Tres

36 4 0
                                    

|💧|

Bicicleta.

[1/2]

Miércoles.

Bajo las escaleras sin mucho apuro y me encamino a la cocina en busca de algo para saciar mi hambre. Me detengo a mitad de camino al ver una de la ventanas de la cocina y sin dudarlo, me acerco hacia su lugar.

El cielo se encuentra despejado y tan azul como es posible. Hermoso y común, pero aún así parece algo nuevo para mí. No acostumbro a fijarme en las cosas que suceden a mi alrededor.

Regresé a casa unos días antes de lo que había dicho el doctor, con la intensión de que no desperdiciara mis días en una insípida habitación blanca. Pero la casa me sigue pareciendo igual de fría y vacía como de costumbre, similar al hospital.

Tengo que darle crédito a lo persuasivo que puede llegar a ser a ser Dante, puesto a lo que me costó para aceptara mi petición.

Mi estómago se revuelve al pensar en eso.

Mi celular vibra en la encimera, haciéndome reaccionar y dejar de deleitarme con la vista de la ventana. Lo levanto y desbloqueo rápidamente, curiosa por saber de que se tratara.

Hagamos algo hoy.

En mi rostro se formula una mueca. No lo culpo, está proponiendo algo que hacer, tal como solía hacerlo cuando vivía aquí. Cosas que antes no hubiera dudado en aceptar, ¿pero ahora? No quiero salir, ni correr, ni siquiera ir al cine.

Desde hace años evito cualquier situación que pueda representar un riesgo para mi corazón... o solo evito relacionarme.

Hoy no puedo, será otro día.

A penas dejo el celular sobre la encimera para probar un poco de mi café cuando vuelve a sonar. Levanto ambas cejas, sorprendida por su rapidez.

Vamos, Ley

Sé que hoy solo vas a sentarte en el sillón a ver películas y comer frituras (las cuales no deberías comer)

Muerdo mi labio al terminar de leer el mensaje. Le podría agregar a su mensaje: "Y llorar al finalizar la película sin importar su final, ya que recuerdo lo aburrida que es mi vida". ¿Por qué tengo que tener una rutina tan deprimente? Qué más da, prefiero eso a estar incómoda en otro lugar.

Y otras cosas, pero sí, por eso no podré ir.

Su respuesta es inmediata.

¿No prefieres hacer algo diferente? Aunque sea por un día.

Rasco mi oreja y vuelto a tomar la taza de café humeante, sin saber qué contestar. No quiero hacer nada diferente. Desde hace años le tengo temor a los cambios.

El celular vibra y desde mi posición puedo leer el otro mensaje.

Te prometo que no te sentirás incómoda y te vas a divertir.

Te compro una dona si aceptas :)

Mi ceja derecha se levanta al leer el mensaje. Mi yo glotón, se regocija al pensar en comer una dona. Hace años que no pruebo una, debido a que mi madre no las compra y yo no tengo ganas de ir por una.

Poso mi mano libre sobre mis labios. Solo es una caminata desde mi casa a la tienda de donas más cercana, ¿qué podría pasarme?

Cierro los ojos y muevo la cabeza a los lados, sin poder creer que después de años, estaría aceptando —por voluntad propia— dejar mi lugar seguro, o casa.

15 lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora