amar.

Ahora mis lágrimas comenzaban a acumularse en las cuencas de mis ojos; y me sentía algo bien al escuchar a Jane hablar de ese modo, pues ella no suele demostrar ni mucho menos hablar de sus sentimientos.

— A pesar de que quizás sea algo aburrido, bueno aveces, algo testarudo, muy testarudo, cabezota, renegón, bobo, fanfarrón, chiflado y todo lo que te puedas imaginar. —rió secándose las lágrimas con su mano libre. —Él sabe amar, respeta y conoce mis decisiones, ¿y sabes? su paciencia conmigo no tiene límites pues sabe afrontar los hechos con madurez. Él salvó mi vida.

— Señora, —interrumpí. —Su hija tampoco no es taaaan~ buena como la dejó. —ella me dio un pequeño golpe en el hombro. —Su orgullo puede llegar a ser algo peligroso, y ni hablar de su bipolaridad, suele ser algo aburrida y más cuando comenzamos a tratar, ¿pero le digo algo? —me agaché hasta quedar en cuclillas. —Su fe es interminable y me siento orgulloso de ser alguien muy importante para ella, pues su corazón alberga amor, y es capaz de hacer miles de cosas por amor, aunque ella no lo demuestre, yo sé que ella ama a este fanfarrón. —ella rió despacio. —Lo que quiero decir es que ambos nos amamos, señora, y estoy dispuesto a amarla por mucho más tiempo, pues su felicidad es mi felicidad, su tristeza es mi tristeza, su enojo es mi enojo y sus miedos los míos, quiero que sepa que a mi lado a ella no le faltará amor, nada le pasará, la amo demasiado como para verla sufrir. Su princesa se ha criado demasiado bien, creciendo hasta convertirse en una hermosa mujer madura, llena de alegría, fuerte, valiente, perseverante y todo lo que se pueda nombrar. La amo como no se imagina, muchas gracias por hacerla tan perfecta para mi.

Sentí una cálida sensación y un pequeño respiro en mi espalda, ella estaba abrazándome mientras sus sollozos comenzaban a escucharse con más potencia.

— ¿Ves madre? —dijo. —Te dije que él era el indicado, pues nunca perdí la fe en él.

Acaricié la lápida: viendo las iniciales del grabado.

"K. D. de C"

¿K D de C? —pregunté mientras lentamente me volteaba hasta dejar a Jane en mi pecho, su pequeño cuerpo se aferraba a mi chaqueta mientras trataba de hablar sin ahogarse en sus propias lágrimas.

— Kim Dahyung de Choi. —responde mientras esboza una sonrisa. —No sabes cuanto le gustaba su apellido de casada. Lo amaba.

Limpié rápidamente mis lágrimas y seguí preguntando.

— ¿Qué es lo que más recuerdas de ella?

— Sus sabias palabras, y todo lo que plasmaba en su diario.

— Estoy seguro de que ella está orgullosa de tener a una hija tan bella como tú, y de también tener a un yerno tan guapo. —guiño un ojo, lo que causa una pequeña risa en ella. —Esooo~ —agarro sus mejillas y las estrujo. —sonríe así, siempre sonríe de esa manera, pues te ves más bella con una sonrisa en tu bello rostro.

— No todo es risa, Jimin. —exclama y yo niego.

— ¿Sabes? Tienes razón, no todo en la vida se trata de reír, pero quiero que sepas que mi presencia siempre estará contigo en todos los momentos que tengas, sean buenos o malos mi deber será sacarte una sonrisa. Te quiero ver bien amor, te quiero demasiado para verte llorar, pues mi corazón también se lastima cuando tu te lastimas.

— ¿Por qué?

— Porque por lo que siento por ti es algo inexplicable, inesperado. Te juro que yo nunca pensé que tú te fijarías en alguien como yo, pues el amor que siento por ti sobrepasa cualquier barrera. Y no quiero que pienses que son puras cursilerías lo que digo; mi corazón es quien habla en este momento y te grita a los cuatro vientos que te ama con locura, de manera incondicional y en cualquier momento. En cualquier circunstancia mi amor será quien te proteja, pues tú me has enseñado; y no te confundas nena, tú eres quien salvó mi vida.

Y sellé mis palabras con un beso; acompañado del viento cálido que otra vez nos rodeaba. Sus labios y los míos comenzaban a tornar un sabor lacrimógeno, dulce y adictivo que no hacía más que unirnos cada vez más fuerte.

La amaba, y joder, la amaba con locura.

Una idea se me vino a la cabeza; no podía esperar más.

© only hope ↬ park jimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora