Papá

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El momento había llegado, aterrador y emocionante.

Nuestros protagonistas se encontraban viajando hacia la dirección que señalaban las cartas, como desafiando al azabache a enfrentar su destino.

Pese a que se dirigían a otra pequeña ciudad el viaje no duró más de cuarenta minutos en tren. Los rayos del tardío amanecer otoñal se filtraban por las ventanas creando un hermoso ambiente anaranjado, pero Ash no lo notaba, su vista estaba fija en el suelo con los puños apretados temblando levemente, cualquiera podría haber pensado que era por las bajas temperaturas que comenzaban a sentirse, pero Misty no era cualquier persona y sabía lo que ocurría así que tomó las manos del joven asustado entre las suyas mirándolo con ternura y preocupación.

-Ash no te preocupes- lo animó con una sonrisa- yo estoy contigo.

El corazón del nombrado dejó de latir por un instante, levantó la vista encontrándose con esos familiares ojos color mar que por alguna razón comenzaba a encontrarlos enigmáticos, como si escondiesen un secreto, como si lo atrajeran a pasarse la vida entera observándolos.

El de ojos chocolate esbozó una sonrisa, sus temores no desaparecieron pero se sintió afortunado de tener a alguien como esa pelirroja que lo apoyara y un juguetón deseo nació en su mente y corazón.

El viaje en tren concluyó alrededor de las ocho de la mañana, y continuaron a pie por unos veinte minutos más hasta dar con la casa.

No era una casa demasiado grande ni tan pequeña, las paredes eran de piedra, estaba cercada por pequeños troncos, un jardín adornaba todo el frente de la residencia; se veía acogedora.

Al acercarse notaron la presencia de una mujer, con cabello corto negro y ojos azules que regaba las flores.

-Aham hola- se apresuró a decir Misty cuando se encontraron a pocos metros de la mujer que no notaba su presencia, esta se dio la vuelta un poco extrañada, ya que no solía recibir visitas, buscando de donde había venido la voz hasta dar con las dos personas. En ese instante su rostro cambió a uno de incredulidad, soltando lo que llevaba en las manos.

-Ash?- susurró la mujer tapando con una mano su boca- Ash!- gritó sobresaltando al nervioso protagonista y lo abrazó con fuerza- lo siento - se separó de golpe un poco apenada- Mira cuanto has crecido!- seguía diciendo incrédula mientras que observaba el rostro del azabache hasta que recordó que había otra persona.- Oh, disculpa – Extendió su mano en forma de saludo y se presentó- soy Johana, la tía de Ash.

-soy Misty, una amiga de Ash- respondió.

Johana se quedó mirando por unos instantes a los recién llegados con una sonrisa llena de emoción hasta que finalmente reaccionó.

-Pasen –les abrió la puerta de la casa- ya desayunaron?

-Aun no- contestó Misty ya que Ash no pronunciaba palabra alguna.

-Siéntense por aquí- indicó unos lugares en la mesa- no tengo mucho que ofrecer, Simon salió a hacer las compras hace unos minutos, en cualquier momento regresa, mientras tanto quieren un te?- continuó diciendo mientras se dirigía a la cocina.

Misty clavó su mirada en el azabache esperando que contestara pero este seguía sin reaccionar, por dentro el de ojos chocolate sentía deseos de salir corriendo, ya había dejado de percibir lo que lo rodeaba.

-si no es mucha molestia- volvió a decir la pelirroja.

Al rato estaban los tres tomando el té mientras conversaban, bueno, en realidad más bien las dos mujeres conversaban ya que cuando intentaban meter al joven en la conversación este contestaba tajantemente generando sin darse cuenta un clima algo tenso.

Ash comenzó a pensar que había sido un error el querer ir, en que estaba pensando? Se decía a si mismo, que esperaba lograr?

En ese momento se abrió la puerta de entrada acompañada casi al instante por el sonido de cosas cayendo al suelo, los tres presentes se levantaron y voltearon a ver lo que ocurría encontrándose con un hombre que recogía las compras con manos un tanto temblorosas.

Efectivamente ese hombre azabache de ojos azules era Simon, que con la conmoción de ver a Ash había dejado caer lo que llevaba.

-Lo-lo siento- se disculpó con la voz algo quebrada mientras se acercaba a saludar tratando de contener las emociones, hay que admitir que lo hizo mejor que su hermana.

Nuestro protagonista sintió una súbita emoción que le costó descifrar, por qué estaba feliz de ver a aquel hombre? Simon le había dado un fuerte golpe a su familia, pero esta ya se había sanado hace tiempo. Ash terminó por pensar que al ver siempre a su madre tan fuerte le hizo no guardarle rencores, además aunque no lo quisiera admitir toda su vida había soñado con tener un padre, había sentido mucho el vacío de aquel que según su madre nunca los había querido y el saber que su progenitor quería disculparse era su secreto sueño hecho realidad.

El azabache de ojos azules se acercó lentamente temiendo la reacción de su hijo y no encontrando ninguna muestra de rechazo al estar lo suficientemente cerca lo envolvió en un abrazo que Ash correspondió con más gusto del que esperaba.

-Lo siento, lo siento mucho- comenzó a decir Simon sin deshacer el abrazo tratando inútilmente de contener sus lágrimas- sé que mis palabras no repararán el daño que causé ni merezco tu perdón- su voz se cortó y como si le hubiesen devuelto la vos el azabache de ojos marrones habló.

- Te perdono, y de haber recibido tus cartas antes créeme que hubiera venido antes, papá- esa palabra que tanto había esperado decir se había escapado de sus labios, emocionando aún más al pobre hombre que no tenía esperanzas de volver a tener contacto alguno con su hijo.

–Cielos, me perdí de tanto, apenas eras un niño cuando te vi por ultima vez- siguió llorando mientras deshacía el abrazo- mírate ahora, eres todo un hombre- rió aun con lágrimas.

-Siento haberte hecho esperar tanto- respondió Ash sintiéndose muy culpable.

-No importa, lo bueno es que ya estás aquí- volvió a darle un abrazo pero más corto- bueno, no me dirás quién es esta señorita?- preguntó ya más calmado mirando a la de ojos marinos.

-Ella es Misty, una amiga que me ha estado ayudando a encontrarte.

-Muchas gracias Misty- sonrió el señor Ketchum, con esa sonrisa sincera que había heredado Ash.

-No tiene que agradecer- respondió la pelirroja sintiendo que sobraba.

La conversación siguió durante toda la mañana y parte de la tarde hasta que empezó a anochecer.

-Creo que ya deberían volver a sus casas- dijo Simon al percatarse de que oscurecía- espero que puedas volver pronto

-Eso será difícil, mamá no sabe nada de esto y temo su reacción si se llegase a enterar.

Misty al ver su cara de decepción comentó- Ash, sueles venir algunos domingos a casa, podrías usarlo como excusa para venir aquí- dijo a contra su voluntad, estaba cediendo la oportunidad que tenía de ver a su mejor amigo, pero sabía que valdría la pena.

-En serio? Gracias Mis- dijo dándole un corto abrazo.

Así se despidieron y viajaron de vuelta en tren.

-No fue tan malo- dijo la de ojos de mar mirando los iluminados ojos chocolate con una sonrisa de satisfacción.

-Gracias por haberme dado el empujón que necesitaba.

-Para eso estamos los mejores amigos del universo- sonrió y se recostó en su hombro.

-Eres la mejor.

El viaje de regreso fue silencioso, pero no era un silencio incomodo, más bien era de esos que transmitía paz, ambos estaban satisfechos, era como si se hubieran sacado una carga de encima, para Ash fue el haber podido recuperar a su padre y para Misty fue el haber podido ver a su mejor amigo sonreír con felicidad.

Así ambos observando las estrellas que comenzaban a salir se preguntaban qué les depararía el destino. 

Pokemón auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora