Ocho

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Cargas.

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Lunes.

Abro los ojos con lentitud, intentando acostumbrarme a la intensidad del sol. Olvidé cerrar las cortinas de mi habitación y ahora estoy sufriendo por mi estado cansado de ayer. Apoyo mi mano en la cama y me impulso para fijarme en el reloj en la mesita, desperté antes de que la alarma sonará. Son las seis.

Es temprano para ser un lunes y más cuando no planeas ir al colegio, al menos no yo. pero es porque no solo vamos a ir a una feria de atracciones, sino que antes de eso iremos a un parque a desayunar y debe a estas horas por el trabajo de mamá y el colegio de Naomi.

Bajo con los pies descalzos por la escalera y al pasar el arco de la cocina, me encuentro a mamá moviéndose con agilidad alrededor de la cocina. Me acerco y la saludo de un beso en la mejilla, sorprendiéndola.

—¿Qué haces? —indago siguiendo casa uno de sus actos. Está colocando unas rebanadas de pan en la tostadora.

—Preparo el desayuno para el picnic —dice mientras ajusta el tiempo en la tostadora, evitando desviar su atención de lo que hace—. ¿Me puedes ayudar picando la fruta?

Asiento rascando mi nuca y camino hacia los cuchillos, agarro cualquiera y me acerco a la nevera para sacar las fresas. Las tomo y también unas bananas que se encontraban a su costado. Me dirijo hacia la encimera y comienzo a cortar la fruta para luego guardarla en un tazón.

Al terminar, guardamos todo en una gran canasta sobre la mesa y en eso aparece por el umbral de la puerta Naomi.

—Buenos días, Bella Durmiente —digo al verle saliva seca decorando su rostro y todo su cabello convertido en un nido para pájaros.

—Ay, déjame Leila —responde rodando los ojos. Niego con la cabeza, va a terminar virola de tanto rodar los ojos—. Me voy a arreglar —informa dándose media vuelta.

—Vamos a arreglarnos. —corrijo dirigiéndome junto a ella hacia el baño.

...


—¡La que llegue última se le quita una tostada! —grita Naomi hacia mi. Comienzo a correr hacia arriba de la colina, con una desventaja a mi favor.

Estoy con la enorme canasta repleta de comida en mis brazos. Sin contar que también hoy es un día muy caluroso. Lo cual es raro, porque últimamente el clima está como loco. Estamos en época de verano y a veces el ambiente se torna frío.

Y hoy para mi mala suerte, -o tal vez no, yo me lo busqué-. Es el perfecto día de verano y me encuentro envuelta en ropa de invierno. Pues mi guardarropa esta repleto de suéteres, abrigos y gorras.

No me mal entiendan, no me estoy quejando. Amo mi ropa invernal pero debo comprar otras cosas para no terminar sufriendo muriendo del calor en verano.

Me ajusto la gorra después de dejar la canasta en el césped de la colina que acabamos de subir. Naomi estira la sábana en el verdoso césped bajo la sombra de un frondoso árbol y ayuda a mi mamá a sentarse.

Recojo la canasta y la dejo sobre la sábana blanca. Saco los platos y la comida.

Procedemos a comer, conversando y dejándonos llevar por la tranquilidad del momento. Contando anécdotas y recordando con un sentimiento agridulce en nuestros pechos a papá.

Relamo mis labios mientras observo a mi madre reír por algo que dijo Naomi y un, ya común, dolor se instala en mi pecho.

Odio sentirme así.

15 lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora