© only hope ↬ park jimin

78: El dolor naciente.

Jimin:

Sabía por lo que estaba pasando Jane. Sabía todo y ahora procuraba tenerla cerca de mi todo el tiempo y ella agradecía tanta atención. Ahora ella se encontraba en la escuela dando clases mientras yo de nuevo estaba en casa procurando ordenar algunas cosas. Jane tenía ahora siete meses y medio de embarazo así que aún no había peligro de que nuestra pequeña quisiera nacer. O eso supongo.

Estaba por ir a la cocina a ordenar algo de comida puesto a que iban a ser algo de las cinco de la tarde y tenía que ir por Jane, y ella llegaba hambrienta y cansada. Llamé al delivery y dijeron que en media hora me traían los pedidos así que esperé paciente. Pero una llamada me causó descontento, era de la escuela.

— ¿Señor Park Jimin, esposo de la maestra Choi Jane de Park? —preguntaron tras la bocina. ¿Por qué la llamada? Eso me preocupó un poco.

— ¿Sí? Soy yo. ¿Le pasa algo a mi esposa?

— Señor Park, primero que nada necesitamos que se tranquilice.

Eso me alteró más. Dios que pasaba ahora.

— No me pidan tranquilidad cuando están tan misteriosos. ¿Qué pasa?

— Se trata de su esposa señor. Acaba de ser llevada a la clínica central debido a que se desmayó en plena clase.

No esperé ni siquiera a colgar la llamada. A paso presuroso salí de casa a tomar un taxi de inmediato. En el trascurso llamé a mamá y a mi suegro. Ambos irían de inmediato y por mi parte yo estaba destrozado y tenía mucho miedo de lo que podía pasar. ¿Hasta qué punto esto me puede doler más?

El taxi aparcó en la puerta de emergencias así que bajé de inmediato no sin antes pagar. Salí corriendo hasta recepcion.

— Por favor necesito ver a mi esposa y a mi hija. —le digo a la enfermera que estaba en recepción. Agradezco su amabilidad porque me prestó atención de inmediato:

— Claro, dígame el nombre y lo ayudaré.

— Choi Jane de Park. —ella asintió de inmediato y comenzó a buscar en su portafolios. Pude ver como asintió y levantó la mirada con algo de pena.

— Señor por favor tome asiento. Venga, necesito que me acompañe.

Me asusté por completo. El corazón me dolía más y más. Caminé junto con ella tratando de calmar mis lágrimas. Ella me llevó a un pequeño consultorio en donde había un letrero que decía psicología.

— Señor, le presento al psicólogo Gyu. Él atenderá su caso y le enseñará a manejar la pérdida. Créame es un buen doctor.

— ¡Yo quiero saber en donde está mi esposa!

— Tranquilo joven. —esa voz la conocía. Era el doctor de Jane. — Creo que es mejor decirle las cosas tal y como son.

Estaba completamente aterrado. Todos me daban vueltas al asunto y no querían decir con exactitud lo que pasaba. Quería saber si es que ella estaba bien, o con vida.

— ¿Mi esposa está bien? —les pregunto a los doctores entre lágrimas. No podía aguantar más el dolor, pensar que ella estaba mal me hacía sentir mal.

El doctor de Jane me sentó en el sillón del consultorio del psicólogo y se puso de cuclillas.

— Su esposa tuvo una recaída y esta vez tuvimos que intervenir por el bebé. Como sabe ella ya tiene siete meses y medio de embarazo por lo que se le puede practicar una cesárea. Es necesario que usted nos dé la autorización de hacerle urgentemente la crujía, ella ya no tiene esperanzas de sobrevivir después del nacimiento de su bebé. Quizás la niña sobreviva pero es necesario su consentimiento antes de poder tocar a su esposa.