Tres

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Pilar.

[2/2]

Miércoles.

Su respuesta fue inmediata, formulando un gran sonrisa intentando contagiarme de ese característico buen humor.

Se da media vuelta y se dirige al armario para sacar, con algo de esfuerzo, la bicicleta y dejarla reposar por el manubrio de la pared, mientras la inspecciona. Acerca su mano hacia el caucho delantero, tanteandolo.

Este se hunde al mínimo contacto por parte de Dan. Desde su lugar, levanta la cabeza haciendo que varios de sus cabellos se peguen a su frente.

—¿Tienes una bomba de aire? —me pregunta, dejando atrás la seriedad de hace minutos, mientras acomoda su cabello hacia atrás con su mano, sin despegar su mirada de la mía.

Me encojo de hombros sin siquiera saber lo que hay dentro de mi casa. Él suelta un suspiro y se levanta, sacude sus pantalones y camina hacia la puerta que da al sótano.

Aunque haya revisado la bicicleta con anterioridad, hubiera sido lo mismo porque ni idea de lo que se necesita para inflar ese caucho.

Lo sigo sin mucho apuro. Esto va a tardar.

...

Con algo de esfuerzo logro sacar la bicicleta de la casa. Dan se encuentra esperándome en la orilla de la acera. Camino hasta quedar a su lado, para luego, después de inspirar con fuerza, subirme en la bicicleta y comenzar a avanzar, dejándolo atrás.

—¡Oye, espérame! —dice apresurado mientras lo escucho subirse a su bicicleta y comenzar a pedalear.

Intentando no pensar en lo incómodo que es el asiento y los recuerdos que con estar sentada aquí llegan a mi mente, bajo la velocidad para que pueda alcanzarme.

—¡No! —se escucha decir a Dan para después sentir como algo golpea contra la parte de atrás de mi bicicleta haciéndome perder el equilibrio y caer en el césped.

Cierro mis ojos mientras siento mi cuerpo adolorido, hace tiempo que no experimentaba esto. Siempre estuve reacia a participar en situaciones que puedan agravar mi salud, pero mirenme aquí.

Otra de las razones por las que acepte estar aquí es que ya no importa lo que haga o deje de hacer, indiferentemente mi tiempo ya está contando.

Poso una mano en mi cabeza, sobando la parte herida. Me siento buscando a Dan con la mirada. Él se encuentra a unos metros de distancia, también tirado en el césped justo a su bicicleta. Veo que mi gorra se cayó y esta tirada a mi lado, me estiro y la coloco de nuevo en mi cabeza.

—Auch —susurra sobando su rodilla. Me levanto y camino hacia él, le tiendo la mano y la toma sin pensarlo.

Ambos levantamos a las bicis y seguimos como si nada hubiera sucedido, uno al lado del otro para evitar repetir el incidente.

Pedaleamos y pedaleamos hasta llegar al centro de la ciudad. Concurrido como cualquier tarde de un miércoles y bajando la velocidad, vagamos por la acera esquivando a las personas que se entromenten en mi camino.

Aunque prefiero arrollar a una persona, a terminar yo como un panqueque en el asfalto. Es cruel pero cierto.

Pasamos por mi tienda favorita de ropa en toda la ciudad y casi se me cae la baba al ver un hermoso vestido veraniego con pequeños cuadros negros. Mi vista no se despega de él hasta que no puedo girar más la cabeza y es cuando vuelvo mi vista al frente.

15 lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora