36: Señor.

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Jimin:

Me sentía estúpido, el ser más idiota de todo este planeta al saber que traté muy mal a Jane sin razón alguna.

Ella estaba enferma y yo me sentía culpable por su sufrimiento.

Mi madre era quien me consolaba ahora. Su regazo y sus brazos eran mi apoyo incondicional en estos momentos, me sentía algo bien estando con ella. Pero en realidad quería a Jane conmigo.

— Dios sabe porque hace las cosas, hijo.

Articula mi madre mientras me acaricia la sien y tararea algunas canciones que solía cantarme cuando era un niño.

— Mamá... me siento muy culpable. Ella me necesita más que nunca y yo no estoy para ella.

— Estoy segura de que si le haces saber que no huirás, ella te lo agradecerá. Pero tienes que ser paciente, es algo muy difícil contar algo tan fuerte. Y estoy segura de que ella no te lo ocultó con malas intenciones. Quería verte feliz, hijo, no te culpes.

— Es muy difícil no culparse luego de tratarla súper mal. Y lo que le dije no tiene excepción.

Ella negó y dio una risita nerviosa.

— Hijo... ¿sabes que es lo raro del amor?

Negué, aún era inexperto en estas cosas que conllevan miles de líos.

— El amor no tiene tiempo ni lugar. Pero cuando llega, es difícil de romper. Lo que ambos sienten es algo más que un simple amor; juntos han construido una gran barrera para proteger este bello y delicado capullo que juntos han decidido cultivar. Llegará el momento de que éste capullo florezca y de un bello fruto. La paciencia es algo que se tiene que practicar en el amor.

Limpié mis lágrimas con la manga de mi camisa y me acomodé mejor en las piernas de mi madre.

En el juego del amor, no es la mente a quien decide amar: es el corazón. Él es quien decide con quien encapricharse.¹

Amaba las frases poéticas de mi madre: ella solía ponerle un toque especial a sus palabras; quienes me hacían reflexionar demasiado. Por eso la amaba.

— Madre, no pienso huir. Yo la amo a pesar de todo.

Ella asiente y acaricia mi mejilla. Yo me levanto y me enderezo en el sillón para luego darle un cálido abrazo a mi madre.

— Te amo demasiado para verte sufrir, hijo. Pero sé que tu madurez sabrá afrontar todos los hechos. Lo sé, mi amor.

Me dice al oído y yo asiento, ella besa mi frente y palmea mi hombro derecho. Ella toma mi celular de la mesita de al frente y me lo extiende en señal de que debería hacer algo al respecto.

Algo que sé que funcionará.

[...]

— ¿Y bien hijo? ¿Qué hiciste? —pregunta impaciente mi madre mientras me da más brócoli en el plato.

— No quería presionarla mucho, estoy seguro de que se solucionaran las cosas con el tiempo. No han pasado ni veinticuatro horas y yo ya quiero verla. Pero dicen que el tiempo cura todo.

— Ay hijo... Esperemos que todo salga como lo planeas. Pero; ¿por qué no intentas hacer algo mejor que simplemente esperar a que el día correcto llegue?

— ¿A que te refieres?

— La otra vez estaba a punto meter la ropa a la lavadora y me encontré con esto...

© only hope ↬ park jimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora