Ven conmigo

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Así como Misty había propuesto, Ash, continuó visitando a su padre siempre que podía; aquel hombre al que tan poco conocía se había ganado en poco tiempo su confianza, quizá era por el gran parecido que tenían, tal vez por la sinceridad que mostraban sus palabras y acciones o quizá porque aquella persona le aportaba la atención que necesitaba, nadie sabe realmente, pero había algo que Ash tenía por seguro, ahora su vida se sentía más completa, más ordenada, más... normal.

Esa era la palabra, lo que lo había estado persiguiendo toda su infancia, nunca nadie le había insinuado algo al respecto pero aun así él mismo lo notaba, ¿por qué todos tienen un papá y yo no? Era la pregunta que se hacía un niño de apenas cuatro años de edad al ver a sus compañeros del kínder felices con sus padres, nunca logró comprenderlo realmente pero fue una realidad a la que tuvo que acostumbrarse.

Era un fresco domingo por la noche cuando nuestro protagonista llegó a su hogar, se quitó los zapatos y la campera y los dejó tirados como siempre anunciando su llegada para luego dirigirse al sofá y descansar un poco.

-Ash, ¿otra vez dejaste todo por todas partes?- le reprochó su hermana lanzando sobre el azabache las pertenencias "olvidadas"- Ve a guardarlas- le ordenó.

El adolescente se levantó con pesadez y refunfuñando obedeció.

-¿y mamá?

-Tuvo que salir por una emergencia del trabajo, al parecer hay una boda mañana y las flores aún no llegan...

-Con razón...-respondió el mayor ya que sabía que su pequeña hermana tomaba el papel de madre cuando esta no estaba.

-¿Qué insinúas?- la menor preguntó con aura aterradora sabiendo exactamente lo que su hermano quiso decir.

-¡Ahora por eso te encargaras de la cena!- sentenció la menor.

-¡Hey! ¿Por qué yo?- se quejó pero acabó por acceder- Está bien... pero solo si me ayudas.

Dawn consideró que era conveniente no dejar a Ash cocinando solo, era muy joven como para morir intoxicada, así fue como a los pocos minutos ambos se encontraban en la cocina, la concentración de ambos en lo que hacían causó que el silencio se apoderara de la habitación.

-Ash- comenzó a decir la de ojos azules viendo la oportunidad- yo... - dudó un poco antes de continuar- sé que no vas a ver a Misty los fines de semana...- El nombrado comenzó a ponerse un poco nervioso y dejo lo que estaba haciendo- Dime ¿a dónde vas?- finalizó con un poco de preocupación y hasta podría decirse miedo.

El de ojos chocolate estaba asombrado por la susceptibilidad de aquella niña de trece años, aunque claro está, cualquier persona era muy susceptible si se la comparaba con Ash.

Él sabía que en algún momento debía contárselo, pero no esperaba que fuese tan pronto, y solo encontró una respuesta que dar entre la maraña de pensamientos que súbitamente habían inundado su cabeza.

-El próximo sábado- comenzó a decir un poco más bajito de lo normal, como si la idea no estuviera del todo concreta en su mente- acompáñame y te mostraré- finalizó mirándola a los ojos.

Dawn se sorprendió ante aquella respuesta que sin duda no esperaba, y la desconcertó un poco el que su hermano se haya puesto cerio, pero finalmente cuando salió se du sorpresa acabó por molestarse, odiaba la intriga, pero sabía que por más que intentara sacarle más información solo lograría obtener la misma respuesta una y otra vez, así que decidió dejar de lado el tema y esperar.

La semana transcurrió rápido para el mayor y muy lenta para la menor, el sábado por fin estaba allí, con su oscura mañana.

Ella se despertó temprano y apuró a su hermano para salir lo más pronto posible, la intriga la carcomía por dentro, aunque no lo quisiera admitir a veces le robaba el sueño, haciendo que se repitiera en su mente una y otra vez lo mucho que odiaba la intriga.

Ash pese a la insistencia de su hermana se tomó su tiempo, se despertó con pereza, se vistió con lentitud y de la misma forma bajó a desayunar.

-¿A dónde van con tanta prisa? ¿Y a esta hora?- preguntó la madre extrañada.

La menor de la familia intentó poner una excusa.

-Es que abrieron una nueva tienda... y Ash prometió llevarme.

Para no mentir, lo hace con mucha naturalidad, reflexionó el anteriormente nombrado y finalmente emprendieron el viaje sin levantar sospecha alguna.

A Dawn la llenaba un sentimiento de aventura y rebeldía sumado al vértigo de lo desconocido; su hermano iba por delante guiando y ella observaba el desconocido entorno con emoción, aunque todo tomó un rumbo extraño cuando subieron al tren.

-¿A dónde nos dirigimos?- finalmente atinó a decir con un poco de desconfianza.

-Ya verás cuando lleguemos- respondió el que había estado callado todo el camino.

La joven siguió con la duda, pero mantuvo la calma en su asiento hasta que un pensamiento destruyó toda la paz, parándose repentinamente volteando hacia su hermano.

-No me digas que- empalideció y no pudo acabar su oración pero la sonrisa mal reprimida de su acompañante afirmo lo que temía- ¡ASH KETCHUM! ¿Cómo- cómo pudiste? Yo... yo no- se dejó caer otra vez a su asiento.

¿Por qué no lo sospeché antes? Se reprochó internamente.

No entendía como su hermano la estaba arrastrando a estar frente a frente con el hombre que destruyó su familia, ¿acaso había perdido lo poco de inteligente que tenía?

El resto del viaje estuvo nerviosa a más no poder intentando idear un plan para escapar de aquella situación pero por desgracia su mente se negaba a cooperar y para su mala suerte su hermano tenía mucha más fuerza así que no fue problema para él detenerla cuando intentó huir.

-Vamos, solo una oportunidad, si quieres será la última vez que vienes-Intentó convencerla suplicante.

Con un poco de fastidio aceptó, caminó con seriedad aunque los nervios la consumían y sentía que le temblaban las piernas.

Finalmente llegaron a la casa y los temores de la pequeña azabache quedaron en el aire contradichos por la imagen que veían sus ojos, aquella oscura imagen aterradora que su madre tanto había recalcado de aquel hombre se derrumbó al encontrarlo pacíficamente cuidando el jardín.

Dawn no entendía nada ¿realmente podía ser la misma persona?

-Hola pa-dijo Ash emocionado atrayendo la atención de su padre.

Ella entró en pánico al verlo acercarse.

-Ella es Dawn, no sé si la reconoces...

-Los mismos ojos...- respondió para sí intentando contener la emoción que le daba la idea de recuperar a su familia.

Se acercó a saludarla con un apretón de manos pero ella lo detuvo, mirándolo como a un completo extraño, realmente lo era; esto le dolió al adulto que lo reflejó en una sonrisa.

-Está bien lo entiendo...- dijo con un dejo de tristeza para luego invitarlos a entrar.

Allí pasaron toda la mañana y parte de la tarde los tres azabaches, los dos mayores charlaban animadamente mientras que la menor intimidada no pronunciaba sonido alguno.

Finalmente se despidieron y si bien Dawn prometió no delatar a su hermano, juró que nunca volvería...

¿Podrá cumplir aquel juramento?

Pokemón auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora